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La violencia es el caballito de batalla preferido por los
poderosos para derivar las responsabilidades de los desastres económicos y
sociales que ellos generan. Por supuesto, la única violencia que se verá es la
ejercida por los exaltados manifestantes, en los casos en que los atacados
fueran ellos. Cuando los ataques son contra sus enemigos ideológicos, allí la
violencia es siempre justificada detrás de escenificaciones mediáticas y
palabrerío discursivo de funcionarios y escribas chupamedias.