lunes, 29 de septiembre de 2025

TERMINAR CON EL GROTESCO

Por Roberto Marra

El destino del Planeta parece estar bajo el designio de los brutos, dominado por seres repulsivos, aferrados a poltronas serviciales de los verdaderos dueños de todo lo siniestro, esos a quienes nunca se les ve las caras, los que hacen y deshacen nuestros destinos, los pútridos propietarios del Poder Real.

Y si la parodia es el modo de manejar el Mundo a sus antojos, el grotesco es el elegido por estos pagos del “fin del mundo”. Aquí también se instaló lo infecto, lo asqueroso, lo nauseabundo como método. Aquí también se estableció el apocalipsis político, con impostores de las ideas y traficantes de las mentiras. Son marionetas, sí, pero arraigadas en la consciencia de un pueblo sumido en la ignorancia y atravesado por la brutalidad de sus padecimientos.

Muchos intuyen el horror, pero se autoconvencen de la imposibilidad de superarlo. El miedo y el odio, fabricados con la organización de las mentiras como sistema mediatizado, han logrado fijar la sumisión, la desconfianza y la abulia como paradigmas de la vida indigna que prolifera y se multiplica en las nuevas generaciones.

Otros mantienen esperanzas, se aferran a viejas consignas, se nutren de recuerdos de pasados recientes y no tantos, como método de cimentar una reacción frente al latrocinio padecido. Buscan entre algunos dirigentes las palabras salvadoras, los futuros prometidos tantas veces, las señales del comienzo de una rebelión unificada ante tanta maldad organizada. A veces, muy pocas, esas palabras tan buscadas aparecen, se elevan entre gritos de impaciencia, se instalan como guías de lo incierto y generan pasiones que trasuntan tiempos buenos.

¿Cómo aferrarse a esa nueva fe? ¿Cómo convertir el deseo del nuevo tiempo en construcción de la utopía que las traiciones mataron tantas veces? ¿De donde sacar las fuerzas para obligar al destino a desandar el camino que nos conduce directo al abismo de la desaparición como Nación? ¿Será posible contar con la palabra certera, con la sabiduría profunda y la honestidad absoluta de quienes se ofrezcan para conducir este barco repleto de desesperados hacia los anhelos pisoteados por los enemigos del Pueblo? ¿Podrá resurgir la Patria de este inmundo barro de bajezas morales y postergaciones materiales?

Sólo hay un modo de saberlo: mirar a los otros como los espejos de nuestras almas derruídas, encontrar junto con ellos el brillo de la historia que nos parió hace más de dos siglos y re-armarnos del valor de aquellas ideas postergadas, para aplastar sin piedad a los enemigos con la voluntad arrolladora de cambiarlo todo. Y bajarle el telón a este grotesco abominable, cambiar el escenario y los actores, elegir la razón como herramienta para re-construir la Patria avasallada, con el corazón al mando de la esperanza.

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