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viernes, 13 de diciembre de 2019

LA OPORTUNIDAD DE JAVKIN

Imagen de "Derf"
Por Roberto Marra
Los tiempos electorales han culminado. Los electos y electas ya asumieron sus cargos y expresaron sus diagnósticos y propuestas. La ciudadanía ha festejado en gran parte y ha refunfuñado en otra pequeña cantidad, expresión, esta última, del acostumbrado desprecio hacia las mayorías. Hemos asistido al retiro efectivo de los episódicos conductores que comandaron la pesadilla sufrida en estos cuatro años, para envolvernos ahora en las emociones de todas las esperanzas renovadas de un tiempo nuevo que comienza a andar, en busca de la vertical perdida.
Aquí, en Rosario, también se ha dado vuelta una página. La asunción de Pablo Javkin como Intendente, marca otro inicio diferente, el final de una larga etapa signada por representantes de ese partido del nombre equivocado, que remite a un ideario que nunca asumieron de verdad como propio, porque el “socialismo” que se suponía representaban, solo se expresaba en una ínfima parte de sus actos, atravesados por un sinnúmero de intereses personales y de grupo, que terminaban por diluir lo que sus discursos prometían.
Javkin proviene del radicalismo, un partido centenario pero también devaluado en los últimos tiempos, por ese pérfido acompañamiento a los peores representantes del neoliberalismo, que se apoderaron de los máximos niveles de la conducción de la UCR, para moldearla a gusto de las necesidades electorales que le posibilitaran contar con esa estructura a nivel nacional al servicio de los ceos asumidos como “dirigentes”. Sin embargo, el recién consagrado Intendente de la Ciudad, pareciera no compatir esa identificación miserable que otros asumieron para deshonra del partido de Yrigoyen, al menos por sus dichos.
Sus mensajes van en busca de la superación de las barreras ideológicas que, indudablemente, se evidencian con los gobiernos provincial y nacional, cosa que no parece frenarlo en función de establecer lazos interjurisdiccionales que le permitan desarrollar las potencialidades de una ciudad tratada, hasta ahora, como mera receptora de inversiones inmobiliarias sin sentido urbanístico, con una infraestructura incompleta o atrasada, y un sistema de transporte público que nunca termina de reordenarse, entre tantas otras cosas prometidas en vano por sus antecesores.
Rosario sigue siendo la conjunción de dos ciudades (al menos), donde una parte puede acceder a los lógicos beneficios de los servicios urbanos que corresponden a una gran ciudad, mientras un sector voluminoso, en tamaño poblacional y extensión territorial, continúa sumida en la miseria y la exclusión. Por supuesto, nada es absoluto, porque existen algunos programas y políticas que, aunque no sean abarcativas de la totalidad (ni mucho menos) de lo requerido por la población, brindan cierta contención y apaciguan las desigualdades pavorosas que esos sectores poblacionales poseen respecto al resto de la sociedad.
Javkin tiene ahora una oportunidad, la de modificar el sentido mismo de esos conceptos estancados en procedimientos que resultan solo espasmos caritativos, más que acciones solidarias auténticas en busca del fin de tan profundas asimetrías. Tiene la ocasión de mostrar una cara nueva y necesaria para hacer de esta Rosario un ámbito donde proliferen las virtuosas políticas sociales, productivas, innovadoras, que hagan posible el desarrollo lógico de semejante urbe, donde la distribución de la riqueza se manifiesta tan injusta, como generadora de conflictos.
El nuevo Intendente tiene ante sí una “madeja” de problemas que debería encarar con apoyo en su Pueblo, el eterno ignorado, el convocado solo para colocar sus votos en las urnas, las más de las veces en base al engaño marketinero. Es el tiempo de promover la participación y el protagonismo real, no declamarlo. Es la etapa de la imprescindible reformulación de un planeamiento realista y acorde a las demandas impostergables de los habitantes, consultando a todos los actores de la sociedad rosarina, en busca de la conjunción de las ideas que hagan posible hacer de nuestra ciudad, un ejemplo de renovación urbana y ciudadana, de crecimiento productivo multifacético y sustentable, para la definitiva inclusión equitativa de todos sus habitantes.

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