miércoles, 4 de noviembre de 2020

DE PERIODISTAS Y ORANGUTANES

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Por Roberto Marra

Estudios recientes, reflejados en revistas de ciencia, aseguran que los orangutanes tienen la capacidad de elaborar pensamientos complejos. Se ha comprobado que estos primates tienen la capacidad de tomar decisiones adaptables, contrapesando esfuerzo y resultados para elegir cómo actuar o qué herramienta usar en una situación donde existan diversas alternativas. La revista Science Advances publicó en el 2018 un estudio que, incluso, mostraba que los orangutanes tienen cierto sentido del pasado y del futuro, siendo capaces de comunicarse con sus crías para enseñarles estos conceptos.

Estas revelaciones ponen en evidencia que esos habitantes de las selvas poseen capacidades superiores a las de la mayoría de los autoasumidos como “periodistas” en nuestro País (y, en general, en todo el Mundo). Es que estos onanistas intelectuales vienen demostrando, desde hace demasiado tiempo, que no son capaces de tomar decisiones que se adapten a la realidad, porque no son hábiles para elegir cómo actuar ni que herramental comunicacional utilizar, ya que funcionan únicamente con el control remoto de las decisiones de sus patrones. Por otra parte está claro, al escucharles y verles, que no reconocen el pasado real ni comprenden las proyecciones hacia el futuro de los hechos que tan mal transmiten y, muchísimo menos, están capacitados para extraer enseñanzas de esos acontecimientos.

No resulta extraño, entonces, escuchar (a quien logre soportarlos) los improperios intelectuales que reiteran en cada aparición en pantalla, o en las emisiones radiales, o en los (malos) escritos de los pasquines que se dan en llamar “grandes diarios”. Sin embargo, a pesar de sus ineptitudes intelectuales y sus amoralidades, han establecido una dependencia de sus procacidades en la población mayoritaria, logrando la adopción de sus escabrosas elucubraciones en millones de personas, que sólo ven y escuchan lo que estos primates inferiores tienen para decir.

A los gritos, como esas manadas de animales que parecen estar discutiendo que banana se comerá cada uno; o impostando sus voces y apariencias para parecer inteligentes y pacíficos, estos asesinos de la realidad transitan el camino de la mentira con el desparpajo que les permite no ruborizarse con cada palabra que, invariablemente, está dirigida a desatar la ira de sus escuchas o televidentes hacia los enemigos del Poder al que sirven.

Sus servicios han sido elocuentemente beneficiosos para los privilegiados dueños de casi todo, más que nunca en los años recientes, donde lograron introducir tanto veneno espiritual en las mentalidades debilitadas de los ciudadanos, que hasta les hicieron elegir a sus verdugos para conducir la Nación. Ahora, después que el “populismo” les ganara la parada electoral, han incrementado sus vorágines discursivas antipopulares, pergeñando cuanta imbecilidad sean capaces de crear para solaz de los idiotizados y martirio de los que todavía sueñan con ser felices en un País igualitario.

Sus ridículas expresiones durante el transcurso de la pandemia, no hacen sino confirmar que sus capacidades son muy inferiores a las de aquellos “sabios” primates con los cuales se los puede comparar. Sobre todo, las inherentes a los sentimientos, de los cuales sólo poseen los que representan a lo peor de las construcciones cognitivas de los seres humanos. El odio y el desprecio a la cabeza de sus sentidos comunes, son la vara con la que miden a sus entrevistados. La burla y la agresividad son la forma de comunicarse con sus seguidores, replicantes gustosos de cuanto ataque se genere hacia los integrantes del gobierno popular que les resulten más insoportables.

Así van construyendo esa realidad paralela (y para lelos) que les permite mantener a la defensiva a los gobernantes, en vez de ocuparse de elevar la calidad de los mensajes que hagan comprender sus actos a las mayorías. De esa manera producen descalabros financieros, desesperación por la incertidumbre que provocan, necesidad de cubrir sus desmanes para evitar males mayores a los ya insoportables.

Tal vez, en un lejano futuro, científicos de entonces logren dilucidar cómo fue que nuestro País pudo generar semejantes parientes cercanos a los inteligentes orangutanes, pero con la desgraciada capacidad del habla sólo utilizable para mentir. Probablemente, esos antropólogos descubran lo que muchos imaginamos y, lo que resulta peor, soportamos: que sólo la especie humana es capaz de crear sub-especies incapaces de la empatía, como modo de generar y mantener dominaciones de unos pocos sobre millones. Queda la duda sobre si esos científicos del futuro, no terminen siendo los propios orangutanes, prestos a imponerse a la humanidad conocida, ante el retroceso intelectual a la que somos sometidos cada día por la decadente manada de inútiles con pretendidos títulos de... “periodistas”.

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