“Rumbo a lo
desconocido” era una serie que, hace muchos años, relataba historias de ciencia
ficción. En uno de sus capítulos, llegaba al Planeta una civilización cuyos
individuos estaban constituidos solo por un gran cerebro, que se alimentaba y
movía en base a la gran energía que producía. Sus capacidades mentales eran tan
poderosas, que ni todos los científicos del Mundo, unidos, podían superarlos.
La lógica indica que esa civilización terminaría dominando el Planeta y toda
disputa de poder, por la imposibilidad de superar la fuerza de tantos
súper-cerebros actuando al unísono. Pero ya sabemos cómo los yanquis terminan
estas situaciones: el héroe que, con un simple artificio creado con elementales
herramientas, vence al “monstruoso” enemigo de la Humanidad. Final feliz. O no
tanto…
¿Qué era lo
malo de esa civilización superior, de acuerdo a la elemental cultura
norteamericana? Podemos imaginar, tal vez, que la presencia de semejantes seres
pensantes, les arruinaría los sucios negocios de la destrucción masiva de su
maquinaria de guerra, base estructural del desarrollo económico yanqui. Los
“súper-cerebros” no serían, en realidad, enemigos de las personas, sino del
Poder que las dominaba hasta ese momento. La “libertad” que se perdería sería
la de poder someter a la vida miserable a millones, para sostener a un puñado
de millonarios.
Esta simple
alegoría, tal vez forzadamente extraída de semejante entelequia, sirve para
comprender, también, la razón de la invención de otra ficción, esta vez, no
científica, basada en relatos fantasiosos
acerca de los terribles males que se habrían sufridos durante 12 años en
nuestro País. Relatos que estuvieron a cargo de una maquinaria mediática
siniestra, asegurando verdades donde solo había mentiras, fijando falsedades
como estigmas en los dirigentes que no seguían sus modelos de pensamiento que,
no casualmente, son los generados por los dueños del Poder corporativo local,
en connivencia con el mundial.
También
aquí, como en aquella vieja fantaciencia, la libertad perdida era la de los
dominadores, no la de los dominados. El poder perdido era el de ellos, no el
del Pueblo. El futuro que temían no era otra cosa que la pérdida de sus
supremacías sobre toda la sociedad, a través de un Proyecto que transformaría,
con el tiempo, la mentalidad sumisa de gran parte de la población ante los
históricos amos económicos. El miedo fundamental era el de enfrentarse a un
intelecto superior, capaz de trocar la vieja y permanente infelicidad del Pueblo,
en confianza en sus propias fuerzas para modificar la realidad. Un final que
esta vez, hubiera sido, de verdad, feliz.
MERECE RESALTARSE
ResponderEliminarLOS HICIERON CREER QUE LUCHABAN POR SUPERDERECHOS.
Y ERAN SOLO LOS PRIVILEGIOS DE UNOS POCOS MULTIMILLONARIOS EN CONTRA DE LOS DERECHOS DE TODA LA SOCIEDAD.
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También aquí, como en aquella vieja fantaciencia, la libertad perdida era la de los dominadores, no la de los dominados. El poder perdido era el de ellos, no el del Pueblo. El futuro que temían no era otra cosa que la pérdida de sus supremacías sobre toda la sociedad, a través de un Proyecto que transformaría, con el tiempo, la mentalidad sumisa de gran parte de la población ante los históricos amos económicos. El miedo fundamental era el de enfrentarse a un intelecto superior, capaz de trocar la vieja y permanente infelicidad del Pueblo, en confianza en sus propias fuerzas para modificar la realidad. Un final que esta vez, hubiera sido, de verdad, feliz.
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ERAN SUPERDERECHOS PERO SOLO PARA SUPERMILLONARIOS.
Y AL COSTO DE PERDER LOS DERECHOS COMUNES A TODOS, LABORALES, SOCIALES Y HASTA CIVILES.
LOS HICIERON GILESSSSSSSS!!!!!!!!