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jueves, 12 de diciembre de 2019

SANTA FE, CON MUCHA FE

Imagen de "Derf"
Por Roberto Marra
El inicio de todo gobierno genera expectativas. De las buenas y de las malas. También está atravesado por las posiciones ideológicas, que generan rechazos anticipados, solo por el deseo de quienes se posicionan como opositores, de comenzar con la que creen es su única tarea, la de destruir a esa nueva administración, antes que se consolide y pueda desarrollar los planes que prevee. Esto se da, sobre todo, cuando quienes asumen, se anuncian como representantes de los intereses populares, y quienes se van, lo son de aquellos sectores alineados con el Poder Real.
En la Provincia de Santa Fe, el nuevo Gobernador se ha presentado en sociedad de una manera contundente, trazando un panorama del gobierno precedente sin tratar de disimular cada uno de los desastres administrativos y de gestión en general que realizara. 
 
Sin tapujos ni medias tintas, Perotti hizo un descarnado relato de lo que fue el gobierno en retirada, señalando la profundidad de la crisis financiera y económica que se recibe, el tema de la deuda creciente, la maniobra de la sanción anticipada del presupuesto del 2020 antes que él asumiera para dejarlo sin margen de maniobra con los recursos, las espúrias relaciones con el delito del narcotráfico, señalando incluso hasta la posible complicidad de los miembros del ejecutivo saliente, incluyendo a funcionarios políticos y de las fuerzas policiales.
Un buen diagnóstico es la base de un buen plan, aún cuando no es suficiente para concretarlo exitosamente. Pero genera expectativa favorable escuchar, a quien fuera elegido para ejercer el cargo máximo de la Provincia, expresar con la crudeza imprescindible de estos casos, la base desde donde deberá comenzar su tarea reconstructiva que, al igual que en la Nación, atraviesa a la sociedad por donde se la mire.
Otra cosa será como logrará encauzar las fuerzas divergentes que se expresan en este territorio de latifundios y chacareros, de pueblos abandonados, de ciudades desindustrializadas, de urbes como Rosario o Santa Fe y sus complejidades habitacionales, de pobrezas y miserias amontonadas en barrios marginados de la sociedad, con ciudadanos de segunda y muy pocos de las “grandes ligas”.
Más complejo será abordar lo educativo, con la eterna disputa salarial en ciernes de cada inicio del año. O lo sanitario, que a pesar de la parafernalia discursiva, no se encuentra en el estado de perfección que se ha manifestado siempre desde la anterior administración. O lo productivo, atravesado por la debacle originada en la gestión nacional del macrismo, pero aumentada por la inacción o la complicidad del gobierno indefinido de este “socialismo” sin sociedad y con mucho compromiso con los poderosos.
Lo de “tierra arrasada” no es solo en lo nacional. Santa Fe también sufrió este huracán de mendacidades puestas al servicio de los pocos ganadores del modelo económico-financiero. Se mire por donde se mire, la población está sumergida en problemas que abarcan toda su vida, que ha visto morir las pequeñas empresas industriales y comerciales como moscas atrapadas en esa red de empobrecimiento generalizado creada de ex-profeso por el macrismo y sus secuaces locales.
Solo cabe mirar para adelante, se suele decir. Pero no podrá ni deberá olvidarse todas y cada una de las operaciones falaces desarrolladas para aplastar las esperanzas y las necesidades postergadas desde siempre, solo por enriquecer a unos pocos ganadores. Y no deberá dejarse pasar las maniobras de los traidores a los mandatos y las prioridades populares, solo para abultar más todavía los bolsillos de los especuladores de la politiquería que pululan en la Legislatura provincial.
La cultura política sigue inmersa en el “dejar hacer”, en el “animémos y hagan”. La participación popular brilla por su ausencia, en base a la conveniencia de quienes desean que así suceda, para evitar el protagonismo vigilante de una sociedad que necesita ser empoderada, si de verdad se quieren alcanzar los objetivos y las metas proclamadas. La decisión de Perotti, su impronta administrativa y su voluntad manifiesta, son un buen comienzo. Pero los santafesinos deberán hacer algo más que observar el “partido”, metiéndose en la “cancha” para disputarlo junto a él, empujando sus palabras hasta convertirlas en hechos. Esos serán los “goles” para alcanzar la victoria, que no puede ser otra que la de la justicia social.

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