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viernes, 11 de agosto de 2017

LA MISERABLE UTILIDAD DE LOS BRUTOS

Imagen de "www.eldiariodelarepublica.com"
Por Roberto Marra
Si quienes tienen tanto tiempo para escribir insultos en las redes sociales y en los comentarios de las noticias publicadas en los diarios digitales, lo supieran utilizar para pensar la historia, su propia vida, el desarrollo personal y su correlato social, entonces tal vez podrían generar alguna reflexión que les permitiera tomar distancia de la ignorancia y la brutalidad de sus expresiones.
Claro que para eso debieran tener la capacidad de entender lo que ven y oyen, lo cual se hace evidente que nunca tuvieron. Sus bestialidades no pueden ser derivadas del análisis ni del conocimiento de la realidad, porque el resultado hubiera sido otro.
No importa el nivel de educación formal que hayan alcanzado, porque la brutalidad no se pierde por la acumulación de datos. Tampoco interesa cuales han sido sus acciones sociales, porque el bruto suele manifestar personalidades ambivalentes, donde aparentan sentimientos que no se respaldan en la historia de sus actos.
Siempre proclives a destruir al otro, como única manera de demostrar una superioridad que les es imprescindible para sobrevivir en los ámbitos de los que se siente parte, conforman grupos de brutos para defender sus peroratas insultantes, básica forma de permanecer en un mundo que se inventaron para soportar sus escaseces neuronales.
Por supuesto, nada podrían hacer para trascender si no tuvieran el apoyo incondicional de quienes necesitan de ellos para asegurar sus dominaciones sobre la sociedad. No son esos poderosos, ni ignorantes ni brutos, sino perversos personajes que poseen los medios de comunicación que les dan base real a estos contingentes de brutos desatados.
Diarios, televisión, radio e internet son los sitios que se les brindan para destruir las posibilidades de comprensión de los ciudadanos que sí buscan pensar con el respaldo del conocimiento de la realidad. Son esos medios quienes atraviesan con la mugre de sus falsedades y sus miserias verbales todo tipo de opiniones, destruyendo memorias e ilusiones, para impedir cualquier cambio en la degradante condición en la que aquellos dueños de casi todo nos sumergen, con la ayuda repugnante de estas comparsas de brutos, que bailan al compás de lo que les dictan para sentirse parte de algo que jamás lo serán: el privilegiado mundo del Poder.

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