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martes, 4 de abril de 2017

DALE GAS

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Por Roberto Marra

“Dale gas” es una expresión utilizada en el automovilismo deportivo cuando se le quiere inducir a un conductor a apretar el acelerador. Pero parece que al actual ministro de energía Aranguren no es necesario acicatearlo para darle gas…a los aumentos. Como reconocido accionista de una de las más grandes empresas petroleras y gasíferas del Mundo, está acostumbrado al gas. En realidad, a venderlo, y a precios cada vez más inalcanzables para los usuarios.
En medio de un escenario social encendido por marchas multitudinarias y paros contundentes, inyecta gas al fuego de la desesperación de los trabajadores, doblemente preocupados por salarios que no alcanzan y amenazas de despidos. Enceguecido por la soberbia propia de los poderosos, aprieta el acelerador tarifario sin piedad, aumentando la velocidad del empobrecimiento.
Se han lanzado a la impiadosa misión de ganar una carrera contra los que menos tienen, sacándolos del camino de la vida digna a fuerza de la pérdida de poder adquisitivo. Les sacan varias vueltas a los rezagados pequeños empresarios nacionales, pero dejan pasar, raudos, a los grupos económicos con los que conforman el equipo expoliador de la Nación.
Para detener a las masas desesperadas por la pérdida de sus derechos más elementales, intentan sacar de la ruta de la lucha a sus conductores, con los repetidos volantazos de mentiras calumniosas. Con golpes, persecuciones y más gas (esta vez gratuito, pero lacrimógeno), pretenderán detenerlos con la bandera negra de acusaciones fraudulentas.
Pronto deberán parar en los boxes electorales para reponer combustible, que pretenden que vuelvan a pagar, increíblemente, los propios perdedores de esta carrera hacia la miseria mayoritaria. Para entonces, ya nos habrán endosado una enorme deuda financiera, destinada a asegurarles el recambio de las ruedas de falsedades mediáticas, las mismas que ya utilizaron para borrar la memoria colectiva de la felicidad malgastada en odios inútiles.
Solo queda esperanzarse en que otro combustible, el de la conciencia, inyecte en los trabajadores la energía necesaria para pasar al frente en esta desenfrenada carrera, donde solo se les podrá ganar a estos ladrones de esperanzas, conformando un equipo grande y compacto que, sin especulaciones miserables, le dé mucho gas a sus sueños para llegar a la anhelada meta de la justicia social.

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