viernes, 30 de julio de 2021

COMUNICAR ES REVOLUCIONARIO

Imagen de "En Orsai"
Por Roberto Marra

Si poseer medios de comunicación no fuera importante para dominar a las sociedades, hace mucho que los poderosos del Mundo habrían dejado de monopolizarlos. O. al menos, de intentarlo. Por esa simple razón, es inconcebible en estos tiempos, pretender construir poder sin el necesario desarrollo paralelo de medios alternativos de comunicación, que sean capaces de enfrentar a la inmensa red de empresas mediáticas que propagan una sola ideología, un solo pensamiento, siempre enfrentados a los intereses populares, nunca permisivos del más mínimo desborde de verdades a las que ignoran y tapan, denigran y someten, adecúan y retuercen.

No hay mejor ejemplo de semejante proceder, que lo que sucede en nuestro País, sometido desde hace décadas a las prácticas cartelizadas de un grupo de medios de comunicación oligopólicos. Con sus construcciones de relatos fantasiosos, espúrios y tenebrosos, han logrado establecerse como “la verdad revelada”, el paradigma de la sabiduría periodística. Controlando las mentalidades de las mayorías, a las que le succionan sus magras entradas económicas para el pago de cifras absolutamente desligadas de la “oferta” que entregan en sus cables, han sabido encontrar los modos de convencer de sus “inequívocas” sentencias televisivas, radiales y escritas, a una masa inerme de observadores de la casi única propuesta a la que pueden acceder.

Cierto es que existen algunas alternativas a esta runfla de multiplicadores de las verdades a medias o las directas mentiras. Pero sus comportamientos no forman parte de una coordinada metodología comunicacional que pueda oponérsele a semejante estructura mediática, donde centenares de radios y televisoras se encargan de difundir sus unificados mensajes las 24 horas y los 7 días de la semana. Más bien, esas emisoras alternativas se nutren de ciertos métodos comunicacionales que profundizan la dependencia de los otros, al ser una constante caja de resonancia de los dichos de periodistas y entrevistados de los que, se supone, son sus adversarios del éter.

Mientras tanto, el Gobierno Nacional y los gobiernos provinciales afines ideológicamente, no se han propuesto (o, al menos, no lo han manifestado como prioridad) construir esa imprescindible red comunicacional que sea capaz de confrontar, en igualdad o semejanza de condiciones, a aquella que viene envenenando las conciencias del pueblo durante tanto tiempo. Lejos de ello, sus integrantes les sirven en la bandeja del despretigio sus opiniones a esos ridículos personajes que intentan hacernos creer que hacen periodismo, cuando en realidad, sólo se dedican a la horrorosa metodología de la mentira repetida y profundizada a cada minuto.

Atrapados en la cultura de “lo privado” como exaltación de “la libertad de expresión”, abonan con sus presencias en esos antros de la imbecilidad mostrada como sabiduría, la profundización de sus dominaciones sobre nuestros ciudadanos. Allí se diseccionan sus pensamientos y propuestas, hasta convertirlas en una paradójica muestra de incongruencias con la autenticidad con las que fueran mostradas. Ignorando la realidad, construyen una que les sea conveniente a sus intereses, dando una cabal muestra de la degradación a la que se puede llegar cuando los billetes importan más que la honestidad intelectual.

La comunicación de un gobierno resulta ser el eje de la posibilidad de obtención de los necesarios respaldos a sus políticas. Ejercerla con actitud timorata, otorga más ventajas todavía a las ya exorbitantes que tienen el enemigo ideológico. Hacer de ella la base de sustentación del desarrollo de la conciencia ciudadana sobre cada uno de los termas que permitan construir los procesos virtuosos que se propongan, sería la manera de demostrar que no se está tratando sólo de intentar alguna que otra modificación a las estructuras económicas, sociales y políticas. Al buscar los modos eficientes de comunicar sus actos, se le estaría disputando el poder a quienes lo creen para siempre suyo. Desarrollar una política comunicacional planificada y multiplicada en todo el territorio nacional, permitirá ejercer el derecho a informarse por parte de la población destinataria de las acciones gubernamentales.

La ciencia y la tecnología nos está brindando, hoy día, la posibilidad de una conectividad que, hasta ahora, sólo terminan aprovechando los enemigos del crecimiento de todos y cada uno de los habitantes de nuestra Nación. Ha llegado el momento de dar vuelta la página del abandono de las comunicaciones al libre albedrío de los peores destructores de esperanzas populares. Va siendo tiempo de reconstruir, además de la economía arrasada por el vendaval neoliberal (y precisamante por ello), la cultura nacional y popular. Y deberá hacerse con la edificación de una masiva red de medios, capaz de alcanzar cada milímetro cuadrado de nuestro territorio con la verdad sin tapujos ni dobleces, una realidad que abra los corazones y las conciencias a un porvenir que no podrá construirse sin el protagonismo de sus destinatarios, ejerciendo el digno compromiso de saber comunicar los sueños que nos aplastaron a fuerza de mentiras programadas.

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