jueves, 20 de abril de 2017

EL PODER DE LA MENTIRA

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Por Roberto Marra

La mentira es la que vence en los medios argentinos. Y mundiales, también. Decenas de informaciones pasan por las pantallas y se escriben en los periódicos, con prosas a veces elegantes, otras chabacanas, pero que sirven, en definitiva, al fin último programado: crear una verdad desde la falsedad.
Los objetivos son siempre los mismos: acumular apoyo inconsciente desde las masas de absortos televidentes y lectores, ametrallados con análisis berretas realizados por figurones del pseudo-periodismo que domina ampliamente el espectro comunicacional.
Peor aún, esas supuestas investigaciones periodísticas realizadas por las poderosas agencias de noticias internacionales, también son presentadas como verosímiles por algunos de los pocos buenos periodistas que pueden escucharse en los medios, allanándose, muchas veces, a esos mensajes sesgados que el Poder quiere que consumamos para manejar los hilos de la historia, del presente y del futuro.
Las notas originadas en los países latinoamericanos son elocuentes testimonios de esta degradación noticiosa. Como cuando en las últimas elecciones en Ecuador, se mostraban solo los actos de la oposición, liderada por un reconocido banquero evasor y estafador, al que, sin embargo, se lo presentaba como la salvación frente al “peligroso populismo” de Correa y sus candidatos.
Otro tanto sucede con Venezuela, blanco principal de Estados Unidos por estos tiempos, estigma que ese País hermano carga desde que Chávez se atrevió a desafiar los intereses que el olor a petróleo despierta siempre en los yanquis. La presentación mediática de los canales argentinos es paupérrima y miserable: otra vez se repite la saña inmoral de contraponer la mentira agigantada frente a la verdad ocultada.
Ahí cayeron todos, con la clásica monserga derivada de tratar de parecer imparciales, mostrando la violencia de los “buenos” opositores, como defensa de la libertad contra la opresión de la “dictadura” chavista. Todo sirve para declamar la defensa de una “democracia” que no existiría en ese País.
Liturgia atea adornada con compungidos berrinches libertarios, las imágenes olvidaron, sin casualidad alguna, la masividad de un Pueblo distinto al provocador de tanta violencia viralizada por las redes sociales hasta el empacho. Millones de personas marcharon por un proyecto que los ilusiona, pero fueron  deliberadamente invisibles para nuestra televisión.
Como dice Litto Nebbia: “La historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia”. Y esta es la que nos roban cada día, desde los machacados zócalos de los canales de noticias y los falsos comunicadores de las mentiras del Poder.

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