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miércoles, 12 de abril de 2017

EL GENOCIDIO DISFRAZADO

Imagen de Taringa!
Por Roberto Marra

Con las viejas películas sobre la Segunda Guerra, Hollywood convenció al Mundo de habernos salvado del nazismo y sus aliados, con la característica victimización de Estados Unidos y los estereotipados personajes alemanes, italianos y japoneses. Más adelante, Rusia, Corea, China, Vietnam, Medio Oriente pasaron a ser los cucos amenazantes, con centenares de filmes del mismo tenor. Corren la misma suerte los países latinoamericanos que se atreven a decidir sus propios destinos.
La propaganda para instalar la necesidad de invadir países ha resultado siempre efectiva, al punto de ser aceptada como lógica por millones de televidentes, convencidos de las maldades de peligrosos tiranos presentados como bestias salvajes, capaces de las peores atrocidades que los salvadores yanquis tratarán de impedir con sus ataques. Además, la complicidad mediática impedirá la filtración de imágenes con muertos, como si se tratara solo de juegos electrónicos donde se demuelen edificios como castillos de naipes.
Pero la realidad es muy distinta. La muerte real se enseñorea por todo el mundo. Los misiles destruyen ciudades enteras, con sus habitantes adentro, en países petroleros de Medio Oriente; las ametralladoras tabletean sobre los africanos hambreados, mientras las bombas terroristas explotan en las ciudades europeas. Al tiempo que los pueblos ponen los muertos, señores de traje y corbata sonríen en las conferencias de “paz” donde solo se discuten posiciones de privilegio en el dominio mundial.
Las disculpas para invadir países se repiten sin que se les caiga la cara de vergüenza. Hace muchos años el auto-preparado ataque a Pearl Harbor, luego Vietnam y un barco atacado por ellos mismos, más adelante las armas químicas que nunca existieron en Irak. Ahora, nuevamente acusaciones de uso de armas químicas por parte de Siria, sirvió para iniciar una escalada en un país arrasado durante años con una guerra sostenida por y para la industria bélica del Imperio y sus socios europeos.
Nada parece que podrá impedir la sucesión de las muertes de los inocentes atrapados entre los fuegos cruzados de las disputas por el poder económico. Porque la subordinación a los planes de dominio son aceptados mansamente por la mayoría de los habitantes del Mundo, previamente empobrecidos y embrutecidos, lo suficiente para ignorar o menospreciar un genocidio que no ven, o que creen demasiado lejano.

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