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Por David Cufré*
La persistente
reaparición pública de Domingo Cavallo en medios de comunicación, como si nada
hubiera pasado, invita a revisar datos estadísticos y a comparar postulados de
política económica que siguen formando parte del debate nacional. La etapa en
la que al ex ministro se le adjudican sus mayores logros, en el primer gobierno
de Menem, arrancó en 1991 con una tasa de desocupación del 6,0 por ciento y
terminó en 1996 con un desempleo del 17,3. Es decir, en su mejor época casi
triplicó la cantidad de personas sin trabajo. El daño que ocasionó fue tan
severo que todavía no se alcanzó el punto de partida. Después de más de diez
años de curaciones sobre el tejido social, el desempleo bajó en el segundo
trimestre de este año a 6,6 por ciento. La corta pero también inolvidable
gestión de Cavallo como ministro de la Alianza en 2001 superó su propio record,
ya que la desocupación escaló a 21,5 por ciento. Es conveniente tener presentes
estos números cuando se lo escucha dar recomendaciones por televisión o a
algunos de sus antiguos colaboradores, hoy en puestos relevantes de la
oposición, como Federico Sturzenegger, miembro del equipo económico de 2001,
actualmente en el PRO, o Nadin Argañaraz, quien tomó la posta desde la
Fundación Mediterránea y ahora es el economista principal de José Manuel de la
Sota.