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viernes, 20 de julio de 2018

EL CEPO

Imagen de "El blog de Abel"
Por Roberto Marra

Cepo o no cepo, esa es la cuestión. Con esta paráfrasis “shakespeareana”, se podría abordar el tema que tanto ha conmovido a la ciudadanía desde la aplicación de este mecanismo económico, gracias a la ímproba labor comunicacional de la otrora oposición, hoy oficialismo, en Argentina.
Habría que comenzar por dilucidar si resulta válido el nombre impuesto por los dueños de la verdad televisada, habida cuenta que se trataba solo de un instrumento que, con mayor o menor éxito, intentaba resguardar la salida masiva de divisas extranjeras hacia el exterior, considerando la escasez de las mismas y las dificultades históricas para su obtención. No formaba parte de ninguna exacción, no se le quitaba a nadie sus ahorros ni se les impedía utilizarlos de otras maneras. Simplemente se trataba de evitar el sangrado permanente (fatal para nuestras finanzas) de esas divisas.
Sin embargo, la palabra cepo se transformó en el “caballito de batalla” de los neoliberales al ataque. Negadores absolutos de cuanta regulación se pueda ejercer desde el Estado hacia sus libertades (para quedarse con los beneficios de los esfuerzos ajenos, siempre), sus “economistas estrellas” paseaban sus furibundos discursos por sus medios de masividades robadas, hasta instalar en las débiles conciencias del mediopelo con ínfulas de oligarcas de cuarta, los tremendos daños que les causaba semejante elemento de “tortura monetaria”.
Ahora, cuando arrecia la famosa “tormenta” que atormenta al presidente que baja las (band...) velas de su decadente fragata financiera, vuelven a utilizar aquel paradigmático verso “cepoliano” para justificar la necesidad de ahondar en nuestras pobrezas y satisfacer los deseos de quienes han venido a “socorrernos desinteresadamente” desde el Fondo, no el de los mares donde navega la supuesta nave del olvido patriótico, sino de ese que nos viene hundiendo hace más de seis décadas.
Nos siguen hablando del “ocultamiento” de la inflación detrás del famoso cepo, razón por la cual se ven “obligados” a tomar estas medidas “dolorosas pero imprescindibles” (para sus objetivos de destrucción de cualquier signo de justicia social). Por increíble que parezca, estos embaucadores seriales defienden los aumentos delirantes de las tarifas de los servicios públicos, con la disculpa fabulada de lo que llaman “tarifas atrasadas”, cosa que otros que ofician de supuestos opositores al actual (des)gobierno también sostienen.
Imposibilitados de comprender lo que significa una Sociedad, sus “brillantes” cerebros economicistas siempre abordan los problemas desde teorías sin respaldo de éxito alguno a lo largo de la historia de sus aplicaciones. Con el alucinante verso complementario de la “necesidad de corregir las tarifas para atacar la inflación”, nos venden un programa de insoportables recortes de beneficios que se sustentaban en base a subsidios, la otra palabra que odian estos financistas de la verba insuflada de odios antipopulares incontenibles.
Los números deben “cerrar” convenientemente para los dueños de la economía y las finanzas, aún cuando de eso se desprenda la destrucción de la vida de millones de seres humanos, que para ellos son simples tachaduras en el inmoral “libro de contabilidad” de la ignominia. Solo les importa cerrar los balances entre debes y haberes manchados de miserias y muertes tempranas. Esas son las únicas columnas que sostienen este frágil edificio neoliberal, levantado con ladrillos de mentiras y argamasa de argumentos sin sustento real, apuntalado con otro tipo de cepo, uno que sujeta las mentalidades de los pusilánimes y alimenta las razones de los traidores.

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