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jueves, 10 de enero de 2019

LAS CIFRAS DEL PODER

Imagen de "Granma"
Por Roberto Marra
La mezcla de la verdad y la mentira es el mejor método para convencer de que se está expresando una certeza, mientras se oculta una realidad que no le conviene revelar a quienes pretenden profundizar el dominio absoluto del Mundo. Elaboradas como una receta de cocina, esa particular “pasta” de ingredientes falsos y reales termina por convencer a la mayoría de los ciudadanos televisivos, que parecen solo pensar y actuar en base a lo que opinan los personajes pseudo-periodísticos que pululan por todos los canales de noticias del Planeta.
Claro que no son nada tontos los productores de tales falacias. Se trata de mostrar a los países “descarriados” que el imperio necesita sojuzgar, como los que más datos negativos poseen, con esas particulares maneras de medir desarrollos económicos a través de índices inventados por ellos mismos, con poca rigurosidad científica pero mucha capacidad de daño mediático. Le agregan, siempre, algo de la realidad pasmosamente evidente de otros países, aquellos que “hacen los deberes” ordenados por los organismos financieros como el FMI, pero que, como el caso de Argentina, ni siquiera así logran despegar de sus obvios resultados negativos.
Habiendo más de doscientos países en el Planeta, se da siempre la “casualidad” que justo las naciones consideradas por el imperio como el “eje del mal” son las de peores datos económicos y sociales, agregando a ello que tales cifras son mostradas sin el contexto en el que se desarrollarían tales malos datos. Todo se debería, en esas sociedades supuestamente antidemocráticas, de las maldades de dictadorzuelos y “regímenes totalitarios”.
Para el imperio, solo hay “desarrollo” cuando sus empresas pueden actuar a su antojo en los países en cuestión, cuando el dominio de los territorios y sus materias primas pueden ser extraídas sin control alguno por parte de las “autoridades” de esas naciones, convertidas en simples marionetas. Solo necesitan bases de operaciones productivas y financieras que aseguren la reproducción de sus riquezas (las del imperio) y anulen los intentos de soberanías (las de las neo-colonias).
Los Pueblos “descarriados”, las naciones que se rebelan ante quienes todo lo quieren para sí, serán convenientemente denostadas y presionadas para sus sometimientos. No les temblará el pulso para la utilización de todos los métodos, incluso los que terminen por provocar la muerte de miles de personas por hambre, enfermedades o violencias programadas como supuestas “rebeliones” contra los imaginarios “dictadores”, paradójicamente elegidos por los ciudadanos.
Cifras exageradas hasta el paroxismo, aseguran a los desatentos embobados mundiales las “tremendas consecuencias” de esos gobiernos libertarios, bloqueados de mil maneras, ahogados en sus finanzas con la colaboración de los ganadores del momento en el Mundo, los bancos. Nada contarán de las desventuras sufridas por los pueblos gracias a la negación de vacunas, alimentos, maquinarias, semillas y todo aquello que pueda servir para favorecer el auténtico desarrollo autónomo.
La idiotez programada termina por envolver tambien a los sectores políticos de otros países que se dicen defensores de los mismos valores que sustentan de verdad los gobiernos atacados por el imperio. Entonces, con actitudes incompresibles por lo banales y simplonas, aseguran lo mismo que los organismos mundiales de los poderosos acerca de las vivencias de esos países. Valiéndose de esos mismos números inventados para la ocasión, aprovechan las circunstancias para acarrear agua para sus molinos, hundiendo aún más a las naciones hermanas atacadas, en el barro de la verdad mediatizada a medias.
Hace décadas que la utilización de estos métodos ha venido surtiendo el efecto que necesita el imperio. Aquí mismo, en Argentina, ha sido el claro método para terminar con los gobiernos populares que pretendieron generar un desarrollo virtuoso para las mayorías en base a una mejor distribución de las riquezas. La acumulación de mentiras, el desparpajo con el que se las menciona como certezas, los odios generados con solo esa base cifrada en datos sin respaldo alguno en la realidad, han logrado llevarnos al sitio miserable que estamos transitando.
Lejos de observar tanta oscuridad mediática como el resultado de las maniobras de ocultamiento imprescindibles para la continuidad del dominio oligárquico, algunos “distraídos” parecen tener satisfacción en regurgitar los mensajes del Poder mundial, tal vez para sentirse cerca de él, mostrando la debilidad que le conviene al poderoso, asegurando su supremacía casi eterna, anudando el futuro de los pueblos sometidos.
Están retardando (solo retardando) el final que los pueblos sabrán construir con otras cifras, ya no de bancos mundiales ni fondos monetarios, sino con las de sus propias historias de vida, con la sumatoria de las de millones de postergados del Planeta, con los múltiplos de tantas décadas de abandono. Solo de allí saldrá el porcentaje mortal para tanta mentira avasallante y construirá la tumba de los oligarcas fabricantes de todas las desgracias.

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