lunes, 24 de junio de 2024

LA ORGANIZACIÓN QUE NOS DEBEMOS

Por Roberto Marra

Organizarse es colocar las cosas en los lugares que les corresponda, coordinar y regular las formas en que algo debe desarrollarse o funcionar, y establecer el método para que eso suceda. Ésto, que es válido para diversos temas, que forma parte del fundamento de los éxitos buscados, que construye e instituye la estructura de un plan para el logro de una meta, en política, es racionalmente insoslayable.

Sin embargo, a estar por lo que viene sucediendo en nuestra historia reciente (y no tanto), esa racionalidad ha sido evitada las más de las veces por los gobiernos y las organizaciones políticas populares, generando vaivenes y desaliños metodológicos que terminan en fracasos y retrocesos en los objetivos que se hubieran planteado. Algo peor todavía, resulta de la incoherencia ideológica entre los distintos sectores que suelen “amucharse” en esos intentos unitarios “voluntariosos”, que suelen proponerse cuando los enemigos del Pueblo son la alternativa electoral y sus “éxitos” se vislumbran como muy probables.

Una cosa es segura: los poderosos siempre están organizados, siempre están reunidos por sus intereses, a través de esas portentosas “armas” cohesionantes como fundaciones, cámaras, “focus groups” o cualquier otro tipo de entidad. Eso es lo que les permite actuar coordinadamente, “cartelizarse” para obtener beneficios económicos y políticos, anulando o minimizando los efectos de los intentos de los gobiernos populares por redistribuir, de manera equitativa, la riqueza generada por toda la sociedad.

Otra cosa también es segura: la organización impuesta “desde arriba”, sin la participación y protagonismo popular, sin debate previo para generar contenido a los eslóganes, para construir una estructura sólida que pueda soportar las propuestas ante los seguros embates del Poder Real, ese tipo de “organización” termina, tarde o temprano, en fracaso o, al menos, en reducción de sus metas a simples enunciados nacidos casi muertos.

La herramienta fundamental utilizada por el Poder para que este sistema de valores trastocados siga su curso hacia la profundización de la decadencia material y moral, es la mediática. Por estos tiempos, ese instrumento de construcción de cultura ha sido renovado y multiplicado con las denominadas “redes sociales”, que tienen mucho de “redes” (por como atrapan sentidos) y muy poco de “sociales” (por la propensión al aislamiento y el individualismo).

No es ninguna casualidad que esas redes nazcan en el imperio y se distribuyan como “caramelos” desculturalizantes, drogas ingeniosas para anular nuestras comprensiones de la historia y resignificar los valores éticos nacidos al calor de nuestras luchas y conquistas de derechos. Nos patean el tablero del orden racional, reubican las piezas a sus intereses, destruyen las consciencias sobre lo vivido y generan una irracionalidad conducente al olvido.

Pero todo parte de la falta de organización popular. Una que hubiera podido abastecer de combustible a las consciencias, alimentar las almas de verdades ocultas premeditadamente por los dueños del poder, levantar la cabeza por sobre la superficie de las falsedades cotidianas y comprender la importancia de la ideología y la doctrina que resumen los objetivos más anhelados y las metas más necesarias.

La organización vence al tiempo”, decía con justeza el más notorio líder popular argentino de los últimos cien años. “Organícense...”, resuena todavía como su portentoso mandato incumplido. Es esa la tarea monumental que ahora mismo debe comenzar. Es esa la primera fase de una lucha que estamos obligados a dar para enfrentar a un enemigo que no busca más que la disgregación de la Patria, y que cuenta con la colaboración de una inercia metodológica que no permite levantar las bases de una estructura organizativa auténticamente renovada, poderosamente y minuciosamente constituida, diferenciando de una vez a los traidores y arribistas de los verdaderos militantes y de los líderes leales a su Pueblo.

Serán los propios integrantes de los pequeños reductos organizativos populares de donde deberán partir los primeros gestos. Será desde el barro y con el barro popular que se podrá construir esta estructura destinada a barrer de nuestras vidas a los genocidas y ladrones de la historia. Y deberá hacerse para conquistar el Poder, dejando de lado las migajas de las dádivas y las prebendas de los que siempre nos han vencido, para barrerlos del futuro y constituirnos en un Pueblo auténticamente soberano, decididamente independiente y definitivamente justo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario