lunes, 28 de agosto de 2017

RECORDAR O REPETIR, ESA ES LA CUESTIÓN

Imagen de "Azteca Trece"
Por Roberto Marra

¿Qué extraña fuerza hace que una mariposa nocturna se dirija hacia una llama para morir quemada? ¿O qué es lo que compele a las ballenas a encallar en playas donde dificilmente sobrevivan? Las respuestas a estos enigmas tal vez sean de más fácil hallazgo que las razones por las cuales los seres humanos repiten, una y otra vez, sus comportamientos comprabadamente negativos.
Se tiende a pensar que la acumulación de experiencias asegura mejores respuestas ante las circunstancias negativas que suelen atravesar a las personas a lo largo de sus existencias. Aplicando un análisis lógico, debiera ser mucho más fácil encontrar respuestas diferentes ante situaciones repetidas, a medida que avanzan nuestras vidas.
Lejos de ser un aliciente para evitar males ya soportados, hasta pareciera haber un goce por reiterar comportamientos similares ante los mismos exactos hechos que nos llevaron a hundirnos en los peores de los infiernos individuales y sociales. Más aun, resulta imposible de creer que las mismas personas acepten incluso los mismos argumentos que los condujeron, antes, al abismo existencial.
Nadie como un argentino para corroborar que esto es así. Como si fuera una rueda, la historia nos ha retornado siempre a los que parecen ser los mismos lugares y a las peores tragedias ya vividas. Y no es que siempre nos ha sido impuesto ese regreso por la fuerza, sino que eventualmente ha sido la propia sociedad la que ha elegido ese rumbo hacia la llama que nos quemará por enésima vez.
Lo peor es que no se trata de una rueda circular nuestra historia, sino de una espiral, donde con cada regreso se profundizan los dolorosos resultados de la aplicación de los mismos proyectos, pero con métodos actualizados por los eternos conspiradores del Poder.
Océanos de gotas han horadado nuestros cerebros durante décadas, hasta hacerlos permeables a los mensajes de autodestrucción social y aceptación de destinos impuestos por quienes hace mucho tiempo han decidido cuales serán, con el único objetivo de continuar con la rapiña económica y el poder infinito.
La sumisión es cosa de esclavos eternos. La dignidad, en cambio, es la virtud de quienes se piensan parte de una sociedad que asume sus experiencias y las acumula en el corazón, además de en la razón. Recordar será, entonces, la herramienta más eficaz para construir sociedades que no avancen nunca más hacia el agujero negro de la repetición de la historia.

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