lunes, 24 de agosto de 2020

PÓLVORA EN CHIMANGOS

Imagen de "Humor Gráfico"
Por Roberto Marra

Hay un dicho popular en Argentina, muy utilizado en el campo, primero, y extendido al resto de la sociedad después, que es eso de que “no hay que gastar pólvora en chimangos”. Fue originado entre los cazadores, que dedujeron la inutilidad de cazar esas aves carroñeras por la característica reducción del volúmen de su carne después de cocidos. Luego, el uso de esta frase se amplió a todo tipo de situaciones en las que no vale el esfuerzo realizado por el poco o nulo beneficio obtenido.

La natural característica carroñera de estos plumíferos, ha propiciado también el uso de su nombre para denominar a ciertos personajes de la vida cotidiana, que manifiestan parecidos procederes, aún cuando no se alimenten (directamente, al menos) de otros humanos. La sociedad en general y el ámbito político en particular, son propicios para el desarrollo de actividades de este tipo de seres, tan parecidos a esas aves rapaces (salvo en las plumas, claro). Tal como ellas, se muestran con un porte llamativo, actúan con fiereza y manifiestan siempre un permanente aire atemorizante, lo cual se diluye como arena entre las manos cuando se les desprovee de sus atavíos fantasiosos de poderes que no tienen y capacidades asumidas falsamente.

Igual que sus “parientes” voladores, estos presumidos autores de poco y nada, “vuelan” de uno a otro lado en busca de beneficios provenientes de los más débiles eslabones de la sociedad. Aprovechándose de sus eventuales figuraciones en los entornos de los poderosos de verdad, acceden a pequeñas cuotas de capacidad de daño, para realizar las tareas sucias de aniquilar a los enemigos de sus admirados propietarios de las vidas ajenas, que lo son por obra y gracia de sus fortunas robadas.

El aparato comunicacional, casi absolutamente ganado por el enemigo del pueblo, contiene en su ambiente putrefacto a los peores representantes de estos desplumados habitantes de las conciencias mayoritarias, a las que picotean día tras día, mortificándolas hasta agotarlas y convertir, a la nobleza de las almas populares, en receptáculos y emisores de sus oscuros procederes antisociales. Desde allí en adelante, la solidaridad se convierte en egoísmo, el aprecio en desdén, la voluntad en seguidismo y el amor en odio irracional.

A pesar de los daños reales que pueden concretar con sus “vuelos rasantes” sobre las necesidades de los menos favorecidos en el reparto capitalista, no son más que una “bandada” de la furibunda infantería provocativa que el Poder utiliza para denostar, perseguir, condenar y eliminar a sus enemigos reales, esos y esas que no se amilanan ante ellos y menos aún por la pobre acción depredadora de los rapiñeros que les envían para destruirlos.

Sin embargo, sus actos llamativos y rimbombantes provocan reacciones lógicas en las personas todavía capaces de comprender la realidad y sus motivos. Entonces, se convierten en los objetivos principales de los militantes, en los primordiales propósitos de sus acciones defensivas, lo cual los distrae del reconocimiento de los autores intelectuales de los dichos de los rapiñeros en cuestión, aquellos que continúan orondos con sus miserables actos depredadores, seguros en sus madrigueras de placeres infinitos, escondidos tras las cortinas de la irrealidad que fabrican con sus “chimangos” de traje y corbata.

Es tiempo de dejar de gastar tanta pólvora en estos chimangos de vuelo bajo y escasos niveles intelectuales. Es hora de saltar por encima de ellos, en busca de los dueños de todas nuestras desgracias, los hacedores de todas las maldades, los constructores de la mala vida de millones de sometidos a sus arbitrios infames. Ahota toca advertir el verdadero orígen de la mentira, el centro neurálgico del entramado mortal de estos diabólicos reproductores de las peores injusticias. Corresponde ya destrozar sus redes de incoherencias y falsedades, alimentadas, paradójicamente, por sus víctimas, que malgastan sus tiempos escuchando sus brutas consignas y esforzándose en luchar contra los inútiles sirvientes de los genuinos asesinos de nuestra sociedad. Llegó el momento de la revancha popular, que no podrá sino realizarse con la pacífica reconstrucción de la principal meta de los pueblos, el arma que desespera a sus diabólicos enemigos: la imprescindible construcción del viejo y bello sueño de la Justicia Social.

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