miércoles, 10 de enero de 2018

LOS CHACALES

Imagen de "Ámbito Financiero"
Por Roberto Marra

El chacal es una especie de los cánidos, depredador por excelencia de animales de pequeño tamaño. Pretendiendo semejanzas con algunos humanos, se suele denominar con ese nombre a personas malvadas, de características nefastas para las sociedades. Sin embargo, lejos están, esos pobres animalitos, de parecerse a esos representantes de lo peor de la humanidad.
Los cánidos en cuestión simplemente cumplen una función ecológica en la cadena alimenticia, sin otras pretensiones que la subsistencia. Sus símiles humanos, en cambio, representan la culminación del odio derivado de la acumulación de poderes fácticos, sostenidos siempre por otros congeneres de mayor poder, a quienes sirven en sus propósitos de concentración de riquezas sin límites.
A lo largo de la historia han habido muchos casos de estos “chacales”, las más de las veces formando parte de fuerzas armadas utilizadas como punta de lanza de los peores planes de devastación social. La dictadura del '76 representa la cúspide en esa terrorífica forma de imposición de modelos de concentración económica, con la aparición de personajes dignos de pesadillas hollywodenses jamas imaginadas.
Pero si malos son quienes ejecutan las atrocidades y vejaciones a inermes seres humanos, peores son, sin dudas, quienes ordenan o se aprovechan de semejantes hechos, con el miserable objetivo de sus enriquecimientos vergonzantes. De esa “especie” tan particular han surgido los actuales gobernantes de la Nación. Y el plural es justo, porque no se trata solo de quien ejerce innoblemente el cargo de presidente, sino también de sus “camaradas” de ruta depredatoria.
Surge así un interrogante que los ciudadanos tenemos la obligación de hacernos: ¿son dignos de respeto estos representantes, cuando por sus acciones se pierden todo tipo de derechos laborales, sociales y culturales? ¿Es lógico, frente a tanta maldad despreciativa de los más elementales valores morales, solicitarles que “se pongan una mano en el corazón” para modificar algunas de sus bestiales medidas de destrucción masiva? ¿De cual corazón hablamos, en tanto representación del alma que no pueden poseer, por ser simples maquinarias del desprecio y el robo sistematizado de las esperanzas populares que los ungieron en sus cargos?
Otros personajes, periodistuchos temerosos de estos “chacales” productores de pobrezas y miserias, de abandonos y persecusiones, de olvidos y muertes en la oscuridad del ocultamiento cotidiano, nos muestran falsas escenografías de pasados, que borraron de un plumazo asesino del sentido común de las mentes de millones de obsesionados con odios, de los que ni siquiera comprenden sus orígenes.
Cuando, por la lógica profundización de los desequilibrios financieros, económicos y sociales, se caiga a pedazos el plan de la miseria popular, el retroceso habrá sido tanto que la reconstrucción más necesaria será la del alma de cada uno de los argentinos, para insuflarle, por enésima vez, el espíritu de una Patria que se perdió en el mismo y repetido laberinto, estructura de un Poder que será imprescindible destruir para impedir, esta vez para siempre, el regreso de los perversos “chacales” humanos.

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