Uno
de las formas que tiene el imperio para justificar sus estragos
internacionales, consiste en promover necesidades que no existen en
los países a los que desean someter a sus arbitrios, o negarlas,
aunque estén ante los sentidos de toda la humanidad, cuando lo que
buscan es la desaparición, lisa y llana, de una Nación que les
resulte un obstáculo para sus intereses.
Utilizando
el aparato mediático distribuido por todo el Mundo y por medio de su
industria cultural hollywodense, logran atrapar en las redes de sus
retorcidas informaciones a los millones de espectadores de este
“teatro de operaciones” en que han convertido a casi todo el
Planeta. Cuentan con la inestimable colaboración de los cipayos de
cada país, siempre dispuestos a vender sus almas al diablo, y de la
estupidización masiva con la creación de estigmas raciales o
ideológicos que impiden salir de este camino al naufragio
planetario.
Por
increíble que pueda parecer, las más de un millón de personas
muertas en Irak desde su invasión “liberadora” del “dictador”
Hussein, las seiscientas mil de Siria, los desplazados y refugiados
que se cuentan por varios millones, la destrucción de ciudades
enteras, de la infraestructura y de los más bellos monumentos de la
historia de la humanidad reducidos a escombros, el arrinconamiento de
los palestinos sobre una mínima expresión de su verdadero
territorio invadido por el hegemón israelí, y tantos etcéteras
africanos, solo son mostrados como los “necesarios daños
colaterales” por sus “esfuerzos” para liberarnos del
“terrorismo”, invento muy apropiado a los beneficios que acarrean
sus invasiones y saqueos.
Reclaman
el fin de la “tiranía” chavista, bloquean el desarrollo normal
de una Nación libre, destruyen su economía, amenazan con su
intervención territorial, para después exigir el paso a sus “ayudas
humanitarias”, repugnante denominación del nuevo sistema de
penetración de armas para alimentar a los lúmpenes que sirven a sus
intereses y a la oligarquía local. Pero “no ven” la destrucción
de Yemen, un pequeño reducto petrolero que su gendarme Saudí en
Medio Oriente está convirtiendo en cenizas, matando miles de niños
para justificar la apropiación de sus riquezas subterráneas, sin
que les parezca necesaria la famosa “ayuda humanitaria”.
Sesenta
años de aislamiento a la Cuba libertaria con el único fin de
asegurar su predominio ideológico, no les basta. Aprietan el
torniquete de su asedio con nuevas obstrucciones al desarrollo
comercial de la isla. Sueñan con interrumpir el proceso nicaragüense
fabricando otra de sus “revoluciones de colores”, que siempre
terminan siendo negras. Necesitan impedir la re-elección del indio
Evo Morales, para controlar su expansión impresionante y enterrar su
potencialidad como Nación desarrollada.
Pero
no hablan ni se preocupan por la humanidad de los haitianos, mil
veces destruídos, por la naturaleza y por las invasiones y
sometimientos a sus gobiernos títeres. Ni siquiera se ocupan de las
devastaciones de los huracanes en “su territorio de segunda”,
Puerto Rico, atrapado en el tiempo de las colonias, vejado y
transmutado culturalmente para moldear una sociedad creída de una
pertenencia falsa.
“Preocupados”
por la “libertad”, invaden, asesinan y destruyen. Interesados en
“impedir el terrorismo”, proveen de entrenamiento y armas
sofisticadas a miles de matones a sueldo que distribuyen por el Mundo
para controlar a la población sometida y esclavizada para
satisfacción de sus “necesidades” de acumulación infinita.
“Angustiados” por los que huyen de las guerras fabricadas por
ellos mismos, envían más armas a sus paises, mientras sus socios
europeos hunden las miserables barcazas repletas de africanos en el
Mediterráneo. Sin piedad, sin importarles más que el resultado
final de sus cuentas bancarias, sin otro objetivo que anular el
futuro de centenares de millones de seres humanos convertidos en
residuos poblacionales, avanzan con muy pocos obstáculos hacia el
dominio absoluto del Planeta.
Pero
aún sin agua, sin comida, sin herramientas ni materiales, quedan los
que nunca se rinden, los que mueven las agujas de los sismógrafos
sociales, los que penetran como gérmenes en los pensamientos de
quienes todavía pueden comprender la realidad, los que fabrican
esperanzas en los desiertos ideológicos y escriben las mejores
páginas de la historia de los Pueblos.
Son
quienes lograrán despabilar las neuronas de los sometidos, para
reconstruir cada pared derribada, cada edificio demolido, cada ciudad
derrumbada, cada Nación arrasada. Son los que harán tronar el
escarmiento, cuando logren expulsar a los invasores y arrinconar a
los traidores. Son quienes acabarán venciendo sobre la muerte
cotidiana y construirán un nuevo Mundo solidario, donde la vida no
sea nunca más el resultado del azar de una bala perdida. O la
decisión de algún payasesco personaje imperial, que apriete el
botón equivocado.
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