martes, 21 de junio de 2016

LA COARTADA

Imagen catedrajauretche.blogspot.com
Por Roberto Marra
Quienes roban o coimean, proviniendo de cualquier gobierno de origen popular, no lo hacen en nombre de su ideología, sino en el de sus intereses personales o corporativos. No son "radicales" que roban, "peronistas" que roban, "kirchneristas" que roban. Son corruptos personajes que se aprovechan de su participación en una estructura partidaria o frentista, dentro de las cuales, con la habilidad propia de los perversos, logran ascender en sus jerarquías, para poder aprovecharse más y mejor de las prebendas que siempre (SIEMPRE) existieron en las burocracias gubernativas. Burocracias que son muy difíciles de transformar, porque de alguna manera se manifiestan como "imprescindibles". Y cuando llega un Gobierno Popular, por decisión de la propia burocracia, y con el impulso de los permanentes opositores al Pueblo, profundizan sus acciones corruptoras, provocando, casi siempre, la caída en ellas de algunos miembros del nuevo gobierno, con lo cual se impedirá su erradicación y los privilegios derivados de la corrupción.
Pero no solo esto sucede cuando un Gobierno Popular asume sus funciones. Los intereses que defiende son siempre enfrentados a los que trata de preservar el Poder Real. Por lo que éste, con todo el dominio de los resortes básicos de la economía, sumados a la casi totalidad de los medios de comunicación, continúan con una prédica destructiva de cuanto avance en la agenda del desarrollo de la justicia social se proponga concretar el nuevo Gobierno. La habilidad para comunicar y la masividad de esa comunicación son, en virtud de las prioridades de ese nuevo Gobierno Popular, de resarcimiento de los derechos conculcados durante los gobiernos neoliberales, de derecha, conservadores, (o como se les quiera denominar), contundentemente provechosos para la estrategia de desgaste a esos Gobiernos auténticamente representativos de los intereses populares.
Esa cultura de masas, dirigida a convertir a grandes sectores de la población en permanentes y “quejosos” ciudadanos, en “indignados” ante la “corrupción oficial”, logra in-visibilizar la verdadera corrupción, la estructural, la proveniente de la propia construcción del Poder Real, corporativo, hoy más que nunca manifestado en lo financiero. Una construcción que, a cada ladrillo de desigualdad le suma la argamasa del odio de clase, o racial, o de género, o político, o todo en conjunto. Un Poder Real que es supra gubernamental, supra nacional, que resulta de un proceso histórico que se inicia en los comienzos mismos de nuestra conformación como Nación. Una Nación que rápidamente fue apoderada por una oligarquía que se transformó en la “dueña” del Estado al que, corruptamente, puso al servicio de sus exclusivos intereses, violando los derechos de las mayorías y, lo que es peor, convenciendo a éstas de los “beneficios” que sus ilícitas y deshonestas acciones les aportarán.
Hoy, cuando nuevamente un Proyecto reivindicativo de los Derechos de las Mayorías ha sido derrotado, y con la acumulación de experiencias muy bien aprovechadas por la derecha vernácula y sus socios imperiales, el Pueblo aparece como inerme ante el avance de las “hordas” del neoliberalismo, escudadas siempre tras las masas de gentes llevadas de las narices al oprobio de la ignorancia, con la suma de los necesarios obsecuentes comunicadores, además de los imprescindibles y previsibles traidores a sus orígenes ideológicos. La siembra de dudas y cizañas de diversa índole, profundiza la confusión, aprovechada al máximo para construir un relato que haga de valla (en este caso, simbólica) para el avance de la comprensión del pasado reciente y sus enseñanzas positivas para la reconstrucción del Proyecto Nacional y Popular.
Asquea ver y escuchar las dudas o sospechas de muchos dirigentes sobre los líderes que, hasta hace poco, decían defender. Duele escuchar discursos “anti-corrupción” de tantos idiotas útiles al neoliberalismo, que claramente se muestran como arrepentidos por haber participado de un Gobierno Popular que les otorgó privilegios que no merecían. Ahora, auto-erigidos en “dirigentes” de una “nueva forma de hacer política”, van de canal en canal de TV, de radio en radio, de reportaje en reportaje, expresando su “indignación” por los corruptos aparecidos, aprovechando el momento para adquirir una notoriedad que, por sus intelectos, no les sería alcanzable jamás.
No se trata de negar los errores, las incapacidades o la falta de algunas oportunas decisiones del Gobierno Popular. De lo que se trata es de comprender el profundo sentido patriótico de una enorme cantidad de avances sociales, económicos y políticos dados al amparo de decisiones que partieron de convicciones expresadas mucho antes de asumir sus mandatos, tanto por Néstor Kirchner como por su sucesora, Cristina Fernández, y que nunca fueron entregadas (las convicciones) a las fauces de la bestia neoliberal. Este fue su peor pecado. Sólo por esto, el Poder Real les perseguirá siempre, como siempre lo hicieron con cada Gobierno surgido de las entrañas del Pueblo. La corrupción, es solo una coartada.
 
 

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