Por Roberto Marra
La cobardía es el don de los arrogantes, es la materia prima del negacionismo, es la labor empeñosa de los que quieren cambiar para que no cambie nada, es la tribuna desde donde se emiten consignas vacías, es la fuerza letal que arrasa con las esperanzas populares, es el sentimiento promovido por los medios del Poder Real, es la muerte cotidiana de las ideas, es la “valentía” de los fuertes contra los débiles, es el descalabro del raciocinio fabricando muerte de niños en nombre de un dios inventado a la medida de sus intereses, es la miseria de millones para regocijo de unos pocos cientos, es el alma vendida al peor postor, es el retraso eterno de la felicidad popular negada a fuerza de dolor y muerte, es la maldad de los imbéciles compradores de espejitos de colores, es el desvío del sendero de lo humano en nombre de la libertad de quienes nos la quitan. Es el instrumento político de quienes sólo buscan permanecer en sus cargos, a costa de quienes debieran ser los únicos sujetos de sus desvelos institucionales. Los cobardes son la piedra propia en el camino de la Justicia Social, que deberá ser removida por la fuerza bramante del Pueblo, consciente del valor que representa su palabra soberana.