sábado, 10 de junio de 2023

LAS PALABRAS TERGIVERSADAS

Por Roberto Marra

La palabra “república” es recurrente en los discursos de los integrantes de los sectores más conservadores de la sociedad. Los dictadores más sanguinarios y perversos la han utilizado con fruición en sus monsergas pseudo-nacionalistas, como modo de presentarse ante la sociedad como adalidades de las libertades que niegan con sus hechos. Estos personajes, creadores de las peores catástrofes sociales, de las mas obscenas manifestaciones de la injusticia, de los peores paradigmas del odio irracional, se presentan ante la consideración pública como sanos defensores de la “democracia”, otra palabrita siempre a flor de labios de cuanto supremacista pretenda llegar a manejar los hilos políticos de una nación.

Y ahí los tenemos de nuevo ahora, en plena ebullición electoralista, asegurándonos la “defensa de la república”. Ahí van de nuevo, repitiendo sus frases de ocasión, seguros de contar con el oscurecimiento de la realidad por parte de sus medios de comunicación predominantes. Pueden hacerlo también, porque se saben impunes ante un poder judicial que forma ya parte indisoluble del Poder Real. Se regodean en las pantallas de las mentiras programadas, burlándose de la verdad que gritan los hechos escondidos bajo la alfombra del desprecio al otro.

Pueden hacerlo con la libertad que les da el embrutecimiento ciudadano, empujado a buscar la sobrevivencia antes que a comprender la realidad que los trajo hasta allí. Se aseguran su predominio cognitivo desde la niñez embaucada por sistemas educativos que les proveen de verdades a medias, de historias contadas por los enemigos de la Nación que dicen representar. Profundizan la ignorancia, base innegable de la manipulación fácil y el “arreo” hacia sus peores padecimientos.

En eso andan los enemigos de la Patria, otra palabra de aciago destino manipulador de las masas. Los peores representantes de las oligarquías más obsecuentes con los imperios de cada época, han demostrado de sobra qué entienden ellos por “patria”. Hasta andan envueltos con la bandera creada por quien, de vivir hoy en día, sería su más acérrimo enemigo. Su participación activa en cuanto golpe de estado se haya realizado, exime de mayores pruebas. Los dueños “del campo”, son la muestra más asqueante de esa representación de la decadencia permanente y la destrucción de las esperanzas populares.

Frente a semejantes obviedades, ante tanta demostración de las falacias históricamente promovidas por esa runfla de bestias con formas humanoides, se pretende todavía que hablemos de la “grieta”, como si tales actitudes antinacionales, antipatrióticas y antisociales, pudieran provenir de alguien que perteneciera al mismo cuerpo social. No es una “grieta” en una estructura social, no es una rajadura en la pared de la Nación. Es la manifestación de un grupo invasor de nuestro territorio, aún cuando hayan nacido en él. Es la acción mancomunada de los peores representantes de las clases ladronas de las riquezas generadas por el Pueblo, que han obtenido los favores de mayorías circunstanciales por efecto de sus poderíos desvanecentes de los sentimientos patrióticos.

Cabe preguntarse por la insistencia en considerarlos simples “adversarios” ideológicos, cuando se trata de virus mortales de la democracia que con ello se pretende defender. Sus discursos son promotores de la disgregación social, del desprecio a la diversidad doctrinaria, del odio a los líderes populares que han intentado generar los derechos que ellos siempre conculcan. Con eso alcanza para no ponerlos al mismo nivel de consideración de quienes defendemos la dignidad popular.

Es imprescindible, entonces, clarificar la realidad, otorgando definiciones certeras sobre esta manada desbocada de patrioteros de papel mojado. Es vital construir narrativas demostrativas de las verdades históricas que nos robaron en base a la manipulación mediática y el predominio de los sentidos establecidos por años de manejo espurio de las instituciones republicanas. Es insoportable su lenguaje admonitorio y represivo, incitador de la violencia que necesitan como herramienta de control social. Y es de máxima importancia comunicar con especial capacidad didáctica las contradicciones de sus “propuestas” con los intereses de quienes requieren los votos, las víctimas aseguradas de sus eventuales gobiernos saqueadores de riquezas y derechos.

Defender la “cosa pública”, requiere capacidad y compromiso compartido entre todos los ciudadanos. Proteger la Nación de sus enemigos externos e internos, es un deber muy poco promocionado, combatido solapadamente desde las elites conspiradoras enemigas del Pueblo. Liderar una auténtica democracia, necesita de arrojo y de predominancia del interes colectivo por sobre el individual. Y hacer todo esto junto es, por estos tiempos, revolucionario. Es la base indispensable para la construcción de la República soñada por nuestros ancestros independentistas, y el camino hacia un horizonte de Justicia Social que no se desvanezca nunca más por el humo de la metralla discursiva de los malditos enemigos de la Patria.

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