domingo, 5 de agosto de 2012

DESENDEUDAR ES LA TAREA

Por Hernán Brienza*

Con una sola variable se puede reflexionar sobre toda la historia argentina y hacer una división –obviamente esquemática y binaria pero que es útil para mapear política e ideológicamente estos más de 200 años que nos preceden– entre presidencias nacionales y populares y las liberal-conservadoras.
Y la primera conclusión que se podrá establecer es la siguiente: estos últimos –desde Bernardino Rivadavia hasta Fernando de la Rúa endeudaron desvergonzadamente al Estado con organismos financieros de distintas formas–; los primeros, en cambio –desde Manuel Dorrego a Cristina Fernández de Kirchner– comprendieron que no hay posibilidad de llevar adelante un proyecto económico autónomo y sustentable si ese Estado no se libera de las ataduras financieras, verdaderos cepos para el crecimiento de una Nación, impuestas por la toma de deudas realizadas en formas absolutamente irresponsables, cuando no criminales para el futuro de las mayorías argentinas.
El discurso de la presidenta en la Bolsa de Comercio se sumerge en esta histórica disputa entre endeudadores y desendeudadores. Ella misma lo recordó cuando dijo: "Lo que vamos a pagar ahora, el Boden 2012, qué es si no el dinero que debían haberles devuelto los bancos a los ciudadanos y ciudadanas argentinas. Entonces, a mí me llaman mucho la atención los críticos del estatismo cuando la regulación es sobre las empresas; sin embargo, nadie dijo nada cuando se amplió la deuda, en 1982, del sector privado. En realidad, el tema de la deuda –como yo les quería comentar– viene desde el nacimiento de nuestra historia. Nació con la Baring Brothers, de Londres, el inefable Bernardino Rivadavia, que todavía no sé por qué llevan tantas plazas y calles su nombre, pero lo cierto es que un millón de libras esterlinas se le prestó, entre comillas, a la Argentina, de la cual solamente quedaron 500 mil libras en oro, en Londres, porque las otras 500 mil se le pagaron en comisiones a los bancos y los banqueros, hasta viáticos de los funcionarios, comisiones. Y a la República Argentina llegaron solamente 60 mil libras. Esto fue lo que ingresó realmente a la Argentina. Y esta deuda contraída con la Baring Brothers, de Londres, por Bernardino Rivadavia, recién se terminó de pagar en el año 1904, y se terminó pagando 27 millones de pesos oro contra 3 millones de pesos papel que habíamos recibido en aquel momento."
Lo interesante de la historia es que detrás de Rivadavia, llegaron primero Manuel Dorrego y luego Juan Manuel de Rosas. El primero, intentó tomar deuda pública en pesos mediante colectas semiforzosas a los estancieros bonaerenses para cancelar la deuda externa, y el segundo, un poco más radical, decidió directamente desconocer la deuda con la Baring Brothers y no pagarla durante décadas.
El modelo agroexportador –el proceso que comienza con Mitre y concluye con la Década Infame– también es un modelo tomador de deuda permanente y por necesidades estructurales como lo fue el menemismo. Los desbalances comerciales con Gran Bretaña, producto de las diferencias en los términos de intercambio (exportación de materias primas-importación de productos con valor agregado) y la toma de deudas para saldar esos desequilibrios fueron las principales causas –como bien explica Mario Rapoport en su Historia social, económica y política de la Argentina– de la crisis de 1890, por ejemplo, con síntomas muy similares a los de la crisis de 2001.
El siglo XX también se divide entre de-sendeudadores como Juan Domingo Perón, quien en 1948 canceló el último pago de deuda estableciendo su celebrada Independencia Económica en la provincia de Tucumán, y los endeudadores, como la dictadura de Pedro Aramburu, que en 1957 logró que Argentina ingresara al circuito de los organismos multilaterales de créditos y tomara la primera deuda con el inefable Fondo Monetario Internacional.
Luego, como bien dijo la presidenta, "los otros dos grandes momentos de endeudamiento se dan durante la dictadura, desde 1976 hasta 1983, con el advenimiento de la democracia. Allí el sector privado fue fundamentalmente el endeudado, y que culminó con la estatización, que el doctor Cavallo y obviamente el gobierno sostuvieron…no, no, si estamos hablando de las cosas que pasaron, no hace falta silbar, ni adjetivar, con describir es suficiente. Entonces se estatizó la deuda y no escuché a ninguno de los defensores o críticos permanentes del estatismo manifestarse contra la estatización de la deuda de los privados, que finalmente son los bonos Par, los bonos Discount, etc., etc., que son con legislación de Nueva York y que terminaremos de pagar recién en el año '34. 
Luego vino el segundo período de endeudamiento, que fue el de la Convertibilidad, y para sostener la ficción de que un peso era igual a un dólar. Nos endeudamos, inclusive, para sostener gastos corrientes y además desprendiéndonos de bienes. Algunos, afortunadamente, hemos recuperado para el patrimonio de los argentinos, pero lo cierto es que hubo un endeudamiento que culminó. Sería también poco serio achacarle al último gobierno que le explotó en las manos la bomba la responsabilidad de todo endeudamiento."
Desendeudar es hacer patria, de una forma desagradable, pero es hacer patria. Es muy romántico proclamar el no pago de la deuda externa, pero lo cierto es que cancelar deuda es recuperar herramientas de soberanía en este mundo atravesado por el capitalismo financiero. Los argentinos debemos tener en cuenta, también, a la hora de elegir a nuestros gobiernos, la variable de la administración pública. Y en el presente la dicotomía es: mientras Cristina salda deuda para obtener independencia económica, el intendente de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, endeuda al Estado porteño con bancos internacionales encadenando a los porteños a futuras crisis financieras y de gestión. La política no es sólo cuestión de globitos amarillos.
Una sola cosa más: una década de consistencia fiscal, de desendeudamiento, de ahorro público no pueden ser arrojados por la borda en 2015 por una mala decisión colectiva de los argentinos frente al voto. Continuar con estas políticas de Estado es un deber para las grandes mayorías. Los argentinos tenemos un capital ahorrado. Alrededor de 45 mil millones de dólares, que es un botín apetitoso para bancos internacionales y políticos inescrupulosos. Lo importante es eso. Lo demás, son nimiedades para un programa de circo que puede televisarse por cualquier canal del Grupo Clarín.
*Publicado en Tiempo Argentino

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