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jueves, 5 de septiembre de 2019

AVE LLUTO

Imgen de "Agencia NOVA"
Por Roberto Marra
Las explicaciones de lo ridículo, suelen ser más ridículas todavía. Pero también pueden llevarnos a comprender la ridiculez, necesaria forma de enfrentar a los ridículos con ínfulas de superioridades imposibles. Y si es por grotescos, nada mejor que buscar en el gobierno cambiemita, donde pululan personajes de tan baja formación cultural como escasa propensión a lo moral. Empezando por su máximo “líder”, tan escaso de intelecto como de vergüenzas, aparecen otros ministros y secretarios que hacen cola en la puerta de lo bufonesco, prestos a llevarse los galardones máximos en esa particular carrera hacia lo despreciable.
Uno de ellos, sin ponerse colorado ni retroceder un milímetro en sus desaguisados lingüísticos, se aventura a asegurar que en la Argentina ¡no hay hambre! Verdadero estudioso de la realidad (marciana), profundo conocedor de la inmoralidad (porque la habita), este asqueroso en cuestión lleva un apellido que resulta toda una paráfrasis de sus pensamientos.
Porque la palabra “avelluto” puede descomponerse en dos partes: “ave”, que es el saludo de origen latino que se puede traducir como “estar bien” o, como lo significaban los romanos, “que estés bien”. La segunda parte, “lluto”, es el nombre de un pueblo peruano que se hundió, literalmente, que se lo tragó la tierra, por efecto de las lluvias y la correspondiente saturación del suelo que lo sustentaba.
Entonces, ¿por qué no interpretar el apellido de este energúmeno ¡secretario de cultura! como la conjunción de estos dos significados? “Que estés bien... hundido” sería una aproximación semántica a los deseos del cajetilla que oficia de conocedor de la realidad que no visitó jamás, que ni siquiera mira, para no contagiarse de la pobreza que ayudó a profundizar, como parte de este oscuro proceso de destrucción nacional que integra junto a su patético presidente.
Por fuera de su apellido caracterizador de su pensamiento, este provocador serial ha llevado adelante una gestión donde sus máximos logros son el retroceso de todos los parámetros con los cuales se puedan medir el acceso a la cultura, su desarrollo virtuoso, la posibilidad de creación y exposición de los valores artísticos nacionales, el abastecimiento de presupuestos que permitan niveles de vida dignos a los trabajadores de la cultura y tantos otros etcéteras que lo “enaltecen”.
Otro lugar arrasado, otra expresión de la virtualidad gobernante, uno más de los despreciables personajes y sus métodos de obtención de buenos presentes y futuros para ellos, dejando en el barro, bien hundidos, a quienes no tienen la suerte de pertenecer a sus exclusivos círculos de prosapias mal habidas. Una repetida parodia inmoral con la que se aventuran a revelar sus auténticos pensamientos, ya sin tapujos, en la pendiente final que los lleva al abismo político que se fabricaron.
Más desprecio imposible, justo hacia quienes ya no tienen ni siquiera el acceso a lo elemental, al alimento que les permita sobrevivir, rodeados de una miseria desenfrenada y aplastados por la ignominia de quienes debieron ser los que les evitaran el martirio del hambre. Avelluto es la representación mordaz de la abyección, de la insolencia del poderoso, de la brutalidad de los oligarcas y los serviles como él, que no conoce más que el territorio de sus bolsillos, el último reducto de sus desvergüenzas, la última parada del tren de la codicia, el final del camino de su miserable vida, el horrendo ejemplo de un tiempo que se termina.

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