jueves, 3 de noviembre de 2022

REVALUAR LO DEVALUADO

Por Roberto Marra

No solo la moneda está devaluada por estos tiempos históricos. La palabra también lo está. La verdad está depreciada, la justicia ha sido desvalorizada por sus propios ejecutores, la política ha rebajado su valor a la de la simple especulación, la militancia cae en su valor de impulsora de los cambios, la información se devalúa con las falsedades retorcidas y amañadas. Los recuerdos se devalúan en función de imponer supuestas razones superadoras de sus añoranzas. Los buenos tiempos son despreciados con fervor irracional hasta por quienes pudieron vivir en ellos. Hasta la utopías son arrojadas al pozo del disvalor, con tal de acatar los mandatos de la época impuestos desde lejanos “paraísos democráticos”.

En ese barril sin fondo de la desvalorización social, de la entrega del patrimonio cultural, de la negación de la historia, del olvido de la simbología popular, surgen los constructores de una sociedad maniquea, amoral, violenta y genocida. Esa es la base ideológica de los asesinos de la verdad evidente, de los grupos cooptados por la parafernalia mediática para provocar la muerte simbólica o real de quienes representan los valores que deben hacer desaparecer para gobernarnos a su antojo.

El plan del Poder Real se está concretando con dolorosa precisión. Lentamente, fueron dándole forma al menosprecio por las doctrinas liberadoras para reemplazarlas por un engendro antisocial autodenominado “libertario”, retorcida manera de envolver a los pasivos ciudadanos en un corset de falsedades bien transmitidas por sus “medios de tareas” oprobiosas. La penetración en las conciencias de las mayorías atontadas con noticias de cartón pintado, hizo de base para alejarlas de la realidad histórica y empujarlas a las peores manifestaciones de odios sin sustento ni valores que los justifiquen.

El gobierno popular se aleja cada vez más de esa condición primigenia que posibilitó su ascenso al poder político, por efecto de la incondicional rendición ante las corporaciones de aquí y de allá. El temor es ahora la bandera esgrimida en las supuestas batallas contra los “flagelos” económicos. Las prioridades populares son alejadas del horizonte de las soluciones, esperando, al igual que las promesas neoliberales de otros períodos, el derrame miserable de las gotas de monedas que degraden todavía más la miseria acrecentada.

Los jueces desconocen las leyes, los supremos son simples pajes del verdadero poder a quienes los medios les dictan las sentencias con sus titulares, los fiscales acusan sin pruebas y autentifican lo incomprobable, las sospechosos del magnicidio no concretado son liberados (¿para que puedan volver a intentarlo?). Todo encaminado a la calamidad como método de disciplinamiento social. Todo relatado por comunicadores goebbelianos dispuestos a cualquier armado irracional para condenar a las figuras políticas que todavía responden a la lógica de la construcción patriótica. Todo comentado por inútiles funcionarios sin otra función que la de alentarnos a esperar eternamente.

Si todavía conservamos las ideas que nos condujeron a comprender la realidad y querer cambiarla, si nos queda aliento para soplar las velas de este barco a la deriva, estamos obligados a levantar las cabezas con dignidad, a hacer vibrar de nuevo la razón con las notas de la música inmortal de nuestros corazones apasionados por lo solidario, para retomar el camino abandonado en la misma puerta de la felicidad, cuando muchos prefirieron cambiarla por espejitos de colores brillantes y opacos futuros que ahora soportamos.

Nada ni nadie podrá contra este Pueblo, cuando decida dar el paso revolucionario hacia la verdad de su unidad, sin condiciones de pretensiosos oportunistas. Voluntad y pasión serán el combustible necesario para emprender esta nueva esperanza. Razón y conocimiento, deberán ser las bases de la reconstrucción segura de la estructura social que la sostenga. Y revaluar lo tantas veces devaluado, será la tarea imprescindible para volver a ser una Nación justa, libre y soberana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario