Imagen de actualidad.rt.com |
Construir muros es muy importante. Cuando los vemos
elevarse, vemos hecha realidad los sueños de miles de personas que, por fin,
tendrán sus hogares sólidos y dignos. Esos son los muros que valen, los que
crean hábitats, los que generan inclusión, los que consolidan las familias, los
que dan trabajo a tantos obreros y empresas de la construcción.
Pero ahora están en auge otro tipo de muros. Son los que no
brindan más que exclusión, son los que denigran la condición humana de los
diferentes. Son los que humillan a los pobres y exacerban las divisiones
sociales, ya de por sí violentas y agraviantes. Son los que aseguran la
continuidad de la concentración de la riqueza y la pauperización de millones.
Son los que hunden la historia hasta un medioevo de castillos amurallados,
desde donde los dueños del Mundo observan con desprecio a los miserables
descartes de la humanidad.
El regreso al pasado parece ser la enfermedad del momento.
Este virus letal para el desarrollo humano, se ha expandido de tal forma que ha
atrapado, con su fiebre de odio y humillación, a millones de idiotizados en el
Planeta. La tarea de los poderosos, certeramente asistidos por los medios de
comunicación, los ha convertido en zombis sin conciencia, transformándose en el
ejército que aquellos necesitan para justificar sus acciones xenófobas y
racistas.
Carne de cañón de fácil manipulación, los integrantes de
estos batallones de “odiadores” acompañan felices las políticas amurallantes que
dictan sus amos ideológicos mientras, lentamente, caen en la degradante condición
de una deshumanización perversa, paso imprescindible para la profundización del
dominio al que estamos sometidos los pueblos del Mundo.
No siempre es necesario utilizar ladrillos y cemento para
construir tales muros. Los más importantes son los mentales, los que cierran la
posibilidad de comprensión de la realidad, los que aseguran el hundimiento en
cada vez más profundos abismos ideológicos, cerrando el paso al pensamiento
crítico más elemental. Enaltecidos los egos de los embobados por el Poder, creyéndose
parte de una victoria de la que jamás podrán disfrutar de sus beneficios, la
sociedad mundial camina sin ver, hacia su propia destrucción, esa que se deriva
del olvido de su historia.
Una historia de donde queda la ilusión de rescatar los anticuerpos
que comiencen con la imprescindible tarea de destruir la ignorancia y la
irracionalidad que nos condujo a esta actualidad paralizante, para continuar,
luego, con el regreso a las fuentes de la sabiduría popular que, en el pasado,
supo construir realidades con la eterna argamasa de las utopías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario