Por
Roberto MarraImagen de "la tinta.com.ar"
Todos los días, a cada hora, en cada noticiero o programa de (supuesto) análisis político, en todos los medios de comunicación, en la boca de cada periodista o simple conductor o conductora de esos vergonzantes “paneles” politiqueros donde la realidad es la única ausente, se repiten hasta el paroxismo los nombres de los figurones (y figuronas) que se presentan como presuntos “líderes” de opinión, de partidos o alianzas políticas, de potenciales candidatos en la próxima contienda electoral por la presidencia de la Nación.
Absorvidos por la “moda”, periodistas de auténticas prosapias de dignidad profesional terminan por repetir la fórmula de la repetición infinita de esos nombres y sus sórdidas posiciones ideológicas. Los análisis, aún los de mejor elaboración y calidad investigativa, siguen la corriente de la puesta en el aire de las caras, los mohines y las extrañas verbalizaciones de esos personajes circenses con ínfulas de estadistas.
Así las cosas, la realidad se diluye entre las fantasiosas aseveraciones de los engreídos en cuestión, para solaz de quienes, en verdad, mueven los hilos de esos actores de reparto en la “película” de la vida social y económica. El objetivo distractivo cumple su misión obnubilante, mientras los hechos continúan su camino, ajenos a lo percibido por la mayoría de la población. Los gestos de actuadas vehemencias, de ensayada parodia politiquera, van mellando las conciencias y arrebatando los vestigios de razón de los invitados a un festín sin tortas ni regalos.
Pan y circo, pero con poco pan y mucho circo. Muchas caras repetidas, nombres omnipresentes, palabras que propugnan odios y rencores sin base en la realidad, son admitidas como necesarias para explicar el estado de las cosas, las causas de las que no se muestran sus razones y las consecuencias de lo que nunca sucedió en realidad. Convencer a las mayorías es una tarea mecánica, facilitada por la multiplicación de las voces energúmenas y los disparates sensoriales que alimentan la mentira organizada para destruir valores y futuros.
Los ex-funcionarios del gobierno vendepatria y fugador, se pasean como estrellas de cine por las pantallas, caminan y se mueven por el Mundo sin limitaciones, continúan su labor desestabilizante generando un asqueante y terrorífico relato de regresos inminentes. No conformes con eso, sus caras y expresiones maquiavélicas son colocadas como paradigma en las pantallas, no importa ya si como ejemplo de lo bueno o lo malo, porque vale su repetición como modo de instalación de su relevancia determinante en el pensamiento generalizado de la ciudadanía, poco proclive al análisis y la reflexión, que dejan en manos de los “profesionales del análisis periodístico”.
El aparato judicial, vergonzosa manifestación de la resaca del Poder en su borrachera de dominación, pone su granito de arena en esta estructura perversa. Haciendo caso omiso a las leyes, pasando por encima de la realidad, pisando la Constitución y anudando pactos promiscuos con los poderosos, asegura la libertad de esos personajes cargados de delitos, a quienes los juicios iniciados no les hacen mella.
El Poder Ejecutivo, exagerado buscador de diálogos imposibles con esos enemigos del Pueblo, deja pasar oportunidad tras oportunidad para “poner en vereda” tantos desatinos, aislándose de la realidad que le demanda algo más que buenas relaciones con los poderosos dueños de la economía. Las esperanzas se van diluyendo en un mar de incoherencias con los postulados primigenios, provocando el desvío de las miradas mayoritarias hacia esos supuestos “rebeldes” de las pantallas, inconcebibles líderes de opinión que recortan la verdad hasta destrozarla con el cuchillo trapero del peor futuro imaginable.
La batalla cultural la venimos perdiendo por goleada. Comunicar parece ser sólo permitido a los disparatados personajes inventados para adormecernos con la oscura droga de la mentira elaborada. Dominarnos es cada vez más fácil para los propietarios de la maquinaria mediática, para solaz de los que de verdad trazan las líneas del rumbo al que nos acarrean con verba falaz y embaucadora.
Mientras tanto, por acá, de este lado de la vida empobrecida, de los sueños atascados, en este rincón de las almas destinadas al sacrificio por los vándalos del Poder Real, sigue faltando la reacción imprescindible, el levantamiento de la razón y la esperanza, la unidad real de los que nunca son invitados a la fiesta de una democracia diluída en el ácido mortal de la hipocresía y la repetición infinita de sus personeros.
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