sábado, 9 de diciembre de 2023

ENFRENTAR LA PESADILLA

Por Roberto Marra

A veces, uno se pregunta si lo que está viviendo es real o se trata sólo de un sueño. Tanta es la desconexión con la realidad de tantos millones de personas, que escuchamos y sentimos sus devaneos sobre lo que en realidad nunca sucedió, con tal grado de convencimiento, que hasta empezamos a dudar sobre nuestras propias convicciones. Esto, hasta que nos golpean las olas de las consecuencias de esas elucubraciones impuestas por imperio de los bombardeos cotidianos de verdades inventadas y mentiras solapadas, escondidas en reflexiones que no son tales, sino sólo meras repeticiones de un libreto escrito por quienes manejan los hilos de los pensamientos mayoritarios.

Griteríos y amenazas sirvieron para solventar tanta ignominia disfrazada de certezas. Burlas y escarnios fueron herramientas imprescindibles para esos energúmenos con pretensiones de sabiondos, con la férrea voluntad de someternos a sus engreídos designios de gozosos sometidos. Desarrollaron un especial “territorio mental” de falsa ignorancia, un ámbito donde puedan generar tantas aberraciones antisociales como les impulsen a sostener sus mandantes encubiertos. Logran así atravesar el tiempo y la memoria, empujando el olvido hacia adelante, como método de agraviar las vidas de quienes se oponen a sus irrealidades.

Con estos métodos nos han sometido al retroceso nacional, al hundimiento en el barro de la brutalidad política, al esperpéntico túnel del terror económico, donde sobrevivirán los más fuertes (de bolsillos) y donde la mayoría, incluso los embobados por los discursos satánicos de los ahora encumbrados personajes politiqueros, serán aplastados por la destrucción votada a sabiendas.

De este lado de la razón, desde esta atalaya de reserva moral y patriótica donde nos refugiamos los que escapamos al embrutecimiento programado, tampoco es posible escapar a las responsabilidades. Somos, como sociedad, la suma de acciones y reacciones ante los acontecimientos y las demandas por parte de los gobiernos, aun cuando éstos sean “nacionales y populares”, o algo parecido a esa vieja definición. Nos involucra la culpa, nos interroga y nos demanda algo más que lloriqueos y abatimientos, por los tiempos perdidos y la falta de protagonismo. Nos necesita más lúcidos que nunca, más involucrados que antes, más convencidos que siempre.

Hace falta algo más que esperar los movimientos y decisiones de los dirigentes, sean éstos quienes fueran. Es imprescindible tomar en nuestras manos el comando colectivo de un Movimiento que hace rato que está demasiado quieto, hasta lograr una organización capaz de debatir con nuestros auténticos representantes el nuevo camino para los viejos sueños. Tenemos que dejar de lado a tantos falsos arrogantes con pretensiones dirigenciales, para encumbrar a los auténticos, los que nunca se fueron de sus raíces, los que jamás abandonaron el barco de la defensa de las banderas y las verdades que nos definen.

Es tiempo de recordar, no de olvidar. Recordar y enaltecer a quienes supieron construir esperanzas y acercarnos a los sueños de Justicia Social, esa misma que ahora suena como “mala palabra”. Y criticar sin tapujos, de frente, a quienes no supieron o no quisieron concretar las palabras empeñadas, aceitando la llegada de los monstruos que ya mismo comenzaron a destruir las estructuras de una Nación que no podrá soportar este embate sin la participación activa, pero organizada, de un Pueblo que también se deberá re-construir.

No hay tiempo para la espera de los resultados de la insanía manifiesta de lo que comienza. No hay otro modo de enfrentar la infamia y la mentira que con mucha verdad de a puño, gritada a los cuatro vientos, con todas las herramientas que seamos capaces de obtener y crear. Y no parar de hacer Patria, mirando al otro como reflejo de esa hermosa palabra pisoteada por la desmemoria y la desvergüenza, para escarnio de nuestros muertos de todos los tiempos, que nos señalaron el rumbo que estamos obligados a retomar mucho más temprano que tarde, para despertar de esta horrenda pesadilla.

 

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