jueves, 9 de mayo de 2024

LA MESA DE LA DISOLUCIÓN NACIONAL

Por Roberto Marra

Atravesados por la perversión de quienes comandan por estos tiempos a la Nación, sumergidos en la vorágine de las brutalidades presidenciales, heridos gravemente por las traiciones, abandonados por quienes recibieron nuestros votos para defender nuestros derechos y voluntades, sometidos al escarnio de las decisiones de las corporaciones propietarias de todas las ventajas, andamos corriendo detrás de los hechos, persiguiendo salvaciones individuales imposibles, reclamando las migajas que los poderosos estén dispuestos a otorgarnos, asumiendo la derrota ante un enemigo que se regodea con nuestras desgracias y aprieta el torniquete de la tortura cotidiana.

Contribuyendo con esa espiral de degradación y muerte anticipada, aparecen los pescadores de oportunidades politiqueras, ejerciendo el oscuro papel que les asignan sus dueños ideológicos, disfrazándose de “verdaderos peronistas”, llamando a “unidades” excluyentes, gritando sus falsas verdades tenebrosas, tejiendo redes de traiciones con atavíos de palabreríos insultantes hacia quienes les ordenaron destruir sus imágenes populares.

Como si este panorama fuese insuficiente para herir de muerte el futuro, es de adentro mismo de los ámbitos más consustanciados con los valores doctrinarios nacionales y populares que se reproducen enfrentamientos verbales por supremacías inservibles para la construcción de la fuerza popular necesaria para enfrentar al monstruo que nos interpela con sus burlas a la vida digna de las mayorías.

Por egos o malas lecturas de la realidad sufrida, estos modos velados de manifestar diferencias de criterios operativos privilegian las luchas semánticas por sobre las necesidades de los actores fundamentales para una salida de este infierno social, retrasando la imprescindible sumatoria de la ciudadanía a una acción capaz de concretar la unidad que tanto se alaba y tanto se contribuye a impedir en los hechos.

Peor todavía, se suele fundamentar otra vez el tema de esa unidad, considerando incluir a ciertos actores que contribuyeron con la destrucción de las oportunidades perdidas en anteriores momentos. ¿Otra vez nos deberá “doler” la unidad? ¿Nuevamente deberemos someternos a las maniqueas decisiones de esos personajes que alimentaron (y siguen haciéndolo) el odio a ciertos dirigentes y la postergación infinita de la aplicación de una doctrina que se cacarea, pero no se quiere aplicar? ¿Se puede “volver mejores” con la participación de enemigos encubiertos o disfrazados, dentro de las filas del Movimiento que se logre generar para tratar de expulsar a los actuales ladrones de la historia?

Payasescos personajes, habituales visitantes de la embajada del imperio decadente, pretenden señalarnos defecciones dirigenciales de quienes, sin ser perfectos, al menos demostraron siempre capacidades reales y honestidades conceptuales que aquellos nunca tuvieron. Supuestas “seriedades” de horribles propietarios de las peores traiciones, son puestas como ejemplos en el aire falsificador de los medios hegemónicos. Amplitudes ideológicas imposibles son catalogados como imprescindibles ante audiencias obnubiladas por la miseria en ciernes, buscando la definitiva denostación de los líderes más capaces para transformar esta oscura realidad genocida.

Otra vez la búsqueda inmunda de cambiar para que nada cambie. De nuevo la muerte de la Patria como objetivo de sus traidores disfrazados de “lo nuevo”. Por enésima vez, la mentira asumiéndose como única verdad, la destrucción de los derechos como “necesidad” previa para alcanzar futuros imposibles, y la sumisión como metodología para la rendición incondicional ante el poder corporativo transnacional.

La mesa de la disolución nacional está servida. Ahora mismo hace falta que nos animemos a tirar del mantel de las falacias que la recubre, para abonar nuestra tierra con la valentía que dejaron en nuestros genes los primeros libertadores, para reconstruir los sueños nunca muertos de Independencia, Soberanía y Justicia Social.

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