lunes, 19 de septiembre de 2022

LOS DOS FUEGOS

Por Roberto Marra

El protagonismo del fuego, por estos tiempos, ha tomado una relevancia esencial. Esa manifestación primitiva de la cultura humana, la misma que llevó a elevar la calidad de la alimentación y el resguardo de las inclemencias meteorológicas en las cavernas prehistóricas, se ha colocado ahora en el centro de las consideraciones cotidianas. Pero ya no como elemento para mejorar la vida, sino como método para matar la naturaleza o asesinar las esperanzas de los pueblos.

Dos fuegos están protagonizando una horrenda obra del terror mancomunada: uno, el que provoca la devastación más hiriente de la vida silvestre en las islas del Paraná, aplastando cientos de miles de años con el encendido de miles y hasta millones de hectáreas de montes naturales, animales y suelos. El otro fuego, es el que no pudo salir del arma letal que fue colocado a centímetros de nuestra Vice-Presidenta para intentar matar la conciencia misma de la mejor herencia social y política de nuestra historia popular.

No es un capricho enlazar ambas expresiones asesinas. No se trata de forzar conexiones entre ellas, sino de observar como, con prístina claridad, se manifiestan los actores políticos, económicos y sociales respecto a estos hechos aberrantes. Y, a poco de andar urgando entre los dichos y declaraciones, además de recorrer la historia de la que emergen cada uno de ellos, se podrá ver que son los mismos. Sí, los mismos que prenden fuego los montes para aumentar las superficies donde colocar sus ganados o sembrar sus comódities, son los que sueñan desde siempre con acabar con la “maldita” presencia del peronismo, esa ideología y su correlato de conciencia popular sobre derechos y felicidades que nunca admiten para nadie más que ellos.

La bala que no salió y el fuego que sí se enciende cada día, son el resultado de la oscura pasión por destruir la vida de millones para apoderarse de fortunas con las que adornar sus féretros el día que les toque dejar este mundo. Esos apátridas sin otra bandera que la muerte en vida del pobrerío, la exaltación de la acumulación obscena de dinero, el desprecio por todo lo que le signifique una pequeña disminución de las dimensiones de sus propiedades, esos son los que alimentaron al que apretara el gatillo que no pudo hacer salir esa bala magnicida.

Son ellos (con su alter ego de las barras y las estrellas detrás) quienes apuntan cada día contra nuestras vidas forzadas a rascar la olla de la miseria alimentaria, en un País de feracidades tan enormes como concentradas en un tan reducido grupito de enajenadores que las explotan. Son ellos los que empujan a esos oligarcas de cabotaje, entes sub-humanos que gritan odios y rencores contra quienes nunca les dañaron, a salir envueltos en la bandera a la que nunca honraron y exhibir amenazas que ahora casi logran concretar.

Y es desde esos mismos personajes defensores de los genocidas de las dictaduras sangrientas que nos asolaron, que salen los combustibles con los que se arrasan los humedales que nunca podremos volver a ver. Son sus “cuatro por cuatro” las que llevan la nafta que consume la naturaleza irrecuperable y transportan a los enajenados que pretenden apuntar contra la líder popular por excelencia de nuestros tiempos.

Hay, como dijo uno de los más brutales referentes de tamaña sed de venganza, un “o ellos o nosotros”. No existe una grieta, porque no pertenecemos al mismo Pueblo. Son dos naciones en una, en una lucha nacida en los albores de nuestra historia, que ellos supieron ganar mediante los más oscuros procederes, para terminar dominando a una sociedad maniatada con relatos fantasiosos y promesas de desarrollos que sabían que nunca llegarían.

Es tiempo de abrir las consciencias, atar cabos con la historia nunca redimida y re-convertir las viejas banderas en esperanzas renovadas. Es la hora de convertirnos en “bomberos” para combatir los fuegos que nos consumen la vida y anulan el futuro. Es el momento justo de aplastar esta “rebelión” de la brutalidad encendida por un monstruo que permanece siempre atento para generar la violencia y provocar la muerte de los eternos “quemados” con sus descargas de odios irresolubles.

Ahora es cuando debemos sacarles las armas que apuntan a nuestras cabezas más esclarecidas, encender el “contrafuego” de la lucha junto a los compañeros de infortunios históricos y miserias cotidianas, para cortar con el avance de la pobreza y la miseria, provocadas por estos asesinos de mentalidades y manos sucias por el dinero y el horror con el que lo obtienen. Para acabar con los criminales protegidos por jueces de togas oscuras como sus conciencias y de fastuosidades hirientes de palacios tribunalicios donde se castiga al pobre y se protege al millonario. Y para cocinar, con este nuevo fuego de la pasión patriótica renovada, el sano alimento de las utopías que alguna vez casi se alcanzaron. Entonces sí, será Justicia.

 

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