Imgen de "Agencia NOVA" |
Por
Roberto Marra
Las
explicaciones de lo ridículo, suelen ser más ridículas todavía.
Pero también pueden llevarnos a comprender la ridiculez, necesaria
forma de enfrentar a los ridículos con ínfulas de superioridades
imposibles. Y si es por grotescos, nada mejor que buscar en el
gobierno cambiemita, donde pululan personajes de tan baja formación
cultural como escasa propensión a lo moral. Empezando por su máximo
“líder”, tan escaso de intelecto como de vergüenzas, aparecen
otros ministros y secretarios que hacen cola en la puerta de lo
bufonesco, prestos a llevarse los galardones máximos en esa
particular carrera hacia lo despreciable.
Porque
la palabra “avelluto” puede descomponerse en dos partes: “ave”,
que es el saludo de origen latino que se puede traducir como “estar
bien” o, como lo significaban los romanos, “que estés bien”.
La segunda parte, “lluto”, es el nombre de un pueblo peruano que
se hundió, literalmente, que se lo tragó la tierra, por efecto de
las lluvias y la correspondiente saturación del suelo que lo
sustentaba.
Entonces,
¿por qué no interpretar el apellido de este energúmeno ¡secretario
de cultura! como la conjunción de estos dos significados? “Que
estés bien... hundido” sería una aproximación semántica a los
deseos del cajetilla que oficia de conocedor de la realidad que no
visitó jamás, que ni siquiera mira, para no contagiarse de la
pobreza que ayudó a profundizar, como parte de este oscuro proceso
de destrucción nacional que integra junto a su patético presidente.
Por
fuera de su apellido caracterizador de su pensamiento, este
provocador serial ha llevado adelante una gestión donde sus máximos
logros son el retroceso de todos los parámetros con los cuales se
puedan medir el acceso a la cultura, su desarrollo virtuoso, la
posibilidad de creación y exposición de los valores artísticos
nacionales, el abastecimiento de presupuestos que permitan niveles de
vida dignos a los trabajadores de la cultura y tantos otros etcéteras
que lo “enaltecen”.
Otro
lugar arrasado, otra expresión de la virtualidad gobernante, uno más
de los despreciables personajes y sus métodos de obtención de
buenos presentes y futuros para ellos, dejando en el barro, bien
hundidos, a quienes no tienen la suerte de pertenecer a sus
exclusivos círculos de prosapias mal habidas. Una repetida parodia
inmoral con la que se aventuran a revelar sus auténticos
pensamientos, ya sin tapujos, en la pendiente final que los lleva al
abismo político que se fabricaron.
Más
desprecio imposible, justo hacia quienes ya no tienen ni siquiera el
acceso a lo elemental, al alimento que les permita sobrevivir,
rodeados de una miseria desenfrenada y aplastados por la ignominia de
quienes debieron ser los que les evitaran el martirio del hambre.
Avelluto es la representación mordaz de la abyección, de la
insolencia del poderoso, de la brutalidad de los oligarcas y los
serviles como él, que no conoce más que el territorio de sus
bolsillos, el último reducto de sus desvergüenzas, la última
parada del tren de la codicia, el final del camino de su miserable
vida, el horrendo ejemplo de un tiempo que se termina.
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