lunes, 21 de abril de 2014

SEGURIDAD, JUVENTUD Y ESTIGMAS

¿Una contribución de la academia?

Por Claudio Comari *

En la última década hemos asistido a la construcción por parte del mundo académico de la “generación ni-ni” o los “ni-ni” a secas como categoría o grupo social que concita la atención de medios de comunicación, dirigentes políticos y organismos multilaterales. Dado que la indagación de la participación en la fuerza de trabajo, así como en el sistema educativo formal, se refieren a plazos muy cortos, llama la atención la pretensión de asignarle el status de grupo social a situaciones coyunturales de las personas.

La cuestión de los ni-ni, siempre acompañada por cuantificaciones destacadas, aparece asociada a escalas valorativas, ya sea que se diga sobre este grupo que son un riesgo, o que están en riesgo, o que están en riesgo de ser un riesgo, esos “otros” llamados los ni-ni son asociados y convertidos en sinónimo de la inseguridad y el delito.

En las investigaciones que realizo para mi tesis doctoral comprobé que la hipótesis de la generación ni-ni es infundada o, mejor dicho, se basa en que quienes no trabajan y no estudian (suficientemente) son los investigadores que instalan esta categoría de análisis.

Entre los jóvenes de 15 a 24 años la proporción de personas económicamente inactivas que no estudian es menor que para las demás edades, como muestran datos de la Encuesta Anual de Hogares Urbanos del Indec de 2012 (cuadro 1).

La Encuesta Permanente de Hogares, al entrevistar en cuatro oportunidades a los mismos hogares, evidencia que las situaciones ni-ni no son permanentes. Los mismos casos entrevistados para la EPH en los segundos trimestres de 2011 y de 2012 muestran que no estudian ni trabajan, ni buscan trabajo en las dos observaciones el 49,3 por ciento de los jóvenes que eran ni-ni en la primera entrevista. El grupo de quienes en la segunda observación trabajan son el 31,4 por ciento de los ex ni-ni; el 15,8 se educa y el 6,4 sigue sin estudiar pero a la búsqueda de empleo. El grupo ni-ni decrece a menos de la mitad para los casos con dos observaciones: del 10,5 por ciento de los jóvenes al 5,2.

De los casos captados por las muestras del año 2010 que fueron observados cuatro veces sólo se mantiene siempre “sin estudiar y económicamente inactivo” entre el 2,5 y el 4,8 por ciento de los casos; el 89,6 son mujeres y el 80 son personas casadas o unidas, lo que permite suponer que las situaciones ni-ni persistentes se vinculan al ciclo reproductivo. Entre 2006 y 2010, de los 729.043 nacimientos anuales promedio, 290.005 se dan entre las madres de 15 a 24 años.

Nuestra sociedad, signada por la división sexual del trabajo, devalúa el trabajo doméstico, la función reproductiva y los trabajos de cuidados a tal nivel que parte de la comunidad académica asume que una persona que no está escolarizada y no trabaja en el mercado es necesariamente ociosa y socialmente improductiva.

La Encuesta Nacional de Personas con Discapacidad de 2002 y 2003 indicó que la prevalencia de discapacidades entre jóvenes de 15 a 29 años es del 3,2 por ciento, factor explicativo importante de las situaciones ni-ni. Queda claro que no existe tal “generación ni-ni”. Quienes transitan esa situación por períodos prolongados tienen razones tales como la reproducción, la discapacidad o altas cargas de trabajo doméstico y cuidados de personas.

La evidencia también contraría el prejuicio de la predisposición al consumo de alcohol y de drogas. La Encuesta Nacional sobre Prevalencias de Consumo de Sustancias Psicoactivas de 2011 muestra la menor incidencia de consumo entre los jóvenes económicamente inactivos que no estudian (cuadro 2).

Los estudios de la Corte Suprema de Justicia de la Nación sobre homicidios dolosos en la CABA en 2010, 2011 y 2012 muestran un perfil demográfico entre los imputados opuesto a la feminización que presentan los ni-ni: entre aquellos son varones el 85,7 por ciento de los casos de 2010, el 97,3 en 2011 y el 95 en 2012, indicio contrario a la asociación de los ni-ni con el delito.

En la actualidad se da el menor porcentaje de jóvenes de 15 a 24 años que no trabajan ni estudian: en el cuadro adjunto se muestran los datos del Gran Buenos Aires (máximo alcance de la EPH hasta los ’80) de 1974 a 2012 (cuadro 3).

Nunca como hoy hubo tantos jóvenes estudiando ni en el mercado de trabajo. Las connotaciones negativas que acompañan las caracterizaciones de los jóvenes ni-ni, ¿no son una contribución de la academia a la estigmatización y los repudiables “linchamientos”?

* Magister en Metodología de la Investigación Social de Untref y Università Degli Studi di Bologna.

Publicado en Página12

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