jueves, 7 de julio de 2011

SANANDO HERIDAS DE TRES DÉCADAS

Por Javier Lewkowicz*

En una conferencia organizada por el Plan Fénix, cuatro expertos detallaron las condiciones del mercado laboral y las compararon con el proceso que terminó en la crisis de 2002. Luces y sombras de una recuperación aún no finalizada.
“La situación laboral comenzó a deteriorarse en forma más o menos sostenida a principios de los ’80, hasta que en 2002 alcanzó el punto más agudo de nuestra historia. Comparando ese cuadro con la situación actual, hay muy pocos países en el mundo que en tan pocos años hayan podido reducir tanto el desempleo y el subempleo”, señaló Julio Neffa, uno de los investigadores más prestigiosos del mercado de trabajo, en la charla “Hacia el pleno empleo de calidad”, organizada por el Plan Fénix. Sin embargo, Neffa advirtió que los salarios reales en buena medida no se recuperaron respecto de 2001 y que la mejora en la distribución funcional en los últimos años se debió mayormente a las políticas sociales. Resaltó que “el empleo en negro es una asignatura pendiente” y que “el mercado de trabajo discrimina a los jóvenes”.
Del encuentro también participaron Dora Barrancos, miembro del directorio del Conicet; Demian Panigo, investigador del Ceil-Piette (Conicet), y Héctor Palomino, director de estudios de Relaciones del Trabajo del Ministerio de Trabajo, quien completó la descripción del cuadro de destrucción que propició el neoliberalismo. Recordó que en 1974 el 80 por ciento de los ocupados eran “no precarios”, mientras que en 2002 llegaban sólo al 46 por ciento. En tanto, los precarios pasaron del 18 al 35 por ciento, mientras que el desempleo, del 5 al 19 por ciento. Los trabajadores no precarios son asalariados “en blanco”, profesionales y cuentapropistas con ingresos superiores al tercer decil de los trabajadores registrados. Los precarios son empleados no registrados y cuentapropistas con ingresos inferiores al tercer decil. En 2010, los ocupados no precarios subieron a 61 por ciento, los precarios bajaron a 31 por ciento, y el de-sempleo, al 8 por ciento.
Según explicó Palomino a Página/12, la calidad del empleo comenzó a mejorar desde 2005, a partir de las inspecciones de Trabajo y AFIP, cambios en la normativa jurídica (ahora el trabajador tercerizado está habilitado para hacer juicio directamente a la empresa principal) y la presión derivada de la caída del desempleo. De modo complementario, los asalariados fueron incrementando su peso, hasta el 76 por ciento de los ocupados en la actualidad, una marca record.
Según Neffa, los asalariados obtuvieron en 2002 el 34,3 por ciento del PIB, mientras que en 2007 subieron a 42,3. “Aún no llegamos al valor de 1993. En el último tiempo la distribución del ingreso mejoró pero por las políticas sociales”, destacó. El alza salarial depende en parte del nivel de organización sindical. “Argentina es uno de los pocos países donde en los últimos años creció muy fuerte la densidad sindical”, indicó Palomino. En 2003, el 19 por ciento de los asalariados estaba afiliado a un sindicato, mientras que en 2010, el 24 por ciento. “Uno de cada dos nuevos trabajadores está sindicalizado”, agregó.
En cuanto a la política social, determinante para la mejora distributiva, Panigo resaltó que la tasa de cobertura previsional se incrementó desde el 50 por ciento en 2002 hasta el 90 por ciento, luego de las dos amplias moratorias que lanzó el Gobierno. Además, resaltó que la Asignación Universal por Hijo (AUH) tuvo mucho impacto en la región del NEA, en familias numerosas y madres solteras con hijos.
Panigo explicó que la desigualdad medida por el coeficiente de Gini casi no se modificó con la AUH porque ese indicador pondera mucho el rango de ingresos medios. En cambio, la ratio entre los ingresos del primer decil contra los del último mejoró un 33 por ciento. “Hoy tenemos los mismos niveles de indigencia que en 1974, pero estamos muy lejos en pobreza y desigualdad. Además, en el ’74 todo era empleo digno y de calidad, y ahora el peso de la intervención estatal en la transferencia de ingresos es enorme”, concluyó.

*Publicado en Página12

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