jueves, 7 de abril de 2022

RETORCIENDO LOS DERECHOS

Por Roberto Marra

La hipocresía es la primera invitada en toda reunión entre representantes de distintas naciones. En el tema de los “derechos humanos”, es la reina. Basta con observar las actitudes ante cada hecho de supuestas violaciones a los mismos, por parte de quienes llevan la “voz cantante” en esos foros de la irrealidad y el contubernio internacional. Allí, el gendarme mundial, el observador primordial de las acciones de cada gobierno, el sancionador serial por excelencia, es quien determina cuando hay o no hay violaciones esos derechos básicos, siempre que de su existencia o inexistencia (real o virtual) dependan sus intereses.

Las Naciones Unidas (que bien podría ya denominarse “Naciones Hundidas”), son el antro institucionalizado de las peores aberraciones jurídicas, el muro de los lamentos falsos por los que nunca sucedió, la asambleística manera de proporcionar visos de “legalidad” a las peores sentencias, con el único fin de destrozar al enemigo económico, financiero o ideológico del imperio norteamericano.

Los representantes de los países cuyos gobiernos permanecen “subyugados” por el pretendido “amo” mundial, levantan prestos sus manos para colaborar con las intenciones destructoras para con líderes, naciones o movimientos que no se adecúen a las necesidades imperiales. Están, además, aquellos que intentan parecer “serios”, para lo cual no tienen otra forma que adherir a los mandatos solapados del hegemón, pero anteponiendo discursos de profuso contenido moralista (aunque sin atisbos de moral alguna).

Allá van, entonces, la caterva de altaneros cancilleres y secretarios (o, más bien, peones) a reproducir y multiplicar los odios propuestos por el patrón de la estancia planetaria. Allí hablarán sandeces varias, señalarán culpables y demonizarán a los determinados como enemigos de la humanidad por quienes les han cautivado sus espíritus y manoseado sus razonamientos, hasta convertirlos en un papilla digerible para las mayorías idiotizadas por la infodemia mundializada.

La mediática imbecilizadora se encargará, antes y después, de atravesar las neuronas de los millones de ajenizados de esa maraña de politiquería planetaria, hasta convencerlos de que tal o cual es un violador de derechos humanos que hay que castigar y, en lo posible, eliminar. Idiotas útiles que ofician de “analistas internacionales” en las pantallas de la desinformación permanente, se encargarán de insistir, durante horas y horas, sobre las maldades de los enemigos inventados, hasta lograr la adhesión de las mayorías embobadas a sus eternas teorías de buenos y malos.

Después, cuando el tiempo haya demostrado que los motivos y los hechos reflejados como violaciones a los derechos humanos nunca existieron, ya será demasiado tarde. Otra oportunidad de ser mejores habrá pasado, otra ocasión para manifestar sabiduría e independencia de criterios habrá sido desperdiciada, otorgándole más poder a quienes ya detentan demasiado. Y allí abajo, en el auténtico lodo de la miseria social y la destrucción de las libertades que semejantes aberraciones reproduce con sus mentiras permanentes, se habrán sumado millones de descartados de la humanidad que, paradójicamente, seguirán creyendo que los culpables, son los inocentes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario