miércoles, 15 de enero de 2025

UN GESTO OLVIDADO

Por Roberto Marra

Un eslogan de hace algunos años, decía que “la solidaridad es un gesto que vuelve”. La cuestión es saber que se entiende por solidaridad. ¿Se pretende devolución de un acto solidario? ¿Se ejerce con total altruismo, o es una actuación hipócrita para generar una imagen de lo que no somos ni sentimos?

Considerando que uno de los sinónimos de esa palabra es “compañerismo”, ¿se puede considerar que hay solidaridad entre los diversos sectores que hacen vida dentro de un mismo movimiento político cuando se entrecruzan desvalorizaciones y acusaciones entre ellos?

Teniendo en cuenta que otro sinónimo de solidaridad es “compasión”, ¿de verdad podemos aseverar que existe cuando miles de niños, mujeres y ancianos son acribillados sin piedad por la maquinaria sanguinaria y genocida de Israel en Palestina, sin que se levanten millones de rebeliones mundiales contra semejante monstruosidad?

A partir del sinónimo “respaldo” de aquel término altruista, ¿Pueden considerarse solidarios a los pseudo-sindicalistas que mantienen sus traseros apoltronados desde siempre, viendo como se violan los derechos laborales que, se supone, ellos deben defender?

En respuesta a otro sinónimo, como el de “fraternidad”, ¿cabe aplicarse el concepto para una sociedad que deja inermes a los pueblos originarios, abandonados a la suerte de las decisiones de los capataces de los estancieros que decidan robarse sus tierras?

¿Qué pasa con el término “participación”, como uno de los conceptos complementarios de la solidaridad? ¿Acaso es ejercida de verdad, se la promueve, se la toma como esencial para la elevación del protagonismo popular en las decisiones que importan?

¿Hay “fidelidad” de dirigentes a dirigidos de los partidos políticos populares? ¿Y entre los mismos dirigentes? ¿La hay de los conductores hacia los militantes que les proveen de ideas y proyectos?

Se ejerce tal cosa como la “ayuda” real, concreta, despojada de verborragia politiquera, hacia los más desprotegidos de la sociedad, los vulnerables eternos, los marginados por la maquinaria expulsora de este capitalismo salvaje? ¿O sólo se trata de discursos vacíos de corazón y repletos de especulación?

¿Es la “unión” un sinónimo muy utilizado en la actualidad, cuando se hunden en la miseria a millones de compatriotas sin que medie otra cosa (a veces) que la pobre respuesta a traves de las redes de internet, como único acto “solidario”?

En realidad, lo solidario ha pasado a convertirse en algo casi perimido, un propósito ejercido por algunas pocas almas buenas, mayoritariamente pobres, que todavía conservan el recuerdo de sus humanidades a flor de piel. La miseria material suele ser mala consejera, pero peor es la miseria moral de los que tienen la posibilidad de hacer algo por otros, pero deciden no hacerlo.

Lo que avanza no es la “libertad” de estos monigotes autotitulados “libertarios”, sino la asquerosa condición inhumana de sus conceptos clavados en los pobres corazones, al amparo de los que debieron ser líderes de rebeliones inmediatas, pero optaron por dejar sus pies en el plato de la opción mercantilista de la política.

Tal vez, cuando crean llegado el momento de sus “victorias”, pedirán apoyo a quienes antes dejaron sin otra alternativa que la de comer salteado y mal, hundidos en la derrota material y espiritual, abandonados en el hundimiento mortal de esta Patria desvencijada y sometida. Y, tal vez, debiera resurgir entonces la solidaridad entre los sometidos y padecientes, entre los últimos orejones de este tarro de incongruencias sociales, para solventar una auténtica rebelión, que subvierta la miserable condición de los sometedores y la de sus lacayos políticos de ocasión, embarrados en la estéril pelea egoista por cargos que nunca terminan por ejercer a cabalidad.

Y, otro tal vez, pudiera lograrse entonces regresar a las fuentes doctrinarias eternizadas en la memoria de los que nunca olvidan, para reconstruir la historia que jamás debió extraviarse, para levantar una muralla inexpugnable para los enemigos de este Pueblo maltratado, que sirva de base inconmovible para un nuevo tiempo de felicidades populares. Y de solidaridades reales...

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