lunes, 15 de marzo de 2010

LA PREVENCIÓN NO ES MALA PALABRA

En el uso de agroquímicos cualquier sustancia usada en forma desaprensiva puede ser tóxica. Pero ya se ha demostrado, por parte de honestos intelectuales científicos, que algunos productos utilizados son tóxicos aún cuando no se usen en forma desaprensiva.

El problema se presenta cuando se demuestra que algo que nos permite ganar mucho dinero a través de las altísimas rentabilidades que genera su uso, es peligroso en extremo para la salud humana (no sólo para la de los otros, sino también para la de los propios empresarios). Entonces, o hacemos como el avestruz, negando la realidad o modificándola para justificar la continuidad del sistema productivo paradójicamente sin modificación alguna; o decidimos ponernos seriamente a estudiar las posibles variantes superadoras de tales peligros.

Claro que “debemos tener presente que hay que producir alimentos”, pero: ¿por qué no tener más en cuenta la seguridad de ese alimento respecto a la salud humana, que la simple cantidad posible de producir, considerando sólo esto como exitoso? Esto no es un mensaje sesgado, es una posición diferente frente al desafío de pensar una Sociedad mejor. Es erróneo pensar que quienes manifiestan diferencias con los sistemas productivos agrarios de tipo “industrial” (en el sentido de “fábrica” de productos primarios) desconozcan la realidad. Sólo que “la realidad” es un concepto subjetivo de un hecho objetivo. Depende del posicionamiento ideológico en el que cada uno se pare. Quienes piensan diferente que los conductores de las entidades agrarias reaccionarias no afirman que los productores tengan malas intenciones. Sólo tratan de hacer notar lo que consideran acciones que van a perjudicar a toda la sociedad en el futuro. Y aquí llegamos a una palabra que ninguna persona o sector al que “le vaya bien” con su actividad, va a querer que le mencionen. El presente parece ser el bien supremo. “Ahora o nunca”, “después ya se verá”, son expresiones que representarían con cercana certeza el “lumen” del pensamiento de esos sectores. Cualquier medida, por racional que sea, aún en la defensa de sus propias vidas y de sus descendencias, será denostada. La prevención, cuando implica reducir rentabilidades, es mala palabra.

Por último, cabe decir que si el no aplicar plaguicidas significa “volver 50 años atrás”, como dicen algunos de los defensores a ultranza de los sistemas productivos actuales, sólo lo sería en cuanto a la calidad y la seguridad alimentaria, puesto que lo único que caería (tal vez) a la mitad serían las ganancias, por la necesaria mayor intervención del trabajo para lograr las producciones necesarias para alimentar al Pueblo, obtener saldos exportables y también divisas. Lo más probable es que éstas últimas crecerían, si en vez de vender alimentos para el ganado extranjero, vendiéramos alimentos para los humanos del mundo, y mejor aún si lo hacemos con mayor grado de industrialización.

Veamos un ejemplo comparativo, cuando se dice que “se producen miles de muertos por accidentes de tránsito y nadie habla de prohibir los autos”. Por supuesto, pero centenares de ingenieros de las mismas fábricas de automóviles estudian y aplican permanentemente elementos y tecnologías que brinden cada vez más seguridad, para quienes conducen y también para los peatones. El automóvil es como la planta, los ingenieros como los investigadores en biología y salud, y los que tratan es de prevenir. O sea, cada vez mejores plantas, con cada vez menos daños a los seres humanos, con cada vez mejores métodos que impliquen cada vez menos potenciales y reales afectaciones al medio ambiente. Ambiente que es el único que tenemos, y que una vez que lo “matemos”, nada ni nadie lo podrá hacer renacer. Ni siquiera con todo el dinero que todos los poderosos del mundo puedan estar acumulando con los sistemas que tanto promueven.
 
Arq. Roberto O. Marra - CEP

No hay comentarios:

Publicar un comentario