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Está
bueno que la prensa semicolonial y sus políticos afines (tanto de
derechas como de izquierdas) quieran reducir el trabajo informal, el
desempleo y la pobreza. Mejor es que propongan hacerlo vía ajustes,
repitiendo las mismas recetas aplicadas entre mediados de los setenta y
mayo de 2003. Y mejor aún, el desafío del gobierno nacional para los
próximos años. El grado de sublevación del granero del mundo, así como
el nivel de confrontación entre proyectos políticos antagónicos (y no
confrontación de modelos de países, puesto que sólo uno representa un
país; el otro apenas una republiqueta bananera) invitan a medidas cada
vez más revolucionarias. La profundización del modelo implica reducir
los flagelos mencionados al inicio pero en un contexto de progresiva
modernización económica, con incremento exponencial del aparato
productivo agrario e industrial, soberanía y autosuficiencia económica,
inclusión social a través de una más justa redistribución de rentas y
riquezas, desendeudamiento soberano, más y mejor Estado en calidad de
contralor, testigo, inversor, administrador y empresario.
Profundizar es inventar o errar; es revolucionar o errar.
Profundizar es librar la batalla cultural: ¿cómo puede ser que se
responda a la defensiva cuando la reacción tilda de "marxista" al
flamante ministro de Economía, aceptándolo así como descalificativo?
"Marxista" es mala palabra, pero el término "reaccionario" y sus
consecuencias pasan inadvertidas o desconocidas para el grueso de la
población. Vinculado a todo esto, la cuestión de la restricción externa,
muy presente por estos días. En nuestra nota "El déficit económico del
que nunca se habla" (Tiempo Argentino, 30/10/13), hemos realizado un
primer aporte en este tema. Va un segundo.
EL NEOLIBERALISMO: MÁS MARXISTA QUE KICILLOF. Antes de arrancar,
una breve réplica a esto del "marxista" Kicillof. Es interesante cómo el
aparato mediático-político del atraso y la exclusión social pretende
descalificar al nuevo ministro. En primer lugar, porque el marxismo es,
más que una involución como se lo pretende mostrar, la superación (y
oposición) de la ideología burguesa en su máxima expresión
(positivismo). No obstante, el problema que la reacción argentina y
mundial observa en el marxismo tiene que ver con su función como arma
ideológica del proletariado. Ahora bien, una cosa es el marxismo
importado y otra muy distinta el marxismo nacionalizado (o marxismo de
Indias, al decir de Abelardo Ramos). Kicillof razona la concepción y el
método del genio alemán con cabeza propia, lo cual pone los pelos de
punta al inmovilismo agrarista (reacción). En segundo lugar, es
necesario recalcar que, más "marxista" que Kicillof es el propio
neoliberalismo. Hablamos del marxismo abstracto, implantado, funcional a
los intereses del subdesarrollo. ¿Es casualidad que Clarín haya
reeditado las obras selectas de Marx y Trotski, entre otros? A nivel
calles y urnas, Altamira, Ripoll, el Frente de Izquierda y el FAP (que
relanzó el diario La Vanguardia). En los medios y las universidades, el
PTS y el PO. Ingrese el lector al portal oficial del primero. La sección
"El Frente de Izquierda en los medios" lo dice todo. ¿Qué medios
destacan al frente los socialistas revolucionarios de izquierda? Clarín
(dos notas) e Infobae. ¿Se imaginan al órgano de prensa del Zar
levantando notas de Pravda? ¿Se imaginan los ensayos de Trotski
publicados por Stalin? Más que al marxismo de Kicillof, el
neoliberalismo doméstico teme un marxismo aplicado desde nuestra propia
experiencia histórica y realidad nacional. De aquí la alianza
estratégica entre la reacción y la ultra-izquierda, alianza cuyo fin
último es eliminar las condiciones para el resurgimiento de la Izquierda
Nacional en la Argentina. El resultado por ahora les sonríe: del millón
de votos del FIP en 1973 (votado por la presidenta de la Nación) al
millón de votos del FIT, cuatro décadas más tarde.
¿RESTRICCIÓN EXTERNA O INTERNA? Primera reflexión: ¿pesaría tanto
la famosa restricción externa de haberse aprobado la Resolución 125? Se
dice que el caudal de dólares proveniente del exterior se reduce a pasos
agigantados. Pero si bien la normalización de las relaciones con los
organismos multilaterales de crédito BM y BID (el FMI es organismo
multilateral de descrédito), así como con el Club de París, son muy
importantes, el problema de fondo de la Argentina, estructural y
bicentenario, no pasa por la merma en la oferta de dólares sino por los
dólares que se fueron, con toda la estructura jurídica, técnica, legal y
administrativa que lo posibilitó: el endeudamiento como mecanismo de
"cancelación" de deuda (roll over), fuga de divisas,
privatización/extranjerización de activos públicos, enajenación de
rentas diferenciales, exportación de riquezas y materia prima sin
manufacturar, división internacional del trabajo con la Argentina
cumpliendo el papel de granja, etcétera.
Los dólares del exterior pueden venir y deben venir, siempre como
inversiones productivas, de incidencia en la economía real y
direccionadas por el Estado. Pero la madre de todas las batallas es
proseguir haciéndonos de los pesos generados por el país y su pueblo.
Escribe Verbitsky en su informe del pasado domingo: "...subsisten
problemas estructurales sobre los que será ineludible actuar, para que
la restricción externa no estrangule el crecimiento, con sus peligrosas
consecuencias sociales". Hace muy bien en no reducir esos problemas
estructurales a nuestro buen vínculo con el acreedor extranjero.
Complementamos su análisis agregando que nuestros problemas
estructurales sí se reducen a los sectores internos aliados, por lo
general, a esos mismos acreedores. En suma, el gran desafío nacional no
puede limitarse a desactivar la restricción externa sino a seguir
ganando en autosuficiencia e independencia, tanto interna como
externamente. En cuanto a las "peligrosas consecuencias sociales"
derivadas de la merma en la oferta externa de dólares, cabe señalar que
sólo podrán ser "peligrosas" en tanto y en cuanto se decida paliar los
dólares de menos con políticas de ajuste y austeridad, como las
ejecutadas entre 1976-2002, como las que pide hoy por hoy la oposición.
En otras palabras, debemos temer consecuencias peligrosas, sólo si el
neoliberalismo vuelve a la Rosada e intenta desmantelar las conquistas y
avances logrados por el pueblo argentino en la última década.
RESTRICCIÓN INTERNA Y PROFUNDIZACIÓN. Segunda reflexión:
¿presionarían tan virulentamente los buitres, el Club de París, el FMI,
Wall Street, etc., de haber virado hacia la derecha la presidenta al
comienzo de su segundo mandato? La restricción externa es deliberada, es
política. Hace poco lo reconoció un director de una calificadora de
riesgo. La restricción tampoco es consecuencia indirecta de la crisis,
ni está liberada al azar. Y peor aún, estará siempre presente mientras
exista el imperialismo, y mientras el imperialismo domine la ONU, la
OMC, el BM, etc. Acordar con el Club de París sin lanzar el Banco del
Sur es igual a cero. Se explica así la decisión estratégica del gobierno
nacional de trabajar con las naciones emergentes y la Unasur en la
consolidación de la multipolaridad. Ahora bien, por supuesto que la
oferta extranjera de dólares puede minimizarse. Y a ello está abocado el
gobierno nacional. Pero más importante que la restricción externa es la
interna: las divisas generadas por el sector agro-exportador y que se
pierden desde la no aplicación de las retenciones móviles (déficit del
que no se habla); las divisas que no liquidan en tiempo y forma los
productores de la Mesa de Enlace; las utilidades de la puja
redistributiva que quedan en poder de empresarios inescrupulosos, de
monopolios y oligopolios que cartelizan y fijan precios, abusando de su
posición dominante en el mercado. Restricción interna es la natural
negativa de la gran burguesía "nacional" a reinvertir utilidades en el
país (YPF quiebra emblemáticamente ese cepo, cepo del que tampoco nadie
habla); las corridas contra el peso; la dolarización de las neuronas del
pueblo argentino; el atraso tecnológico e industrial; etc. Por tanto y
en razón de lo expuesto, profundizar es desactivar la restricción
interna, estructural y bicentenaria, ligada a la supervivencia de una
Argentina semicolonial; profundizar es aprender de los errores
históricos y anticiparse al enemigo también histórico del pueblo
argentino. Profundizar es nacionalizar las clases populares y consolidar
el mercado interno, tanto local como regional, única escuela y
semillero para una burguesía realmente nacional. Profundizar es trabajar
por un capitalismo endógeno y autosuficiente, por una industria
automotriz del Estado, por una nueva ley agraria de la democracia, por
una OPEP de granos, por Yacimientos Auríferos Fiscales. Profundizar es
ligar los precios a los costos y a una rentabilidad justa y acorde a la
refundación que el país transita desde 2003; profundizar es más y mejor
YPF, tal como se verifica desde su renacionalización; profundizar es
proseguir con las políticas de Moreno al frente de la Secretaría de
Comercio, optimizándolas. Profundizar es librar la batalla cultural,
recordándole al pueblo que sin Estado y sin una sociedad justa no hay
prosperidad para nadie. Profundizar es modernizar la Constitución
Nacional incorporando al pueblo como cuarto poder, declarando
anticonstitucional el re-endeudamiento externo así como la privatización
de empresas públicas. Profundizar es seguir transformando un "campo"
para pocos en un "campo" para todos. Profundizar es eliminar la
restricción interna para que el crecimiento de la economía siga
redundando en desarrollo, y el desarrollo en independencia económica,
clave para la resolución de nuestra cuestión nacional. Profundizar es
ser marxista latinoamericano, yrigoyenista, peronista, kirchnerista y
jauretcheano a la vez.
*Publicado en Tiempo Argentino
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