miércoles, 23 de marzo de 2022

CUARENTA Y SEIS

Por Roberto Marra

EL INICIO

El 24 de marzo se conmemora el inicio del último golpe de estado. También el comienzo de la aplicación de los preceptos del neoliberalismo, siguiendo las directivas emanadas de ese “consenso” obligatorio por designio del imperio norteamericano. Lo que siguió fue la desaparición y muerte como metodología para deshacerse de los mejores hombres y mujeres del campo popular; la destrucción del Estado como generador de bienestar; el apoderamiento de los sectores más importantes de la economía y las finanzas; todo bajo una cultura del odio y de maniqueísmo que fueron conformando a toda una generación desarrollada bajo el terror.

Frente a ese saqueo material, espiritual y moral despiadado y genocida, hubo quienes no dudaron en hacerle frente jugándose la vida. Madres de desaparecidos y abuelas de niños secuestrados encabezaron esa batalla inmensamente desigual, generando una épica conmovedora e indispensable, que conjugaron en una valentía muy poco acompañada por el resto de la sociedad. Pero dejaron huella y produjeron la reflexión indispensable para dar vuelta la locura del terrorismo de Estado hasta lograr el regreso al Estado de derecho.

LA CONTINUIDAD

Sin embargo, los ejecutores de aquel vandalismo inédito y feroz, nunca se fueron del todo. Principalmente los acompañantes, colaboradores e ideólogos de las doctrinas económico-sociales aplicadas durante esos años de oscuridad democrática. Quienes se encumbraron por esos años en el manejo de las finanzas de la Nación, supieron reciclarse hasta ser considerados indispensables consejeros de los gobiernos surgido de las urnas. Parte misma del Poder Real, sus figuras se repitieron en los gabinetes de los subsiguientes gobiernos civiles, hasta el súmmum de una figura nefasta para la historia económica nacional, como Domingo Cavallo, partícipe primordial de la caída en la más profunda crisis de la historia de nuestro País en el 2001.

Ese personaje, como tantos otros de su misma laya, ha reaparecido una y otra vez, dando sus perversos consejos destinados a generar beneficios a la elite para la cual trabajan y de la que ya forman parte. Hasta el día de hoy se los ve en las portadas de los diarios y las pantallas televisivas de los otros grandes actores surgidos como un poder esencial de ese oscuro drama padecido hace más de cuatro décadas: los medios hegemónicos de comunicación. Una hegemonía obtenida en salas de torturas, transformada en la miserable maquinaria de fabricación de ignorancia y brutalidad que los poderosos necesitan para el más fácil sometimiento de la población toda.

LA ESPERANZA

Sin embargo, como demostración de que nunca todo está perdido y nada es para siempre, un día apareció un casi ignoto habitante de la Patagonia, empujado por el viento de la esperanza popular y los sueños nunca abandonados del todo por los memoriosos y los porfiados, que los hubo y los hay. A partir de entonces, la letra K se transformaría en la maldición de los mandamases acostumbrados a la obediencia de los gobernantes, la piedra en el zapato de los especuladores financieros, la cólera infinita de los propietarios de esos medios nacidos de la perversión del terror que replican cada día en sus tapas teñidas de sangre y odio.

Ese hombre y esa mujer hicieron visible que otra sociedad era posible, que otra economía era aplicable, para desandar la miseria generada desde hacía décadas en nombre de políticas importadas desde los viejos fabricantes de todas las mentiras del Planeta. Sin miedo, sin falsificaciones de la realidad, sin economistas “estrellas” ni relatos posibilistas, se animaron a correr la raya de la pobreza hacia el arco de los ganadores de siempre, impulsando la inclusión de millones de olvidados ciudadanos y generando riquezas que se comenzaron a distribuir de modo más equitativo.

Como contrapartida, casi no hubo un día de sus gestiones que no tuvieron las correspondientes tapas de los diarios repletas de mentiras en su contra. Prácticamente no hubo descanso en la reproducción de odios inconsistentes con la realidad. Sus habilidosas acciones degradantes de conciencias y sus operaciones destituyentes fueron la manera de desvirtuar esa etapa virtuosa, hasta lograr el regreso de “los muertos vivos” del neoliberalismo que nunca dejó de acecharnos.

EL REGRESO

A fuerza de decretos y lavados de cerebros masivos, sabedores del respaldo de un Poder Judicial que nunca dejó de ser el actor legalizador de los desmanes del Poder Real, acompañados siempre por la trouppe de imbecilizadores mediáticos encargados de la obscena pero fértil acción devastadora de la verdad, volvieron para agudizar la pobreza, para deshacer los progresos reales, para impedir el desarrollo nacional y profundizar la dependencia del imperio que los apaño desde el primer día (y antes también).

Como frutilla de ese postre indigesto, generaron la deuda más extraordinaria desde la creación del FMI, esa herramienta de sometimiento y condicionamientos que repetidamente ha sido la trampa en que nos han encorsetado gobiernos de similares condiciones entreguistas. Tanta desgracia concentrada, hizo que la mayoría de la ciudadanía se expresara en las urnas para elegir una alternativa que prometía, ya en campaña, ponerle freno a esa hecatombe financiera y encarrilar a la Nación hacia una meta de crecimiento económico y generación de trabajo y producción, sin la intromisión de ese supra poder en las sombras que representa el Fondo Monetario Internacional.

OTRA VUELTA

Atravesado por una pandemia inesperada, la gestión del nuevo gobierno de origen popular se movió con dificultades derivadas de esa cuestión, pero también de las características impresas respecto a las relaciones con el Poder Real. Los figurones del gobierno antecesor siguieron recorriendo los medios hegemónicos, y los otros también. Los nombres de esos estafadores materiales y morales no dejaron de pronunciarse cada día desde su derrota electoral, manteniendo vivas sus imágenes y dándoles márgenes de maniobras en la sociedad, hasta convertirse en “adalidades” de la libertad, de la justicia, de la economía y de las relaciones internacionales.

La presión fue produciendo sus efectos en la población y también en miembros del propio gobierno, quien en nombre del diálogo y la convivencia democrática, terminó por declinar la implementación de medidas indispensables para lograr avances en el desarrollo inclusivo que se pregonaba en los discursos pre y post electorales. Necesidades evidentes fueron perdiendo ante la arremetida político-mediática de una oposición que pudo torcerle el rumbo y, además, desmoralizar y desmovilizar a los sectores populares, que terminaron por no ir a votar antes que hacerlo por candidatos que no parecían extraídos de sus filas, sino de un funcionariato desconectado de la realidad social que les demandaba las promesas incumplidas.

Perdidas las elecciones de medio término, se envalentonó la cofradía de los odiadores seriales, empujando al gobierno hacia el desbarranque de sus posturas primigenias. La cuestión de la resolución de la deuda (impagable) aceleraba la toma de una posición claramente expuesta para encarar las negociaciones. Lejos de eso, el secreto y la absoluta falta de correspondencia de lo actuado con lo prometido, terminó en la adopción de un “acuerdo” donde sólo una parte decidió y la otra, simplemente asintió. La facilidad de la aprobación legislativa fue garantizada antes por la oposición que por la “tropa” propia, degenerando en una sanción plagada de divergencias evidentes y lógicas por parte de un sector importante de los y las legisladoras del Frente gobernante.

La debilidad gubernamental es, entonces, la visible causante de la derrota en esta contienda con el Poder. La negativa a escuchar opiniones en contra de ese tipo de acuerdo, para tratar de encontrar caminos diferentes para enfrentar semejante deuda, contribuyó a la aparición de enfrentamientos ideológicos inevitables, poniendo de manifiesto que el Frente de Todos no pudo determinar un mínimo común denominador, un relato unificado y una acción coherente con los postulados de su conformación.

Figuras importantes del FDT manifestaron, con datos y contextualizaciones, las razones que tuvieron para no acompañar el famoso “acuerdo”. La falta de consulta a quienes serán los contribuyentes para el pago, más tarde o más temprano, de esta monumental estafa financiera, es la base notoria por la cual se produce una ruptura de la credibilidad entre una gran cantidad de militantes y ciudadanos de a pie. La pobreza derivada del gobierno anterior, no tuvo el combate a sus causas reales para no enfrentarse con el Poder que la genera y la sostiene como parte de su modo de dominación. La recuperación del crecimiento económico, no se ha visto correspondido con la modificación de la situación de pauperización galopante por efecto de una inflación indomable a la que se le hace la “guerra” con armas sin balas.

LA SALIDA

El “no se puede” siempre a flor de labios de los dirigentes más encumbrados, es una zancadilla a la necesidad popular. El “no da la correlación de fuerzas”, continúa siendo el cuchillo que atraviesa el sueño liberador que la mayoría sana de nuestro Pueblo todavía tiene en su corazón. El posibilismo como herramienta inútil para el logro de cualquier meta, no puede seguir siendo el baldazo de agua fría que recibimos cada vez que proponemos audacia y valentía para encarar los desafíos de un desarrollo que no puede esperar más.

Nos lo dicen los rostros del piberío mal nutrido, las lágrimas perdidas de sus padres y madres sin trabajo ni vivienda ni futuro. Nos lo expresan los viejos, arrumbados en sus miserias de jubilaciones que nunca les permiten tal júbilo. Nos lo advierten, desde hace décadas, las palabras señeras de los líderes populares que no tuvieron miedo ni antepusieron los intereses de los dueños del Poder Real a los de los trabajadores y trabajadoras. Nos lo avisaron los últimos grandes líderes de esos doce años de construcción de una esperanza que casi consumamos, hasta el desvío hacia el abismo que seguimos teniendo a nuestros pies.

Es hora de la re-movilización. Es tiempo de la búsqueda de fuerzas que terminen con el cuento de la correlación. Es momento de hacer trizas el diccionario del neoliberalismo, de enterrar el palabrerío mortal de sus oscuros representantes, de construir el edificio de la unidad auténtica, con el protagonismo esencial de los patriotas de verdad, de los nadies, los abandonados, los desprotegidos, los expulsados de una sociedad que estamos obligados a reconstruir, para hacer realidad la máxima ambición de hombres y mujeres de todos los tiempos: la Justicia Social.

 

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