Imagen de "Ramble Tamble" |
Por
Roberto Marra
El
insulto es el placer de los brutos. Se regodean esos obtusos con el
escarnio hacia el objeto de su odio. Su contento irracional se deriva
de la satisfacción del desprecio sobre otros seres humanos. Sienten
el cosquilleo de su cobardía recorriendo sus pulmones hasta expulsar
sus palabrotas soeces, fruto de la acumulación de ignorancias nunca
curadas. Se sostienen del pasamanos de necedades que los lleva por la
ruta de la bestialidad hacia el único logro que les importa: la
destrucción de sus odiados, la humillación de los vilipendiados, la
muerte civil de sus atacados.
Como
es lógico, a mayor poderío económico, más fácil se les hace la
denigración ajena, protegidos por sus jueces amigos y apañados por
policías de sus mismas calañas. La cuestión de género aumenta la
violencia verbal de estos energúmenos, y no trepidan en maltratar
con las peores injurias a las mujeres, que por serlo las consideran
de escasa importancia y nula capacidad.
Claro
que no actúan por generación espontánea estos difamadores. Cuentan
con el respaldo de los medios y algunos de las peores figuras de la
comunicación con pretensiones de ser llamados periodistas. Es desde
esos lugares que salen al ruedo las bestialidades, listas para ser
utilizadas por esa masa de brutos que actúan por el impulso de las
imágenes y las palabras que pronuncian los cloacales personajes
radiales y televisivos.
Los
acompañan otros alcornoques de sus misma layas, a quienes se les da
el ridículo papel de “analistas”, cuya capacidad intelectual no
excede la de una lombriz. Sin embargo, acumulan un peligrosos arsenal
de odios y blasfemias, siempre listas a ser expulsadas por sus
lenguas viperinas. Interactúan con algunos invitados que son como la
primera camada de insultados, el paso previo al ataque a los
verdaderos objetivos de sus escarnios.
Cuando
los brutos son, en realidad, brutas, la cosa se pone mucho más
pesada. Por razones difíciles de dilucidar, es desde el ámbito
femenino que pueden llegar a salir las peores bestialidades verbales.
Son las columnistas de esos programas de chismosos seriales las que
lanzan las peores afrentas y los insultos más crueles hacia otras
mujeres. Pero también lo hacen aquellas integrantes de un gobierno
que es insultante en su propia constitución ideológica. Despiadadas
y sin sonrojo posible, arremeten con puñaladas de groserías para
despretigiar y enlodar la honra de quien resulta ser el objetivo a
destruir.
En
medio de semejante albedrío verbal, no resulta extraño el ataque a
la Ex-Presidenta por parte de un enjenado con forma humanoide que
pretendió mostrar toda su “valentía” ante una mujer viuda, con
la madre recién fallecida y una hija enferma. Tal como siempre
sucede, las casualidades no existen y la pertenencia de clase del
gorila en cuestión, da la pauta de quienes son los buenos y los
malos en esta sociedad tan profundamente desigual.
Y
como no es algo novedoso ni aislado, como resulta la continuidad de
años de pesadas manifestaciones de sus odios multiplicados, como se
trata de millones de imbéciles la claque que aplaude a estos
lunáticos con ansias de destrucción de sus enemigos ideológicos,
la respuesta no puede seguir siendo la de callar y quedar a merced de
los brutos. Todo partido tiene su segundo tiempo, y será allí que
se deberán ajustar las cuentas con semejantes vejadores del honor y
la verdad.
Pero
no será como ellos quisieran, con el mismo grado de ferocidad
vengativa, sino con la construcción de una sociedad nueva, donde la
ignorancia se combata con la educación de los desposeídos, donde la
igualdad sea la única medida a considerar para otorgar derechos,
donde el odio se reduzca a fuerza de comprender las razones
históricas que dieron orígen a tantos dislates sociales. Una
sociedad donde los perversos, esos personajes que gozan con el dolor
ajeno, dejen de conducir los destinos de la Nación. Y donde la
brutalidad sea arrinconada contra el paredón del raciocinio, para
ametrallarla con las verdades que maten sus placeres insultantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario