viernes, 8 de abril de 2022

AMIGOS SON LOS ENEMIGOS

Por Roberto Marra

Paradojas si las hay, la actitud del gobierno argentino en la votación sobre la expulsión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, se podría resumir en una retorcida variante de un famoso dicho: “los enemigos de mis amigos, son mis amigos”. Esta muestra palmaria de sumisión a EEUU se puede justificar de la manera que se quiera, pero el hecho es brutalmente demostrativo de la incoherencia entre esta posición y las declaraciones del Presidente argentino ante Putin en su visita Rusia. Y esos modos de actuar en la política internacional, terminan por desandar los complejos caminos elaborados para un intercambio con aquella nación que se pretendía provechoso.

La sobreactuación en el tema de derechos humanos en otros países, le ha hecho jugar ya varias veces la pieza equivocada al gobierno nacional, fruto de la sujeción a paradigmas impuestos mediáticamente sobre cada nación acusada de sus violaciones. Se prefiere actuar en base a las manifestaciones de los interesados representantes imperiales, antes que a la visión estratégica derivada del intercambio directo con los gobiernos acusados, aún cuando con los cuales se mantengan relaciones amistosas de larga data.

Se ha preferido, en los casos donde se han involucrado a Venezuela y Nicaragua, por ejemplo, sostener lo dicho por la denominada “alta comisionada” para los dereechos humanos de la ONU, la señora Bachelet, de cuyo “pedrigee” como presidenta de Chile resaltan las violaciones que admitió en las actuaciones de sus carabineros en las manifestaciones populares. Falsedad tras falsedad se han tomado como verdades absolutas, sin brindarle a los gobiernos respectivos la posibilidad de intercambiar abiertamente sus posiciones al respecto, violando un principio elemental en el trato repetuoso que merecen todas las naciones, antes de emitir una opinión que las involucre.

En la actual coyuntura guerrerista, donde Ucrania es el territorio donde acontecen las acciones bélicas, sólo se habla de (supuestas) atrocidades del interventor, tal como requiere EEUU. Las declaraciones “contra la guerra”, son obvias declamaciones que podríamos ejercer los ciudadanos comunes, pero no un gobierno. Las derivaciones inmediatas y mediatas del hecho, así como los verdaderos orígenes que llevaron a la intervención armada de Rusia, no son consideradas en los comunicados extemporáneos emitidos, haciendo de las relaciones internacionales un vulgar juego de buenos y malos, justo el escenario que demanda el imperio hegemónico actual.

Estar a la altura de las circunstancias, requiere de sabiduría, conocimiento y capacidad. Actuar con inteligencia frente a semejantes situaciones que involucran a naciones con las cuales se mantienen relaciones de amistad y colaboración mutua, es lo mínimo que se necesita para no resultar atrapado en la maraña que los dueños del Planeta utilizan para enredarnos en sus aventuras geopolíticas.

Resulta imprescindible, para pensar las estrategias de las relaciones internacionales, escuchar lo que la otra parte tenga para decir. Pero la cancillería argentina, hace un tiempo que tiene un oído tapado. Y una boca demasiado grande y presurosa para intentar seducir a los enemigos de nuestros amigos.

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