domingo, 20 de febrero de 2011

EL CARGAMENTO EXTRAÑO

Gustavo Daniel Barrios*

Un país que se autodetermina, aprendimos, en ocasiones como esta en que se intentó en la aduana de Ezeiza burlar nuestra autoridad, bien recuerda cuando el imperio sustrajo de aquí el proyecto Cóndor, y “los tantos cóndores”. Los 1 y 2, ambos misiles, ni siquiera habían entrado en fase de experimentación bélica, sino que era experimentación aerodinámica etc., y así lo hubiese sido, era propio y lo sustrajeron.
Ese mismo imperio hoy se rasga las vestiduras, justamente cuando a Cristo está por ultimar, como llamo yo al intento de una vejación de soberanía. Están ofendidos porque Argentina tomó el recaudo de abrir una valija con material no declarado, que hubiese podido contener una bomba atómica de muy alta tecnología, mucho más potente que las de Hiroshima y Nagasaki, que en su perfección tecnológica de hoy puede caber en una valija dura como la del caso. Ellos en sus aeropuertos se manejan con esta lógica, y yo también.

Fijémonos cómo el imperio respeta la soberanía ajena: Fred (Federico) Gómez Carrasco, oriundo de San Antonio-Texas, se nacionalizó mexicano en el 71, con 31 años, dando domicilio en Nueva Laredo-Tamaulipas, México. Muy cerca del Estado de Nuevo León, todo al borde de la frontera con Texas, frontera internacional caliente, cerca de la cual él necesitaba vivir por su “trabajo”: narcotraficante.

Fred jugaba así: Una carroza fúnebre cruzó de Laredo-Texas a Nueva Laredo-Tamaulipas, un día de los años 70. Aquí se da un caso como en Aceguá, en la frontera centro uruguayo-brasileña. Del lado uruguayo es Aceguá, y del lado brasileño es Aceguá también. Dos municipios, pero con una sola alma, como atino a suponer que hay en muchas fronteras internacionales.

El finado se llamó en vida Felipe, convertido en un heroinómano perdido en los últimos años. Un tal don Luis lo había mandado a buscar con unos esbirros, pero cordialmente ya que Felipe estaba en crisis de abstinencia, para convidarlo con drogas. Se lo llevaron en un coche. Ya en la casa don Luis revisó los documentos de Felipe, y descubrió que este era un veterano de Camboya.

Lo envenenaron a través de una endovenosa. Felipe cayó en una situación indescriptible. Después del veneno, heroína, y lo tiraron en un cuarto, para que muriese en tiempo y forma, un buen rato después. Don Luis viajó entonces a Nueva Laredo-México para traer a la familia de Felipe. El cadáver se embalsamó y vistió de traje y zapatos caros.

Don Luis le explicó a Alicia, la madre de Felipe, que este había muerto de cáncer. Ella no tenía noticias de él desde hacía mucho tiempo. Luis le comentó que su hijo –el de Alicia-, había sido sargento del suyo propio en Camboya, y que desde allí los había unido una amistad. Le dijo que el propio hijo suyo también había muerto al regreso de Camboya. Agregó que Felipe decidió ocultarle la enfermedad a ella, su madre, para no hacerle daño. Por su puesto que le encargó a Luis los trámites de su deceso, agregó también.

Los llevó a Laredo y volvieron a cruzar la frontera hacia Nueva Laredo-Tamaulipas, México, con el féretro y la carroza de una Funeral Home de Texas.

Una vez en México, los empleados de la funeraria se encerraron con el féretro en una sección del cementerio para darle un último retoque al cadáver, dijeron. Descosieron el vientre en el lugar de una supuesta cirugía por el cáncer. Con un guante de hule, sacaron del cuerpo de Felipe sobres de polietileno llenos de un polvo blanco amarillento, 38 en total. Todo esto fue a una valija que los “empleados” de la Funeral Home de Estados Unidos sacaron por una puerta posterior.

Don Luis le dio las condolencias a Alicia, y esta le respondió: -No tengo cómo agradecerle toda su ayuda, sus atenciones, sus finezas....

-No tiene nada que agradecer –respondió Luis-. Es sólo un pequeño pago por lo que hizo Felipe por mi hijo...... Ya me comunicaré más tarde con usted....

Don Luis salió de ahí sonriendo. Pagó muchísimo dinero para organizarlo todo, incluido el soborno para una revisión ligera en el control estadounidense de la frontera. Pero pasó 19 kilos de heroína blanca de Marsella.

Así cuida la soberanía de América Latina el imperio. Gran parte de su administración es corrupta. O sino acaban con el formidable gobierno de Salvador Allende, y lo que sabemos, y es extenso.

Tenemos argentinos, por otro lado, que se rasgan las vestiduras porque Argentina "ofendió" a Estados Unidos al revisarles una valija que podría contener una bomba atómica, y trataban de ingresar sin declarar. Cuando se está en una farra de impunidad, ya no importa la realidad. Hoy observamos a la dirigencia inmoral de Argentina, que va y va y va a la carga con injurias, con infamias, y erosionan, erosionan, la potencia del país, entonces estoy obligado a pensar en términos de sustancia blanca. Si esta droga tiene una característica, es la expansión de la extraversión; el sujeto se halla extravertido y con confianza incalculable. Justo esa es la tónica que observamos en una amplio espectro dirigencial. Una confianza tal que actúa sumada a cierto desconocimiento de cómo se está siendo percibido en razón del desparpajo en aumento, y la violencia rabiosa. No hay buena percepción de sí mismo en trance de sustancias exquisitas.

Se ha notado además, no ya la incoherencia y la deformidad conceptual en los diagnósticos, sino además declamaciones que generan un profundo desencanto al oído inteligente y sensible.

Se presentan pruebas de que hay esclavitud en personas que están presas del ruralismo, que están como animales. Hermanos que están viviendo como animales desgraciados, mientras enriquecen ruralistas, y lo niegan, sin hacerse cargo, e incluso mantienen pretensión de moral patriótica en su verba. Entonces se les replica que hay esclavitud, y que las pruebas son totales, pero ya no importa la realidad. Cuando ya no importa la realidad, es porque se fueron. ¿Serán las sustancias exquisitas?

De cuánto elemento pervertido, tenemos que cuidar a nuestros jóvenes. Mucho trabajo bueno por hacer.

* Miembro del Centro de Estudios Populares (CEP)

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