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"El arte de nuestros enemigos es desmoralizar,
entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso
venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer
con la tristeza." Una de las tantas frases magistrales del autor del
Manual de Zonceras Argentinas. Pero sucede que entristecer al pueblo
argentino se ha tornado una misión harto complicada para no decir
imposible. El país real es fuente constante de alegría. Se explica así
que desde la irrefutable y masiva muestra de felicidad popular durante
las celebraciones del Bicentenario, el aparato superestructural de la
dependencia, el atraso y la exclusión haya mudado de estrategia. De
entristecer a la sociedad pasó a provocarle odio por vía de la
inoculación de un estado de zozobra permanente.
Pero no vaya a creerse
que es esta una práctica novedosa del mitrismo contemporáneo. Desde el
diario El Nacional y de cara a las cruciales elecciones de 1857,
Sarmiento contribuía al triunfo del unitarismo con una campaña de
terrorismo verbal sin precedentes. Urquiza interceptó una carta del
"Padre del aula" a un amigo sanjuanino en la que desnudaba el objetivo
de su campaña periodística: "Nuestra base de operaciones ha sido la
audacia y el terror, que empleados hábilmente han dado este resultado
admirable e inesperado... algunas bandas de soldados armados recorrían
de noche las calles de la ciudad, acuchillando y persiguiendo a los
mazorqueros [afines a la unidad argentina en el seno de la
Confederación]... En fin, fue tal el terror que sembramos en toda esta
gente, con estos y otros medios, que el día 29 triunfamos sin
oposición." Y así, desbocado como siempre, cerraba la carta el entonces
Jefe del Departamento de Escuelas de aquella Buenos Aires violenta,
separatista y librecambista: "El miedo es como una enfermedad endémica
en este pueblo; esta es la gran palanca con la que siempre se gobernará a
los porteños; manejada hábilmente, producirá infaliblemente los mejores
resultados." ¿No le recuerda al lector los actos vandálicos (saqueos)
de diciembre y enero pasados, armados por la reacción para infundir
pánico entre la población? Práctica histórica de la reacción esta de
mentir e inocular miedo, odio y violencia a la sociedad; la de engendrar
rivalidades y enemigos inexistentes. No de otra manera han reclutado y
siguen reclutando para su nefasta causa. La respuesta de la democracia y
el país para los 40 millones debe ser tan genuina como revolucionaria.
DESENDEUDAMIENTO, CON CABEZA PROPIA. El riesgo
país está por las nubes, el Índice de Libertad Económica de la Argentina
más allá de la estratósfera. Ni qué hablar del Índice de Libertad de
Prensa y del grado de aislamiento. Los indicadores del terrorismo
financiero internacional, elaborados por quienes exigían en 2002 que
nuestra economía y finanzas sean manejadas desde Washington, son
altamente desfavorables al modelo de desarrollo vigente. El medio pelo
repite como lorito la mala calificación, ahora exacerbada por los
parámetros del dólar "blue" y del índice inflacionario de la Sra.
Graciela Bevacqua, avalado por expertos radicales genios en desbaratar
procesos inflacionarios, tal como la historia fiel nos enseña. La
semicolonia y sus parámetros de bienestar. Mientras tanto, los
indicadores de empleo, producción, educación, salud, mortalidad
infantil, industrialización, justicia social, etc., brillan por su
ausencia. Igual con el repunte del comercio exterior hacia la región y
en sentido Sur-Sur. Igual omisión con los indicadores de deuda, esta
última y desde el primer empréstito en 1813, bicentenaria causa
primigenia de nuestra pérdida de independencia económica. Repasemos
brevemente la evolución y el estado del porcentaje de endeudamiento en
relación al PBI. En 2002, la deuda equivalía a un 166,5% del producto
bruto. A fines de 2012, un 41,5 por ciento. Por su parte, la reducción
del endeudamiento público con el sector privado sigue avanzando. Se
estima que a diciembre de 2002 el stock de deuda con privados era un
127% del PBI. Hoy por hoy ronda el 13% (con una caída de 0,5 puntos
porcentuales respecto de 2011), siendo específicamente la deuda con los
Organismos Multilaterales y Bilaterales (Banco Mundial, Banco
Interamericano de Desarrollo, Corporación Andina de Fomento, Club de
París, etc.) apenas un 5,7% del PIB. Seguimos. También en 2002, la deuda
con privados en moneda extranjera representaba un 96% del PIB. Diez
años después, del 96% se pasó al 9,4 por ciento. Ahora preguntamos: ¿A
qué ciudadano podría interesarle la soberanía económica si no se plantea
el asunto desde la puja bicentenaria entre modelos, explicando
paralelamente cuál de ellos debería apoyar y por qué? No abordar la
deuda externa desde la cuestión nacional quita trascendencia y mérito al
inédito y exitoso proceso de desendeudamiento iniciado en 2005. Si los
indicadores de deuda de 2002 justificaban la propuesta de Dornbusch, los
de 2012 justifican un país que aún no pudo ser explicado. Podríamos
decir entonces: "Sr. ciudadano, qué prefiere Ud. ¿que la economía de su
casa se la maneje el vecino o usted mismo?" Para que la economía
nacional sea potestad del Estado argentino es indispensable
desendeudarse tal y como se viene haciendo. Deuda externa pagamos desde
1813. Y sepa, Sr. ciudadano, que los argentinos y argentinas debemos a
la fecha, consecuencia de gobiernos reaccionarios ("democráticos" e
inconstitucionales), consecuencia de las políticas y los partidos
políticos de la oposición, cerca de 182 mil millones de dólares. De ese
monto, menos del 50% vence entre 2013 y 2019. El restante 47% vence
entre 2019 y 2089. ¿A la semicolonia qué puede importarle pagar
eternamente si eso engarza perfectamente con su rol de satélite y su
economía primarizada?
RENTA AGRARIA Y FEDERALISMO, CON CABEZA PROPIA. La
aludida gacetilla explica también que en 2012 y respecto del año
pasado, "el gasto primario creció 34,4% impulsado por la inversión
pública, que busca contrarrestar un contexto económico y financiero
internacional desfavorable. [...] La Inversión Real Directa registró un
incremento de 26,5% mientras que las transferencias de capital
aumentaron 71,8% impulsadas por las transferencias de capital a las
provincias". A propósito, destaca el rol estratégico del Fondo Federal
Solidario (FFS), el cual lleva acumulados desde su creación en 2009 unos
7099 millones de pesos. ¿Qué es el FFS? Nada más ni nada menos que la
federalización de la soja vía retención a las exportaciones y su
redistribución a todas las provincias, cultiven o no la oleaginosa, con
la expresa finalidad de destinarse al financiamiento de obras de
infraestructura económica y social en provincias y municipios.
Herramienta y ejemplo superlativo para explicar la necesidad no sólo de
estatizar por completo la renta agraria (y el por qué tal decisión
debería ser apoyada por las clases populares) sino también de remplazar
la provincialización por el federalismo de masas. Por un FFS pero que
redistribuyera la renta de la Aduana entre todas las provincias lucharon
y se alzaron los caudillos del siglo XIX contra el unitarismo de
Rivadavia y Mitre. Volvemos a nuestro interlocutor imaginario: "Sr.
ciudadano, suponga que cerca de dos tercios de los ingresos generados
por su municipio van a dos o tres mansiones del barrio. ¿No estaría Ud.
de acuerdo que esos ingresos sean redistribuidos entre todos sus
habitantes, para que todos sin excepción tengan la posibilidad de
mejorar su calidad de vida?" Es la recuperación pública de la renta
agraria la única capaz de garantizar en el mediano y largo plazo la
modernización económica, la industrialización, el pleno empleo y una
vida digna para la ciudadanía toda. Cada uno a su turno, los países hoy
industrializados debieron volcar la renta agraria mangueras adentro,
removiéndola de unas pocas manos en beneficio de la mayoría. No podemos
seguir siendo eternos proveedores/exportadores de materias primas. La
renta agraria, calculada en más de 30 mil millones de dólares anuales,
principal proveedor de divisas y generador de recursos fiscales, es aún
acaparada en su casi totalidad por un puñado de herederos contemporáneos
de la República de Buenos Aires y sus socios foráneos. 125 mil millones
de dólares generó el complejo sojero entre 2006 y 2012. No puede
decirse que el reparto entre empresariado y proletariado esté llegando
al límite con semejante excedente fuera del circuito redistribuidor.
ECONOMÍA Y CUESTIÓN NACIONAL. Como decíamos al
comienzo, años de bombardeo mediático destinado a atemorizar e implantar
el odio en la sociedad argentina cosecharon sus frutos: buena parte de
la opinión pública vive aterrada. Y como del terror al odio hay una
brecha insignificante, el odio comienza a desbordar. La copiosa
incitación a la revuelta civil por parte del Grupo Clarín y La Nación,
así como la justificación opositora de los actos de violencia contra
funcionarios gubernamentales inoculan la idea del "vale todo" y "sálvese
quien pueda" contra la dictadura populista. Nada nuevo en la viña del
mitrismo. Pero lo cierto es que sin miedo ni odio, el mensaje de una
Argentina al borde de su destrucción no cabría en cabeza de nadie, y el
típico argumento reclutador: "Ud. ciudadano, ¿se pondrá de pie contra el
totalitarismo o será testigo impávido de su fin y el de sus seres
queridos?" caería en saco roto. Sin miedo ni odio, no habría base social
capaz de votar y aceptar el programa de la semicolonia. En suma,
centrar la discusión desde la inconclusa puja entre modelos legitima las
diferencias entre lo que proponen los medios de la semicolonia y lo que
decide hacer la presidenta. Legitima un programa económico soberano,
popular, industrialista y socialmente justo. Legitima una nueva
Constitución, la Ley de Medios, la democratización del Poder Judicial y
la estatización de más renta agraria. Legitima el conflicto, reduce el
temor y neutraliza el odio, fomentando la tolerancia, la madurez y la
pacificación de la sociedad toda. Fusiona el sentido común con el
sentido nacional y viceversa. Nacionaliza la clase media y desarticula
el sindicalismo reaccionario y oportunista, atado a un país de servicios
y a una economía atrasada. Unifica a los argentinos y profundiza el
camino iniciado en 2003, trunco desde la contrarrevolución fusiladora.
*Publicado en Tiempo Argentino
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