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miércoles, 28 de noviembre de 2018

LOS ÁNGELES EXTERMINADORES

Imágenes de "El espejo gótico" y "Bichos de campo"
Por Roberto Marra
En el libro del Apocalipsis, del Nuevo Testamento, un ángel, de nombre Abadón, es descripto como el rey de un ejército de langostas. “El aspecto de las langostas era semejante a caballos preparados para la guerra; ...sus caras eran como caras humanas, tenían cabello como cabello de mujer y sus dientes eran como de leones; tenían corazas como corazas de hierro; ...tenían colas como de escorpiones, y también aguijones, y en sus colas tenían poder para dañar a los hombres...” (Apocalipsis 9:7-11). En la Torá, por su lado, se lo menciona como el "lugar de la destrucción".
Nada puede ser tan perfecto para describir las características de quienes están ejerciendo funciones de gobierno en la actualidad argentina. Nada más parecido a esas mangas de alados exterminadores que arrasan con cuanto se les ponga por delante, fagocitando con desesperación el fruto del esfuerzo de todo un Pueblo. Nunca vista tamaña angurria devastadora por nuestras tierras, profundizadora de aquella que intentó eliminar la memoria y la razón, torturando, matando y desapareciendo a toda una generación.
No consumen solo lo material. También degluten las almas de las víctimas de sus “vuelos de la muerte” cotidianos. Clavan sus aguijones envenenados con el odio oligarca, seducen a los desprevenidos con cantos de... langostas, rompen las paredes de la moral y atraviesan los sentidos de la dignidad hasta barrer con la resistencia de los angustiados habitantes de la sinrazón “neoliberal”.
Hay un “Abadón” nacional, pero también otros símiles personajes de congruentes vilezas y perfidias en cada puesto de vanguardia de este ejército demoledor de derechos. Tal como la gobernadora Vidal, el “ángel exterminador” bonaerense, abyecta jerarca de la avanzada asesina de convicciones en justicias sociales que han pasado a mejor vida, con el abandono de los más débiles y la proyección de un futuro plagado de miserias programadas por el emperador de las langostas mundiales, el FMI.
Hundiendo su veneno en lo profundo de las conciencias de los sometidos, han generado un auténtico y lento genocidio, ayudados por sus infanterías mediáticas, el frente de un ejército de maldades insolentes y perversas, capaces de doblegar las voluntades de quienes eran, hasta no hace mucho, sus propios enemigos. O, al menos, parecían serlo.
Son como escorpiones, sí, pero mucho peores que aquellos animales que actúan por el instinto natural de sobrevivencia. Piensan, elucubran y ejecutan planes mortales para millones de desamparados, negando hasta el pan y la leche a los inocentes que recién comienzan a transitar la vida, que ya intuyen terrible. Devoran las miserias de los miserables, ahuyentan los pequeños vestigios de esperanzas que los sostienen, condenan sin otras pruebas que sus necesidades opresoras a los opositores.
Nada parece poder detener la sangría de esta plaga. Nada logra, hasta ahora, frenar semejante vaciamiento económico y financiero, tamaña destrucción productiva y social, tan triste desaparición del pensamiento crítico y la cultura nacional. Hará falta un verdadero ejército de valientes esclarecidos que comande la imprescindible rebelión ante esta invasión del imperio del mal. Hará falta un Pueblo convencido de sus propias fuerzas y capacidades constructoras de su destino.
Y será inexorable, para derrotarlos, enfrentar con la espada de la verdad y el escudo de la unidad a esta “manga” de ladrones confesos, de ejecutivos de la malversación y el horror del abandono, culminando con el gobierno de estos “Abadones” argentinos, diabólicos exterminadores de los sueños que, ya debieran saberlo, regresarán para devorarlos a ellos. Esta vez, para siempre.

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