miércoles, 11 de octubre de 2023

PROFETAS DEL PODER

Imagen de "Data Diario"
Por Roberto Marra

Generar profecías no es, en Argentina al menos, tarea sólo de adivinos, santones o brujos. Aquí existe una especie de humanoides dedicados a mostrar capacidad de análisis (berreta) de una realidad que modifican a sus antojos en sus relatos proféticos. No lo hacen por divertimento ni autosatisfacción (aunque algo de eso tienen), sino para cumplir sus “contratos” espurios con los poderosos para quienes actúan. Son marionetas de carne y hueso, “pinochos” a quienes jamás les colocaron el corazón, simples engranajes de la maquinaria del horror económico sufrido por la mayoría de la población. Una población que hasta llega a idolatrar a esos energúmenos que les avisan de sus futuros padeceres, a instancias de supuestas necesidades de “ajustes”, palabreja unida de manera constante a cualquiera que pretenda presentarse como “serio economista”.

Por ese camino de enajenaciones permanentes, corridas cambiarias y golpes de mercado andamos, gracias a los relatos de esos “gurúes” sin talento, dirigiéndonos hacia donde el Poder Real quiere, asegurando su propio destino opulento y haciendo retroceder el tiempo hasta épocas donde la vida era el privilegio de unos pocos y la justicia social una entelequia ni siquiera posible de nombrar. Como destinados a ser cangrejos, antes que humanos, las mayorías (más silenciosas que nunca) son empujadas al vacío existencial y la muerte prematura, la pauperización y la miseria cotidiana. Las “rebeldías” son sólo remedos de aquellas que supimos adquirir en las luchas levantiscas contra los poderosos, ahora transformadas en griteríos y enojos contra quienes intentaron e intentan mejorarnos la vida, mientras se les eleva el brazo de la victoria pírrica a los imbéciles que ofician de “líderes” de opinión.

Algunos dirigentes, supuestamente “populares”, atemorizados por las amenazas y las advertencias del Poder, terminan pactando salidas sin salida, revueltos amasijos de ideas tergiversadas para evitar castigar a quienes nos empujan al vacío. Correlatos de “correlaciones de fuerzas” imposibles de superar, actúan de vallas infranqueables para disponer las acciones debidas, promoviendo el estancamiento ideológico y la malversación doctrinaria.

Buscando el hundimiento de este “titanic” continental, el imperio colabora con sus embajadores y profetas fondomonetaristas, alabando a los traidores a la Patria y advirtiendo de las penurias que nos traerían los líderes “populistas”. Corren entonces presurosos algunos chupamedias de ocasión a corregir sus primigenias propuestas soberanas, para no enojar al amo genocida que nos derrota con amenazas de lo que ya hizo. Se sabe, siempre hay que pedirle permiso al amo para decir y hacer, cuando se es genuflexo.

Si no tuviéramos historia, podría ser hasta perdonable estas actitudes negacionistas de la independencia. Pero somos una Nación con 30.000 razones para darnos cuenta de lo que puede suceder si no enfocamos correctamente el objetivo. Tenemos ejemplos de sobra de valentías y autenticidades como para levantar las banderas del honor patriótico. Padecimos varias veces las consecuencias de estos mismos sinsentidos financieros y económicos hasta hacernos casi desaparecer como Nación. Sufrimos miserias y pobrezas desde las cuales supimos levantarnos gracias al liderazgo de enormes seres humanos que entendieron la razón fundamental de nuestra existencia soberana.

No podemos aceptar ser tan pequeños, tan pusilánimes, tan faltos de consciencia, tan entregados, como para permitir que personajes despiadados, fantasiosos “nostradamus” berretas y malolientes, nos intimiden hasta hacernos desaparecer (palabra muy cara para sus fantasías devastadoras). No debemos permitir que esos genocidas de saco y corbata, reunidos en sus oscuras asambleas desde donde imparten sus odiosas órdenes a los cobardes politiqueros que les hacen de claque, nos impongan otra vez el escarnio de sus “recetas” indigestas, presagio de la muerte temprana que nos anuncian con sus horribles cantos de sirenas.

Seamos libres, que lo demás no importa nada”, dijo el Libertador. Seamos capaces de serlo ya mismo de esos tránsfugas de las profecías, antes que la aplanadora de la historia triture nuestras últimas esperanzas de Justicia.

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