miércoles, 16 de febrero de 2011

LA PUJA SALARIAL Y LA INVERSIÓN, LOS FACTORES CLAVES

Por Gabriel Bencivengo*

La cuestión precios está en el centro de la escena. En economía apuntan a los grupos concentrados: “Agitan el fantasma de la inflación”, dicen en el equipo de Boudou.
"Las gentes de la misma industria rara vez se reúnen, aunque sólo sea con fines de celebrar, sin que la conversación termine en una conspiración con el público o en alguna maquinación para elevar los precios.” Adam Smith, La Riqueza de las Naciones, Libro I, Cap. X.

Se adhiera o no a los postulados del liberalismo, la cita –aunque lejana en el tiempo– tiene una actualidad que explica lo que ocurre en economías donde la “competencia” y “el juego de la oferta y demanda” suelen reducirse a un artificio teórico que encubre posiciones dominantes. No en vano, y lejos de la academia por obvias razones, en el equipo económico señalan que son los mismos sectores que están en condiciones de fijar precios los que agitan el fantasma de la inflación.

Las críticas del equipo económico apuntan a las compañías que integran lo más concentrado de la economía local. Son las productoras de bienes y servicios de uso difundido, como acero, energía, cemento y químicos, pero también alimentos. Un grupo que actúa en condiciones monopólicas u oligopólicas, y que está integrado –en muchos casos– por capitales transnacionales. En buen criollo: los formadores de precios.

Allí revistan, por ejemplo, Cablevisión, del Grupo Clarín. Pero también compañías del holding Techint, como Acindar y Siderar. Ambas concentran el 84% de la producción de chapa laminada en frío y el 99% de la laminada en caliente, respectivamente. La situación se repite en el sector petroquímico, donde la producción de etileno depende en un 96% de la firma PBB Polisur, o en el caso del tolueno, un mercado duopólico que se reparten Petrobras (56%) y Repsol-YPF (44%).

En los hechos, la producción de cemento está dominada por Loma Negra, Cementos Minetti y Cementos Avellaneda, tres firmas que acaparan poco más del 96% de la oferta. “No es que ajusten en forma escandalosa. Lo hacen de manera escalonada, pero sistemática”, explican en el equipo económico. La preocupación es evidente. Cualquier retoque se expande a una inmensa cantidad de bienes y servicios. En el caso del acero, al precio de lavarropas, cocinas y heladeras. Si de aluminio se trata –Aluar produce el 100% de la oferta local– los incrementos repercuten en todo tipo de envases.

“Son sectores clave, que muestran una estructura muy concentrada”, insisten en Economía. Ni siquiera en el sector agropecuario, donde los protagonistas suelen denunciar que la intervención del Estado produce distorsiones, se verifica una sana competencia. Alcanza con echar un vistazo al rubro fertilizantes para constatar que Profertil produce el 77% de la oferta de urea. La situación se reitera con los agroquímicos. Aventis, Bayer, Dupont y Basf se reparten el mercado.

La concentración alcanza también el rubro alimentos. Dadone, Arcor y Kraft manejan, en conjunto, más del 70% de las galletitas dulces y saladas que se venden en supermercados y almacenes. Una concentración que también exhibe el último eslabón de la cadena: la comercialización. Sólo tres cadenas de supermercados controlan el 80% de las ventas en el área metropolitana. Son Cencosud –propietaria de Jumbo, Vea, Súper Vea, Easy y Disco–, Carrefour y Coto. Un proceso de concentración que comenzó en los noventa y parece lejos de revertirse.

Falta inversión. “El Estado tira de la demanda, pero los empresarios no acompañan. A mayor demanda deberían responder con mayores inversiones. Salvo algunos sectores, es obvio que no lo han hecho”, confió a Miradas al Sur un economista cercano al Gobierno. El comentario apunta a las metalmecánicas, siderúrgicas y automotrices. El análisis sugiere que las apuestas concretadas por las terminales fueron mínimas, a pesar de haber finalizado el 2010 con un récord de 700 mil unidades y de haber iniciado el 2011 con un horizonte de producción de 800 mil autos.

“Hicieron inversiones de inventario. No ampliaron sus líneas de producción. Lo que hicieron fue agregar un tercer turno. Los tipos siguen pensando que esto que comenzó va a detenerse”, advierten en Economía. Agustín Crivelli, del Centro de Estudios Económicos y Monitoreo de Políticas Públicas (Cemop), aporta una visión del problema: “La inversión está en un nivel récord y seguirá creciendo. Hace falta redireccionarla. Es necesario modificar la estructura del sistema financiero. Los bancos están líquidos, pero prefieren dar créditos para consumo. Hay que forzarlos para que canalicen al sector productivo y, en especial, a la pymes”, propone el economista.

La puja distributiva. En los círculos oficiales descuentan que la demanda seguirá traccionando en la medida en que el salario real no pierda terreno frente a los precios. “La puja distributiva es síntoma de una economía viva. Malo sería tener inflación o deflación con estancamiento”, agregan en el equipo de Boudou. En otra palabras: la dinámica que registran los precios es inherente al modelo y no es mala de por sí.

“Lo que hacen algunos medios es instalar el tema como si fuera el Estado el que genera la situación. Quieren imponer una visión monetarista que habla de un excesivo gasto público”, agrega Crivelli. La elevación del 770% de Salario Mínimo Vital y Móvil entre 2003 y 2010, al igual que el incremento del 597% de la base del haber previsional, son algunas de las causas que explican la evolución de los precios. Tampoco pueden soslayarse la incorporación de 2 millones de personas al sistema jubilatorio ni los 3 millones 800 mil beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo. Menos aún los 3 millones 500 mil trabajadores que se sumaron al mercado laboral en los últimos siete años.

En el Gobierno señalan que son los mismos sectores que hablan de inflación los que se niegan a discutir qué hacer con los núcleos duros de desocupación y pobreza. “Cómo vamos a revertir esta realidad… ¿Enfriando la economía?”, se preguntan en el entorno de Boudou. Agregan, además, un dato para destacar: que durante la crisis internacional de 2009 se mantuvo abierta la negociación colectiva de trabajo, encausando la puja distributiva en un marco de racionalidad que permitió cerrar el año con acuerdos obrero-patronales sin conflictos graves.

Sin cambios. “Desde mi punto de vista debería haber no un Guillermo Moreno, sino muchos”, asegura Crivelli sobre la política de control de precios de la Secretaría de Comercio Interior. La afirmación se inscribe en el marco de las sanciones a Shell por la suba de precios que la petrolera angloholandesa dispuso en sus combustibles. Desde Economía afirman que están dispuestos a utilizar todos los recursos del Estado para evitar abusos de las empresas dominantes. “La ley de abastecimiento es una herramienta formidable”, agrega Crivelli.

Para el economista del Cemop, parte de la solución al problema que plantean los grupos concentrados en materia de precios e inversión depende de la recreación de “un Estado inteligente capaz de regular y, sobre todo, conocer la rentabilidad de cada eslabón de la cadena productiva”. En síntesis, el nudo pasa por la tasa de ganancia empresaria. “La reacción corporativa de las empresas ante los reclamos salariales es una muestra de que no están dispuestos a resignar ganancias”, advierte Crivelli.

En el equipo de Boudou adelantan que no habrá cambios. “Tenemos un problema con los precios, pero no es terminal. Gracias a las medidas adoptadas, la economía se expandió un nueve por ciento el año pasado. Desde 2003 a la fecha, la Argentina creció un setenta por ciento a valores constantes. ¿Por qué vamos a arreglar algo que todavía no se rompió?”, dicen en Economía.

*Publicado en Miradas al Sur

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