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viernes, 11 de enero de 2019

LA TELARAÑA ANTICHAVISTA

Imagen de "cuatrof.net"
Por Roberto Marra
Hay quienes sostienen criterios negativos de gobiernos de los que nunca tuvieron otras opiniones que las de sus enemigos, por lo cual los consideran como sus propios enemigos. Hay una mayoría atontada por el ruido mediático ofrecido desde el Poder, donde la maquinaria lavadora de cerebros hace rato que funciona a la perfección, impidiendo aunque sea una duda sobre sus dichos y falsas certezas. También hay personas que creen que no importa demasiado lo que suceda en otros países, ni cercanos ni lejanos, con esa ridícula creencia en la centralidad absoluta en el universo, de su lugar en el mundo.
Solo con esa base, ya sería suficiente para envolver a la población en esa telaraña de mentiras fabricadas para satisfacción del imperio. Con eso solo les bastaría para asegurar que lo blanco es negro, o viceversa. Sin reparo en el más mínimo de los respetos por lo mucho que se destruye con esas acciones odiosas, arremeten una y otra vez contra la verdad, la retuercen y aniquilan, la manosean y perforan con sus viejas y melladas espadas asesinas de pueblos y rebeldías.
El peor mentiroso serial, el contumaz repetidor de falacias, el engreído heredero de mafiosos y ladrones, lanza también sus diatribas contra el cuco del momento, Venezuela y su gobierno popular. Desde su guarida veraniega, descansando del descanso eterno que le permite multiplicar su fortuna y las de sus amigos del Newman, cacarea cada vez que el amo se lo indica, incluso cuando no se lo pide, como el contumaz obsecuente que resulta ser. Vomita sus desprecios y recita la prosa maloliente de los dueños del Planeta, obcecados enemigos de un gobierno venezolano que necesitan destruir para acabar con el ejemplo y arrasar con la utopía que mil veces intentaron desaparecer de la faz de la Tierra.
El inédito responsable de todas nuestras desgracias, el autor de todas las maldades que sufrimos, el sucio exponente de una raza de evasores y apropiadores de riquezas mal habidas, ese oscuro personaje de una mala comedia de enredos que solo puede hacer llorar, se erige en señalador de inmoralidades de las cuales es el máximo exponente, de éticas que siempre arrastró por el piso de la indignidad, de fantasías dictatoriales de otras naciones, buscador de agujas en pajares ajenos que tapan las vigas en sus ojos.
La repugnancia de escuchar a semejante inútil intelectual es mayúscula, para quienes todavía conservan alguna capacidad de comprensión de la realidad. Pero la repetición obsecuente de decenas de supuestos estudiosos de la política internacional, perfora los cerebros de quienes ya no pueden pensar por sí mismos, sino a través de las pantallas. Con esa condición de idiotizados, repiten semejantes oprobios antichavistas, como paradigma de sus odios más injustos y profundos.
Los imbéciles que adhieren a esas ridículas posturas, demuestran cuan lejos estamos de resolver los dramas que padecemos. Millones de estupidizados arrastran las bolsas de excrementos mediáticos que les proveen para alimentar sus escasas neuronas, maldiciendo al gobierno de una nación que intenta caminar su propio camino, construir su legítimo destino, levantar su cabeza del barro de miserias al que estamos predestinados desde Monroe hasta estos tiempos.
Otros, esos politiqueros no tan imbéciles pero muy ladinos, ofician de claque del imperio decadente, adhiriendo a sus pérfidas posturas, alentando “democracias” ajenas que nunca defendieron de verdad en su propio País. Son los eternos vendepatrias disfrazados de solemnes defensores de los “pueblos oprimidos”, de los que, en realidad, no les interesa más que la “opresión” a los oligarcas constructores de cuanta dictadura real haya existido en nuestras tierras.
Los consume el odio de clase, los desespera la razón de los rebeldes, los enloquece la imposibilidad de dominar a los pueblos convencidos de sus fuerzas. Desprecian hasta el paroxismo a los “nadies”, matan sus ilusiones con balazos y hambre y no admiten que en otros lares se intente demostrar que otro Mundo es posible, que la vida puede ser modificada, que la esperanza puede llegar a la meta de los sueños realizados.
Están atrapados en la telaraña que ellos mismos tejieron, creyendo que podrían eternizar sus poderíos. Pero la “mosca” que más les molesta, la Venezuela chavista, sigue volando libre de sus miserables venenos, honrando la palabra empeñada desde su historia de corajes y libertades, forjadas con la espada de un Bolívar que empuja la razón de un Pueblo que busca, a su manera, el futuro que ya casi alcanza.

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