lunes, 30 de enero de 2017

MUROS Y…MUROS

Imagen de actualidad.rt.com
Por Roberto Marra

Construir muros es muy importante. Cuando los vemos elevarse, vemos hecha realidad los sueños de miles de personas que, por fin, tendrán sus hogares sólidos y dignos. Esos son los muros que valen, los que crean hábitats, los que generan inclusión, los que consolidan las familias, los que dan trabajo a tantos obreros y empresas de la construcción.
Pero ahora están en auge otro tipo de muros. Son los que no brindan más que exclusión, son los que denigran la condición humana de los diferentes. Son los que humillan a los pobres y exacerban las divisiones sociales, ya de por sí violentas y agraviantes. Son los que aseguran la continuidad de la concentración de la riqueza y la pauperización de millones. Son los que hunden la historia hasta un medioevo de castillos amurallados, desde donde los dueños del Mundo observan con desprecio a los miserables descartes de la humanidad.
El regreso al pasado parece ser la enfermedad del momento. Este virus letal para el desarrollo humano, se ha expandido de tal forma que ha atrapado, con su fiebre de odio y humillación, a millones de idiotizados en el Planeta. La tarea de los poderosos, certeramente asistidos por los medios de comunicación, los ha convertido en zombis sin conciencia, transformándose en el ejército que aquellos necesitan para justificar sus acciones xenófobas y racistas.
Carne de cañón de fácil manipulación, los integrantes de estos batallones de “odiadores” acompañan felices las políticas amurallantes que dictan sus amos ideológicos mientras, lentamente, caen en la degradante condición de una deshumanización perversa, paso imprescindible para la profundización del dominio al que estamos sometidos los pueblos del Mundo.
No siempre es necesario utilizar ladrillos y cemento para construir tales muros. Los más importantes son los mentales, los que cierran la posibilidad de comprensión de la realidad, los que aseguran el hundimiento en cada vez más profundos abismos ideológicos, cerrando el paso al pensamiento crítico más elemental. Enaltecidos los egos de los embobados por el Poder, creyéndose parte de una victoria de la que jamás podrán disfrutar de sus beneficios, la sociedad mundial camina sin ver, hacia su propia destrucción, esa que se deriva del olvido de su historia.  
Una historia de donde queda la ilusión de rescatar los anticuerpos que comiencen con la imprescindible tarea de destruir la ignorancia y la irracionalidad que nos condujo a esta actualidad paralizante, para continuar, luego, con el regreso a las fuentes de la sabiduría popular que, en el pasado, supo construir realidades con la eterna argamasa de las utopías.

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