viernes, 6 de junio de 2025

LA PERVERSIÓN TRIUNFANTE

Por Roberto Marra

La perversión está teniendo buena prensa por estos tiempos. En realidad, desde hace demasiado. Los perversos se han adueñado de “la verdad”, la exclusiva, la determinante de razones incoherentes con sus discursos, pero extraordinariamente persuasivas hacia las masas que navegan por la vida sin otro destino que servir a estos autoasumidos “amos de las consciencias”. Se escuchan, se leen y se ven, con total desaprensión por parte de la mayoría absoluta de las personas, los actos más aberrantes como si fueran “necesarios”. Se transmiten, como si se tratara de simples series televisivas, las bestialidades más procaces, las brutalidades más ofensivas de la condición humana, consumidas como hamburguesas y papas fritas de otra “cajita feliz”, otro engaño estomacal para hacernos creer que estamos alimentándonos de verdad, cuando sólo estamos anulando nuestra condición de seres racionales.

Se aceptan como reales las mentiras programadas para volcar nuestros favores hacia esos perversos que, ahora mismo y desde hace décadas, bombardean, asesinan, violan, queman y demuelen, una y otra vez, al pueblo palestino. Se consiente lo aberrante como metodología, se defiende a los culpables de tamañas alevosías, se ofenden a los martirizados con acusaciones pueriles, se lastima la capacidad cognitiva al presentar como “enemigos peligrosos” a bebés de pocos meses, a madres desesperadas buscando los restos de sus hijos bajo los escombros, a los médicos que intentan aplacar la inmensidad de los dolores padecidos, a los periodistas que buscan las verdades que los perversos se encargan de hacer volar por los aires de la desinformación.

Las razones de esos irracionales al servicio de una espeluznante vocación de muerte, son categorizadas como “lógicas represalias” por parte de sus apañadores, contumaces defensores de la violencia como único método de disciplinamiento. Y, en lo posible, de la desaparición lisa y llana del oponente ideológico, social o territorial. A los imperios, lo sabemos, les resulta imprescindible arrasar, aplastar, degradar, subsumir; para después “reconstruir” desde los cimientos sembrados de cadáveres de civilizaciones que ni siquieran llegaron nunca a comprender.

No se reducen sólo a los participantes directos las perversiones. También por aquí, como en todo el Planeta, van ganando terreno, provocando las adecuaciones discursivas de los defensores de tales brutalidades, asumiendo la defensa irestricta de aquellas bestialidades, gritando las razones de los atacantes como si fueran propias. Peor todavía, están quienes se presentan como “defensores de la paz”, autoasumidos intelectuales de la medianía, propulsores de soluciones que, invariablemente, terminarán en las mismas acusaciones de “terroristas” hacia los arrasados y el imbécil señalamiento de “antisemitas” a quienes se atreven a nombrar las cosas por sus nombres.

El mundo del revés está ganando la guerra cognitiva, y también la de las armas. Los obscenos personajes que parecieran salidos de una historieta de mal gusto, son los vencedores del momento en todo el Mundo. Los oscuros dictadores de razones irracionales, escondidos en las sombras de un poder tan grande como sus egos, deciden cuando debemos vivir y cuando morir, de acuerdo a sus “necesidades” de opulencias infinitas. Mientras las masas de inermes víctimas de semejantes oprobios, se rinden mayoritariamente ante sus amagues de muertes cotidianas, resignando sus condiciones humanas, dejando de lado las esperanzas, sometiéndose al arbitrio de los peores, abandonando las luchas por la vida real, para terminar sus días arrastrándose entre estertores de una sociedad putrefacta, mirando sin ver, oyendo sin escuchar y olvidando las razones donde alguna vez supieron anidar las rebeliones.

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