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Por
Roberto Marra
"El
hombre ha nacido libre y, sin embargo, por todas partes se encuentra
encadenado". Así define Jean-Jacques Rousseau la razón de su
tratado “El Contrato Social”, obra que influiría notablemente en
las concepciones que posteriormente se harían sobre las formas de
relacionamientos sociales y en la organización de los Estados. En
nuestra naciente Patria, fue Mariano Moreno quien contribuiría al
conocimiento de esa obra, que luego se manifestaría en sus acciones,
con la traducción al castellano que él mismo realizara. Lo que
seguro no hubo, cuando aquella conceptual propuesta vio la luz, fue
una repercusión masiva y popular, un respaldo de millares de
embelesados manifestantes que gritara sus adhesiones, que se llenara
de alegría por presenciar un hecho fundante, por vivir un tiempo
trascendente, un breve espacio de felicidad en medio de tanta miseria
conceptual de la política.
Entonces,
cuando las vallas de la estupidez impiden el paso hacia estadíos
superadores de la nefasta realidad, cuando la tristeza parecía haber
ganado la batalla contra la lucha por mejores tiempos, cuando se
humedecen los ojos de quienes sienten como propios los dolores de sus
compatriotas miserabilizados, cuando el porvenir nos aprieta contra
el “muro de los lamentos” en que se ha convertido a la Nación,
aparece un soplo de aire fresco y renovador, un Pampero de esperanzas
y sabidurías simples, una andanada de palabras dulces y generosas,
acariciándonos el alma, despertando de nuevo las conciencias
adormecidas por los sopores del abandono y la desidia.
Es
solo un momento más, un breve tiempo permitido para escuchar “el
relato” que nos escondieron bajo la alfombra de la vergüenza
politiquera. Son algunos minutos donde el vuelo poético de los
viejos sueños recobran vida, retemplan las almas, iluminan los
corazones y señalan el rumbo perdido. Es el simple acontecimiento de
escuchar a la autora de un prodigio pocas veces vivido a lo largo de
nuestra historia, tan perseguida como se persigue a los distintos, a
los mejores, a los auténticos.
Es
la traducción verbal de lo imprescindible, de la elaboración de
conceptos a través de una vida contada con detalles, de una sucesión
de anécdotas que enamoran más a la muchedumbre, que esperaba hace
mucho la caricia de su voz y su compromiso, tan permanente como sus
ideas, tan renovadas como su inteligencia apabullante.
Fue
solo una ráfaga, un breve aliento del futuro, una muestra sencilla
del poder determinante de su presencia, un instante veloz pero
nutriente, donde el Pueblo fabricó de nuevo su argamasa mojándose
en la lluvia que bendijo sus presencias. Las manos, las sonrisas, los
cantos y los llantos, ritual reaparecido para esperar el momento de
empujar a las desgracias devenidas de los paquidermos ocupantes de la
Rosada.
Y se
fue, dejando una estela de placeres imposibles de comprender por los
idiotas y los obtusos, provocando otra vez a un Poder que ya no sabe
como atacarla, enardeciendo las perversas mentes de los mandantes de
nuestras miserias. Todo por seiscientas páginas de un libro azul y
blanco, tan claro como aquel que, en otros tiempos, supo parar a un
imperio y lograr el triunfo popular que cambió la historia nacional.
Y esto es, Sinceramente, lo que ahora se necesita.
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