lunes, 4 de noviembre de 2024

RECONSTRUIRNOS PARA VOLVER

Por Roberto Marra

Como en esos “lunes cibernéticos” a los que, por adoración al anglicismo, se denominan “cyber monday”, nuestra Nación está siendo rematada a los peores postores por parte de los negociantes amorales instalados en la Rosada. Nada parece tener límites para los integrantes de “La Liquidación Avanza”, si de enajenar bienes del Estado (o sea, de todos nosotros, los ciudadanos argentinos) se trata. La “audacia” de estos energúmenos al comando de lo que va quedando de Argentina, les permite darse el lujo de burlarse de nosotros por los medios y las redes (casi monopólicamente a su servicio), mientras desmantelan los principales factores de desarrollo autónomo que quedan.

Lejos de semejante desvarío anacrónico y pulverizador del sentido mismo de Patria, la población sigue obnubilada, en gran porcentaje, con los delirios apócrifos de estos aventureros de la política, prestando más atención a los obscenos mensajes del patán que oficia de presidente, antes que a la realidad que los aplasta cada vez más contra el piso de la indigencia. El apellido del personaje en cuestión, es pronunciado centenas de veces por programa; sus dichos y moines son reproducidos hasta el empacho, mientras sus ministros deambulan por las oficinas imperiales para suplicar préstamos o prometer pagos de la deuda creada, justamente, por quien ahora implora otra ronda de endeudamiento.

Por su lado, el grueso de la oposición, sigue la agenda de estos enemigos de la Patria instalados en el máximo poder gubernamental. Nada de mostrar salidas, nada de encarar propuestas, nada de renovar discursos y acciones. Poco de búsqueda de soluciones inminentes para sus representados más perjudicados, poco de estudio de la herencia doctrinaria para encontrar nuevos caminos hacia la recuperación de los valores pisoteados por los enemigos, pero también por los “amigos” circunstanciales, siempre proclives al abandono de sus ideas para mantener su privilegios.

No parecen tiempos para intentar sólo “volver para ser mejores”. La decadencia moral generalizada en una sociedad balcanizada, el desvío ideológico de muchos integrantes de los sectores populares, los debates postergados en las filas del mayor Movimiento Nacional, las decisiones dirigenciales generadoras de daños internos, han ido provocando sospechas, indiferencias, o ambas cosas a la vez. Tristeza y desazón, son los alimentos de la desesperanza. Pasiones perdidas en el fárrago de las traiciones y los desvaríos de algunos dirigentes, resultan la base para el avance de las ideas más oscuras y retrógradas, repeticiones de pasados vividos varias veces, olvidados por efecto de la parafernalia propagandística de los poderosos y su maquinaria mediática hegemónica.

Volver a las fuentes de la mejor herencia doctrinaria e ideológica, podrían llevar agua para el molino de la recuperación de la confianza en las propias fuerzas populares. Abrevar de las palabras señeras de quien fuera el creador de este Movimiento Nacional y Popular, debiera servir para encontrar la manera de retomar el sendero de la reconstrucción, desbrozar las nuevas formas de actuar y buscar los canales actualizados para el re-encuentro con el Pueblo, convertido ahora sólo en masa por estos procesos degradantes de lo humano, además de lo económico.

Hace falta reconstruir el poder popular, dejar de lado la estupidez de la “mala correlación de fuerzas”, pegar un salto de calidad en la elaboración de lo que se comunique, adaptar los procesos unitarios a los requerimientos actuales y futuros, transformar el miedo a los medios poderosos en combustible del coraje imprescindible de una dirigencia que debe dejar los escritorios y salir a poner el cuerpo y la palabra donde se juega de verdad la cotidianeidad de la pobreza y la miseria.

No son tiempos para evitar definiciones ni postergar decisiones. Tampoco para seguir con la imbécil costumbre de seguir la diaria agenda del enemigo. Es sí la hora de embarcarse en la construcción de un programa que cautive a las pobres almas abandonadas al destino de la permanente crueldad de los poderosos, para que puedan sentirse parte de la nueva esperanza que se quiera poner en marcha, y conformar un “ejército” invencible con la buena gente del Pueblo, capaz de empoderarse retomando las eternas banderas pisoteadas por tibios y traidores.

Entonces, y sólo entonces, podremos ser dignos de volver, porque seremos, de verdad, mejores.

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