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viernes, 3 de agosto de 2018

ESPERANDO EL MESÍAS

Imagen de "revistacorrientes.com"
Por Roberto Marra
No hay vueltas. El ciudadano medio argentino vive esperando un mesías. Un salvador de todos sus males sin que él mismo tenga que esforzarse por hacer algo para que aparezca “la figura” que nos salve. La queja cotidiana en las colas bancarias, la persistencia de las protestas contra “los políticos que son todos iguales”, la exaltación ante los tarifazos impagables, suelen ser modos similares de plantarse ante la realidad para que alguien surja al fin, casi mágicamente, para fabricar otro País.
Atentos a estas posturas basadas en la “espontaneidad” del surgimiento “estelar” de candidatos, muchos de esos políticos a los que la prensa suele llamar “serios”, comienzan sus tareas de “producción artística”, como en un “casting” para una superproducción hollywodense. Con aparente naturalidad, se reunen en lugares públicos, concurren a programas televisivos promovidos por el establishment, o arman presentaciones ante audiencias fabricadas al efecto, para asegurarse un lugarcito en la consideración popular.
Sin solución de continuidad, sabrán despacharse con discursos que los alejen de los líderes a los que la basura mediática cotidiana se ha encargado de denostar y escarnecer. Sabedores de lo veleidoso de las posiciones de los sectores sociales a los que pretenden seducir, elaborarán “propuestas” ambiguas, punto medio entre el conservadurismo y el desarrollo, miserable paquete de ideas sin ideas que ofrecerán como “prenda de paz” para que “la Nación no se desangre en luchas estériles”, frase que, por repetida, ya carece de valor sustantivo.
La necesidad tiene cara de hereje, dicen. Entonces, para no impedir un cierto avance positivo en medio del “tormentón” neoliberal, los sectores que no actúan con los mismos esquemas politiqueros, aceptarán conformar espacios unitarios con esos supuestos “mesías” del subdesarrollo, para lograr, aunque más no sea, ciertos beneficios para los más postergados de la sociedad. El combo de pobreza, indigencia y politiquería, elaborado por el enemigo, obliga a postergar mejores alternativas.
Pero la semilla del Poder está ya metida allí dentro, lista para reaparecer cuando las circunstancias les den otra posibilidad. Esos “mesías” tan especiales, suelen ser proclives a ciertos “arreglos” con los dueños de casi todo, con tal de mantenerse en el candelero de la consideración mayoritaria. “Una de cal y otra de arena” parece ser su consigna poco novedosa, pero muy efectiva. Mantener el status quo, mostrando esperanzas sin demasiado sustento, es su sistema para sostenerse en el tiempo. Un tiempo que resulta letal para las reales postergaciones a las que se somete a gran parte de la población, aturdida por las ambivalencias de estos líderes con poca pasta de estadistas.
La coyuntura manda. Las estructuras no se mueven. Los caminos se cierran. Los futuros se empañan. La miseria avanza carcomiendo los cimientos sociales hasta terminar, nuevamente, ante otra frustración fabricada por los poderosos de siempre, que regresarán triunfantes para ejercer directamente el gobierno. Y los impávidos mesiánicos recordarán entonces las advertencias de los esclarecidos líderes de verdad, previniéndolos de los engaños que aceptaron a cambio solo de darle otra vuelta a la tramposa “rueda de la fortuna” que les pusieron por delante los eternos oportunistas disfrazados de unitarios.

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