“Las comunicaciones en América latina deberían estar fuertemente encriptadas”
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| Imagen de www.elcomercio.com | 
Por Marcelo Justo* (Desde Londres)
Según Assange (fundador de Wikileaks), Internet puede hacer 
palidecer las peores pesadillas de control poblacional imaginadas en 
1984, de George Orwell. El periodista australiano cuestionó el acceso a la 
información que tienen superpotencias sobre otros países, habló de las 
ventajas y desventajas de Internet y dijo que los medios usan su 
presencia para apuntalar intereses económicos y políticos.
–Usted habla en su libro de Internet como posible amenaza 
para la civilización. Muchos piensan que Internet es un arma para el 
progreso humano que ha producido, entre otras cosas, Wikileaks. ¿No es 
su interpretación un poco pesimista?
–No cabe duda de que Internet ha dado poder a gente que no lo tenía 
al posibilitar el acceso de todo tipo de información a nivel global. 
Pero al mismo tiempo hay un contrapeso de esto, un poder que usa la web 
para acumular información sobre todos nosotros y utilizarla en beneficio
 de los gobiernos y las grandes corporaciones. Hoy no se sabe cuál de 
estas dos fuerzas va a imponerse. Nuestras sociedades están tan 
íntimamente fusionadas por Internet que ésta se ha convertido en un 
sistema nervioso de nuestra civilización que atraviesa desde las 
corporaciones hasta los gobiernos, desde las parejas hasta los 
periodistas y los activistas. De modo que una enfermedad que ataca este 
sistema nervioso afecta a la civilización en tanto tal. En este sistema 
nervioso hay vastos aparatos del Estado, principalmente, pero no 
únicamente, de Estados Unidos, que operan para acaparar todo este 
conocimiento que Internet suministra sobre la población. Este es un 
problema que simultáneamente nos sucede a todos. Y se parece en este 
sentido a los problemas de la Guerra Fría.
–Usted es muy crítico de Google y Facebook, que mucha gente 
considera como maravillosas herramientas para el conocimiento o las 
relaciones sociales. A esta gente en su experiencia cotidiana no le 
importa la manipulación que se pueda hacer con Internet.
–No les importa porque esta manipulación de información está oculta.
 Creo que en los últimos seis meses esto está cambiando. En parte por 
Wikileaks y por la represión que hemos sufrido, pero también por el 
periodismo y la investigación que se está haciendo. Google es excelente 
para obtener conocimiento, pero también está suministrando conocimiento 
sobre los usuarios. Google sabe todo lo que buscaste hace dos años. Cada
 página de Internet está registrada, cada visita al Gmail también. Hay 
gente que dice que no importa porque lo único que quiere es vender 
avisos. Ese no es el problema. El problema es que Google es una compañía
 que tiene su sede en Estados Unidos sujeta a la influencia de poderosos
 grupos. Google le pasa información al gobierno de manera rutinaria. 
Información que se usa para otros propósitos que el conocimiento. Es 
algo que en Wikileaks sufrimos de primera mano. Es algo que le ha 
sucedido a muchísima gente.
–Pero a nivel de control de Estado hay usos legítimos de 
Internet para la lucha contra la pornografía infantil, el terrorismo, la
 evasión fiscal.
–Indudablemente hay usos legítimos y la mayoría del tiempo la 
policía los usa adecuadamente. Pero las veces en que no lo hacen, pueden
 ser terribles, aterrorizadoras, como está sucediendo en estos momentos 
en Estados Unidos. Hay que tener en cuenta que lo que llamamos los 
cuatro jinetes del apocalipsis –la pornografía infantil, el terrorismo, 
las drogas y el lavado de dinero– son usados para justificar un sistema 
de vigilancia masivo de la misma manera que se usaron las armas de 
destrucción masiva para justificar la invasión de Irak. No se trata de 
una vigilancia selectiva de personas que están cometiendo un delito. Hay
 una grabación permanente de todo el mundo. Eso es una amenaza diferente
 de todo lo que vivimos antes, algo que ni siquiera George Orwell en 
1984 pudo imaginar.
–En Occidente se ha hablado mucho de la revolución de 
Twitter para explicar la Primavera Arabe. ¿No es éste un ejemplo 
perfecto del potencial revolucionario de Internet?
–La Primavera Arabe se debió a la acción de la gente y de los 
activistas, desde la Hermandad Musulmana hasta otros grupos organizados.
 Internet ayudó el panarabismo de la rebelión con gente de distintas 
partes aprendiendo unos de otros. También ayudó a que Wikileaks 
difundiera los documentos que dieron más ímpetu al movimiento. Pero si 
usted mira los manuales de los grupos que coordinaban las protestas, en 
la primera y última página recomendaban que no se usaran Twitter y 
Facebook. Para las fuerzas de seguridad los mensajes en Twitter ni 
Facebook son un documento probatorio de fácil acceso para arrestar 
gente.
–¿Qué se puede hacer entonces?
–Lo primero es ser consciente del problema. Una vez que uno es 
consciente, no se comunica de la misma manera por estos medios. Hay una 
cuestión de soberanía que los gobiernos de América latina deberían tomar
 en cuenta. Las comunicaciones que van de América latina a Europa o Asia
 pasan por Estados Unidos. De manera que los gobiernos deberían insistir
 en que estas comunicaciones estén fuertemente encriptadas. Si un 
servidor de Internet de Brasil hace un acuerdo con uno europeo es 
importante que la información esté encriptada. Los individuos también 
deberían hacerlo. Y esto no es fácil.
–¿De qué manera un gobierno democrático o un Congreso puede 
contribuir a preservar el secreto de las comunicaciones por Internet?
–Para empezar, garantizando la neutralidad del servicio. Igual que 
con la electricidad, no se puede negar el suministro basado en razones 
políticas, con Internet no debería existir esta posibilidad de controlar
 el servicio. El conocimiento es esencial en una sociedad. No hay 
sociedad, no hay constitución, no hay regulación sin conocimiento. En 
segundo lugar hay que negarles a las grandes potencias y superpoderes el
 acceso a la información de otros países. En Argentina o Brasil la 
penetración de Google y Facebook es total. Si los parlamentos en América
 latina consiguen introducir una ley que consagre el encriptamiento de 
la información, eso será fundamental.
–Hemos hablado de la revolución de Twitter, pero en términos
 de medios más tradicionales como la prensa escrita o la televisión, 
vemos que hay un creciente debate mundial sobre su lugar en nuestra 
sociedad. El cuestionamiento al poder de grandes corporaciones 
mediáticas como el Grupo Murdoch o Berlusconi en Italia y las leyes y 
proyectos en Argentina o Ecuador para conseguir una mayor diversidad 
mediática muestran un debate muy intenso al respecto. ¿Qué piensa de 
estas iniciativas?
–Nosotros hemos visto en nuestra propia lucha cómo el Grupo Murdoch o
 el Grupo Bonnier en Suecia han distorsionado deliberadamente la 
información que dan sobre nuestras actividades porque sus organizaciones
 tienen un interés en el caso. Entonces tenemos por un lado censura a 
nivel del Estado y, por el otro, el abuso de poder de grupos mediáticos.
 Es un hecho que los medios usan su presencia para apuntalar sus 
intereses económicos y políticos. Por ejemplo, The Australian, que es el
 principal periódico de Murdoch en Australia, ha tenido pérdidas durante
 más de 25 años. ¿Cómo es esto posible? ¿Por qué lo sigue manteniendo? 
Porque es utilizado como un palo con el que golpear al gobierno para que
 ceda en determinadas políticas importantes para el Grupo Murdoch. El 
presidente Correa hace una diferencia entre la “libertad de extorsión” y
 la “libertad de expresión”. Yo no lo pondría exactamente así, pero 
hemos visto que el abuso que hacen grandes corporaciones mediáticas de 
su poder de mercado es un problema. En los medios, la transparencia, la 
responsabilidad informativa y la diversidad son cruciales. Una de las 
maneras de lidiar con esto es abrir el juego para que haya un incremento
 masivo de medios en el mercado.
*Publicado en Página12
 
 
 
 












 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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